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20/09/2012junio 13th, 2017
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El día 25 de septiembre, probablemente con el brazo en cabestrillo por su reciente percance, José Bono nos va a contar lo que ha visto, leído y oído duranta su larga vida politica. Es la fecha de la puesta de largo de su libro “Les voy a contar”, editado por Planeta y que a buen seguro protagonizará en Madrid una presentación por todo lo alto y congrerará a un buen puñado de vips en materia política, económica y social.

Pese a estar oficialmente retirado de la política, Bono domina el arte del escenario como pocos y la presentación de este libro me da que se va a parecer mucho a sus tomas de posesión, en las que no faltaba nadie que se presumiera de ser alguien.


También me imagino la posterior gira de promoción del primer tomo de sus memorias con el oficio de sus campañas electorales, de las que siempre salió ganador (Bono en campaña era un espectáculo). Igualmente, preveo que las ruedas de prensa y entrevistas para hablar de su libro, devolverán a Bono a figura del prime time, donde con más o menos forturna se ha mantenido prácticamente un cuarto de siglo.

El caso es que Bono nos va a contar cómo ha vivido los grandes momentos de la España demcorática y cómo trató y retrató para sus diarios a sus protagonistas. A principios de 1992 Bono decidió apuntar todo lo que le pasaba, dice la nota de prensa que caldea el ambiente. Yo sospecho que comenzó antes y, en cualquier caso, el expresidente castellano-manchgo siempre ha tomado buena nota de todo.

LA QUE SE LIÓ CON SOLCHAGA

El caso es que el libro comienza con la ruptura con Alfonso Guerra. Aquí sonaron los tambores de guerra cuando en la campaña para las elecciones autonómicas de 1991 Bono invitó a dar un mitin a Carlos Solchaga, mentor de los renovadores y demonio oficial del guerrismo. Los de aquí leyeron la señal sin necesidad de más explicaciones y comprendieron que Bono había pasado página y se avecinaban aguas turbulentas a este lado del Tajo.

No sé si eso aparece o no en las memorias, pero yo, que me enfrentaba entonces a mi primera campaña electoral como periodista, desde las páginas de ABC, y estaba aún muy verde en cuestiones de política y partidos, tengo grabado lo que oí sobre aquel mitin de Torrijos (Toledo).

Después viene la Expo 92 y el fichaje de Baltasar Garzón para las difíciles elecciones generales del 93. Una comida, de nuevo en escenario castellano-manchego, tuvo la culpa. Felipe González y Garzón se conocieron en la finca estatal de Los Quintos de Mora (Los Yébenes).

LOS MOLINA Y BONO ¿PRESIDENTE?

Esta primera parte de las memorias también habla del PSOE rodeado por los escándalos de la corrupción que encabezaba Luis Roldán, el Gal y las autonómicas del 95, aquéllas que convirtieron a Bono en el único del PSOE con mayoría absoluta al frente de una comunidad autónoma, un caso que tiene similitudes con el de María Dolores de Cospedal ahora: la única mayoría absoluta en feudos socialistas.

De aquellas elecciones dicen que sale el momento en el que Bono, a útima hora de la noche y poco antes de comparecer ante la prensa con los resultados definitivos, oyó a José Molina, candidato de IU y diputado regional decir en la radio que si la mayoría absoluta del PSOE dependía de Izquierda Unida «ya veremos si el presidente es Bono».

Bono ganó a otro Molina, José Manuel, del PP, por apenas dos puntos y menos de 14.000 votos. Sacó mayoría absoluta y se vengó del Molina de IU, que perdió su condición de Grupo Parlamenario y, por lo tanto, unos jugosos fondos para su partido. Luego, como todo el mundo sabe, este albaceteño acabó siendo portavoz del PSOE y nunca más le faltaron los fondos.

La llegada de Aznar al poder y las pésimas relaciones que tuvieron durante el tercer mandato del expresidente español serán otro capítulo de lo más interesante.

SUBEN PAGE, LÓPEZ CARRASCO Y ROZALÉN; BAJAN BARREDA Y CLEMENTINA

Y, si me lo permiten, dentro de Castilla-La Mancha, y aunque no sean los protagonistas principales del libro, hay morbo por saber el resumen que Bono hace de los que le rodearon desde que llegó en 1983, impuesto por Guerra, hasta su marcha de la política tras las últimas elecciones generales.

Se oye que los mejor parados y las palabras más cariñosas se las llevan Cristobal Rozalén, Fernando López Carrasco y Emiliano García-Page, mientras que la quina mal disimulada se la deja a José María Barreda y su esposa, la exdiputada Clementina Díez de Baldeón.

Sin duda, en Castilla-La Mancha se leerán dos libros, porque además de la politica nacional, aquí interesa mucho saber a qué conclusioes ha llegado Bono sobre los más cercanos. De todas maneras, los que conocen más profundamente la primera parte, dicen que el tono de sus memorias no está escrito con afán de venganza ni de ajuste de cuentas y que las críticas se ven más en las anécdotas que se relatan de los diferentes personajes que en los calificativos que pone el autor.

Y EL SANTO DEL DÍA ES…

Ah, no se olviden de mirar el santo del día 25 de septiembre. Era muy propio de Bono citar el santoral al abrir o cerrar sus discursos más importantes y siempre encontraba en la biografía del personaje en cuestión algún paralelismo con su  propia figura o con el momento. En el santoral católico del 25 de septiembre yo he encontrado éstos nombres, por si les sirven de pista:

San Fermín, obispo y mártir.

El Santo Niño de La Guardia, mártir.

San Aunario, obispo de Auxerre.

San Sergio de Radonezh, abad.

San Germán el Paralítico, monje.

San Cleofás, discípulo de Jesucristo.

San Justino, mártir.

Para abrir boca sepan que por el primer tomo de los diarios de Bono desfilan Juan Carlos I, la reina Sofía, Felipe González, Alfonso Guerra, Narcís Serra, Alfredo Pérez Rubalcaba, Joaquín Almunia, Joaquín Leguina, Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo-Sotelo, Santiago Carrillo, Jordi Pujol, Joan Maragall, José María Aznar, Manuel Fraga, Fidel Castro, Baltasar Garzón, Mario Conde, Jesús de Polanco o los cardenales Tarancón y Marcelo González, al que, por ejemplo, acompañó en su lecho de muerte.

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