
Cuando Mariano Rajoy realizó su primera visita oficial a China como presidente del Gobierno, en el año 2014, él y otros dirigentes del Partido Popular dijeron que fue una gran oportunidad para reforzar las relaciones comerciales entre ambos países, ayudar a las empresas españolas y aumentar las inversiones chinas en España. Ahora, cuando Pedro Sánchez ha ido a Vietnam y China, en un viaje preparado antes de que a Donald Trump se le ocurriera el disparate de los aranceles, la cúpula del PP ha arremetido contra Sánchez por haber visitado ese país comunista que está en guerra comercial con Estados Unidos. Esta es la coherencia de la oposición que practica el partido de Alberto Núñez Feijóo.
Cuando Mariano Rajoy viajó por segunda vez a China, en 2017, ni en el Gobierno ni en el PP vieron problema alguno en que volviera a ese país y se entrevistara, como hizo en su primera visita, con el presidente Xi Jinping y otros altos dirigentes, todos del Partido Comunista, el único permitido. Rajoy le trasladó la invitación del rey para visitar España y el mandatario chino vino al año siguiente.
El acuerdo de colaboración del PP con el Partido Comunista de China
Pero hay más. Las relaciones del PP con dirigentes comunistas chinos no se limitan a esas dos visitas de Rajoy. En el año 2013, la entonces secretaria general del PP y presidenta del Gobierno de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, firmó un acuerdo de su partido con el Partido Comunista de China para «afianzar la relación de amistad» y favorecer la cooperación mutua «en los ámbitos comercial, científico, tecnológico y cultural».
Nadie del PP criticó esos viajes de Rajoy ni ese acuerdo de colaboración con el PC chino, porque a nadie con un mínimo de sentido común le puede parece mal que España mejore sus relaciones comerciales y otras con un país que tiene casi 1.500 millones de habitantes. Tampoco les pareció mal, sino todo lo contrario, que Núñez Feijóo viajara a China en 2017, cuando presidía la Xunta de Galicia, acompañado por una veintena de empresarios. Regresó muy «satisfecho».
También les pareció bien que José María Aznar viajara a China en junio del año 2000, cuando era presidente del Gobierno, junto a 200 empresarios y con los mismos objetivos que Pedro Sánchez: mejorar la balanza comercial entre ambos países equilibrando las inversiones. Pero ahora, Aznar ha dicho que el reciente viaje del presidente ha sido un «error grave» porque supone «echar más leña al fuego» en la guerra comercial que ha desatado Trump. ¿Lo critican porque las circunstancias son distintas? No. Lo critican como estrategia política, por sus intereses partidarios.
Isabel Díaz Ayuso: «Sánchez ha ido a homenajear a tiranos sanguinarios»
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, como siempre, ha dado un paso más que la cúpula de su partido en sus críticas al presidente del Gobierno. «Sánchez ha ido a China al servicio de Zapatero y su Internacional antioccidente, a homenajear la memoria de tiranos sanguinarios y a dejar a España aislada en el mundo y enfrentada a sus socios. No cabe mayor traición que entregar tu nación a otras potencias para sus intereses», ha manifestado.
Estas críticas al viaje del presidente a China no hay por dónde cogerlas, por su falta de fundamento, pero ya no sorprenden porque hace tiempo que en el PP aplican la estrategia de decir «no» a todo lo que haga, diga o apruebe Pedro Sánchez o alguien del Gobierno de coalición progresista o su grupo parlamentario y los que lo apoyan. En vez de hacer una crítica seria de lo que consideren negativo en la acción del Gobierno, como debería hacer el principal partido de la oposición -y no es difícil encontrar decisiones criticables-, los populares han optado por una política de trazo grueso, con declaraciones llamativas, peticiones casi diarias de dimisión, exigencias de adelanto electoral y descalificaciones aunque no existan pruebas, porque creen que así van a desgastar al presidente y al Gobierno.
La táctica del PP de perjudicar a España en Europa
Eso es lo que ha hecho Alberto Núñez Feijóo, entre otras ocasiones, cuando ha ido a Europa a denunciar que la economía española va mal, frente a lo que dicen los datos europeos, y que las cifras del desempleo están manipuladas. En el PP saben que Europa no interviene en determinados asuntos internos de un país, pero eso les da igual: su táctica es hacer ruido y conseguir titulares en los medios de comunicación, aunque sea a costa de perjudicar a su país en las instituciones europeas.
Los populares tienen ya experiencia en eso de llevar sus denuncias a Europa, porque lo han hecho muchas veces. Con poco éxito, pero insisten. Ahora han pedido a la Unión Europea que revise los datos del desempleo, porque el Gobierno «manipula» los que se refieren a los trabajadores fijos discontinuos. Llevan unos cuantos años con este asunto, pero no dicen que ese tipo de contratos garantiza a muchas personas trabajar durante un periodo concreto cada año, tener asegurado el reingreso al trabajo al año siguiente y disponer de los derechos que corresponden a los trabajadores fijos. Los empleados de los hoteles que cierran durante los meses de invierno son un buen ejemplo.
En las próximas semanas, cuando el Congreso de los Diputados debata el plan de 14.100 millones que ha probado el Gobierno en ayudas para paliar los daños que causarán a muchas empresas los disparatados aranceles que ha impuesto Donald Trump, ¿qué harán los diputados del PP? ¿Votarán en contra para intentar desgastar al Gobierno, como han hecho en otras ocasiones con medidas que eran beneficiosas para la ciudadanía, o se comportarán como los representantes de un partido serio que aspira a gobernar?