Los empresarios de Castilla-La Mancha también apuestan por un acuerdo entre Partido Popular, PSOE y Ciudadanos como la mejor solución para el Gobierno de España. Ya sea con la fórmula de una coalición de gobierno a tres (su preferida), a dos o pacto de legislatura, los hombres de negocios castellano-manchegos ven en ese acuerdo hasta ahora imposible la salida que les deja más tranquilos, porque piensan que es la que daría más estabilidad política y económica a España.
En eso no difieren de sus homólogos del IBEX 35, de hecho, hubo bromas a la hora de la foto de familia en un almuerzo con el presidente de la Junta, el vicepresidente y los consejeros del área económica cuando varios comensales se refirieron los empresarios presentes como “el IBEX de Castilla-La Mancha”.
Desde luego, la posibilidad de que Pablo Iglesias y Podemos rijan los destinos del país, aunque el presidente sea Pedro Sánchez, les pone los pelos de punta. Entraron en pánico cuando, tras su visita al Rey, oyeron al líder de Podemos ofrecerse de vicepresidente plenipotenciario del Gobierno de España y escupirle al PSOE y a Pedro Sánchez un acuerdo político que más bien parecía una trampa mortal y una horca política.
Preocupados por la idea de que Sánchez aceptara sin más y convencidos de que el caos económico se apoderaría del país en ese supuesto, los empresarios acudieron a Emiliano García-Page, uno de los barones socialistas más notables, para transmitirle su opinión, sus miedos y su ruego de que hiciera todo lo posible por evitarlo.
Varios de ellos pidieron con urgencia un encuentro con el presidente de Castilla-La Mancha y éste se celebró el 26 de enero, con la asistencia de los responsables de 14 notables negocios del entramado regional. En el encuentro Page trató de despejar las dudas sobre cualquier escenario de independencia de Cataluña o locuras económicas, pero no lo consiguió del todo.
«No lo voy a consentir», llegó a decir el presidente de la Junta, ni él ni la mayoría de los barones socialistas, pero los empresarios castellano-manchegos siguen sin ver clara la opción de Sánchez y menos si la compañía es Podemos.
Sí quedaron despejadas las dudas con respecto a Castilla-La Mancha. Los empresarios le creyeron y además, los consejeros del área económica inspiran confianza en líneas generales en este sector. Allí estaban todos: Juan Alfonso Ruiz Molina, Patricia Franco y Francisco Martínez Arroyo, junto al vicepresidente, José Luis Martínez Guijarro.
El caso es que los empresarios salieron convencidos de que el presidente lleva las riendas en el pacto con Podemos, de que es un hombre moderado que no caerá en desatinos económicos y piensan que los de Pablo Iglesias en Castilla-La Mancha sobreactúan más que actúan. En el lado empresarial no gusta esta situación, se alteran con algunas decisiones, pero básicamente confían en Page como interlocutor y como presidente. Al menos eso es lo que trasladan cuando se les pregunta en privado por el asunto. Y también cuentan que hubieran preferido que el acuerdo de investidura en la comunidad autónoma se firmara con Ciudadanos, pero no se dio ni si quiera la posibilidad, porque el partido de Albert Rivera no consiguió ningún escaño en las Cortes.
Acostumbrados a dar la cara siempre, a llevar sus asuntos personalmente, a ponerse al teléfono, a descansar poco y a hablar con todo el mundo para solventar sus problemas, los empresarios valoran en Emiliano García-Page su cercanía y pragmatismo. Saben que conoce la región y sus problemas y le reconocen el plus del superviviente contra viento y marea, tras haber alcanzado la Presidencia de Castilla-La Mancha contra pronóstico, al menos contra el pronóstico empresarial.
Como digo, hubieran preferido un pacto con Ciudadanos también en Castilla-La Mancha, pero de momento y pese a que les toque tragar algunos sapos, ven la situación bajo control en la región y se mantienen vigilantes, pero con la sensación de que cualquier cuestión les será explicada y en cualquier momento serán escuchados sus planteamientos. Ellos saben que no siempre se saldarán con la suya, pero agradecen que cuando tienen que hablar con el Gobierno de sus asuntos siempre haya alguien que se les ponga al teléfono, una de las principales críticas que hacen a la etapa de María Dolores de Cospedal.
La incomunicación y la sordera, también con los empresarios, uno de los sectores más afines al PP, les acabó costando muy caro.