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viernes, 22 de noviembre de 2024
El presidente de Castilla y León debe decidir si forma Gobierno con la ultraderecha - 15 febrero 2022 - Madrid
Agustín Yanel Agustín Yanel

El PP ha ganado las elecciones autonómicas en Castilla y León, con un resultado bastante peor del que esperaba y el peor de su historia, pero Vox ha sido el gran triunfador: el partido de Santiago Abascal tenía solo un escaño en las Cortes regionales y ha conseguido 13. La gran incógnita, ahora, es ver qué hará Alfonso Fernández Mañueco cuando desde Vox le exijan formar parte del nuevo Gobierno y tener la vicepresidencia y varias consejerías. ¿Estará dispuesto a ser el primer presidente autonómico que comparte gobierno con la ultraderecha?

¿Conseguirá Alfonso Fernández Mañueco, tras negociar con los demás candidatos electos, los apoyos necesarios para poder gobernar en minoría? ¿Planteará una gran coalición PP-PSOE, algo que parece casi imposible de conseguir en la actual situación de confrontación política permanente, que le permita ser investido presidente sin los votos de Vox? Y, si no logra ninguna de estas opciones, ¿convocará de nuevo elecciones antes que gobernar con la ultraderecha?


Ya se sabe, porque se ha dicho reiteradamente en las últimas semanas, que estas elecciones han sido algo más que unas autonómicas. En el PP se felicitan en sus declaraciones públicas, repiten su argumentario de que Fernández Mañueco las convocó para evitar una moción de censura de sus socios de Ciudadanos y del PSOE contra él, se aferran como a clavo ardiendo a que han logrado dos escaños más que en 2019 y dicen una y otra vez que han frenado la posibilidad de un Gobierno «socialcomunista» a la región.

Decepción en el PP porque no han logrado los objetivos previstos

Pero en el PP también hay quienes, en privado, no ocultan su decepción por los resultados obtenidos, porque su objetivo era acercarse a los 41 escaños de la mayoría absoluta para reforzar a Casado en su camino hacia La Moncloa pero se han quedado en 31 (solo dos más que en las elecciones de 2019) y han perdido 55.000 votos en los que han sido sus peores resultados de la historia en esa región.

Esas voces críticas, que no hablan en público, dicen que este adelanto electoral solo ha servido para que Fernández Mañueco probablemente tenga que sustituir en su Gobierno a un partido liberal moderado como es el de Inés Arrimadas por uno de derecha extrema, el de Santiago Abascal. Y esto ocurre cuando en la Unión Europea preocupan las políticas de ultraderecha que aplican los polémicos primeros ministros de Hungría y Polonia, con quienes Santiago Abascal mantiene buenas relaciones.

Tras el éxito arrollador de Isabel Díaz Ayuso en Madrid, unos buenos resultados en Castilla y León probablemente habrían animado al presidente de Andalucía, José Manuel Moreno Bonilla, a adelantar también las elecciones en esa comunidad con posibilidades de ganarlas, según las encuestas. Esos tres éxitos electorales en tres comunidades autónomas les habrían servido para decir que en España ha cambiado el ciclo político y que la ciudadanía demostraba con sus votos, por tercera vez consecutiva, que no quiere a Pedro Sánchez ni al Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos. Pero no ha ocurrido eso y este adelanto electoral ha sido como un experimento fallido.

Se reinicia la pelea de Díaz Ayuso con Pablo Casado y el PP nacional

Desde el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso no han dejado pasar ni 24 horas para olvidar la tregua que han mantenido en su enfrentamiento con la dirección nacional del PP durante la campaña electoral. El lunes 14, solo unas horas después de la noche electoral, el consejero de Educación y portavoz, Enrique Ossorio, ha vuelto a pedir que el congreso del PP de la comunidad sea convocado con urgencia. La pelea de la presidenta madrileña contra Pablo Casado y su equipo se reaviva.

Pero el PP no es el único partido que debe reflexionar sobre lo que ha ocurrido en estas elecciones y tomar nota de los errores cometidos para que no se repitan en próximas convocatorias electorales en cualquier territorio. El PSOE, que ganó las elecciones en esa región en 2019 aunque no pudo gobernar por el pacto entre PP y Ciudadanos, ha perdido 100.000 votos y siete de los 35 escaños que tenía y se queda en 28; Podemos tenía dos escaños y ahora, cuando se ha presentado junto a Izquierda Unida y otros partidos, ha perdido uno; y Ciudadanos pierde 11 escaños y conserva solo uno, el de quien era vicepresidente del Gobierno de coalición, Francisco Igea.

Otros triunfadores en estas elecciones han sido los partidos de la llamada España Vaciada: Soria Ya ha sido el más votado en esa provincia y tiene tres escaños; Unión del Pueblo Leonés (UPL) sube de uno a tres, y Por Ávila mantiene el que tenía. El Partido Popular y el Partido Socialista, sobre todo ellos, deberían pensar por qué motivos muchos ciudadanos les han abandonado para apoyar a esas candidaturas provinciales y al partido de Santiago Abascal. En los pueblos abandonados están hartos de años de promesas incumplidas, mientras siguen abandonados; y seguro que todos los electores que han votado a Vox no lo han hecho porque hayan aceptado de repente la ideología de la ultraderecha, sino que muchos habrán hecho porque se han cansado del PP, el PSOE o Ciudadanos, que de todo habrá.

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