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30/06/2016junio 7th, 2017
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Solo hay una fuerza política que ha ganado las elecciones generales del 26 de junio, el Partido Popular. Al menos en la noche electoral ninguno de los líderes claramente derrotados se atrevió a decir lo contrario y presentar sus fracasos como otra cosa distinta a lo que son.

Mariano Rajoy se lleva el voto útil hasta en Valencia, porque ha convencido a más españoles que ninguno de sus rivales de que era el mejor camino para evitar las dos cosas que más temían los ciudadanos: terceras elecciones y más bloqueo político y que Pablo Iglesias pudiera ser presidente de España.


El líder de Podemos fracasa en su intento de convertirse en el primer partido de la izquierda y Pedro Sánchez resiste al borde del precipicio, perdiendo aún más escaños pero salvando la honra de ser el segundo y dando un revolcón a las encuestas que le vienen amargando las campañas y la vida interna. Pese a que Sánchez sí puede sobrevivir al 26-j e Iglesias no puede gobernar ni ser segundo, el PSOE pierde hasta en Andalucía y no gana en ninguna comunidad autónoma, así que la cosa no está para celebraciones. Ciudadanos, que se lleva la peor parte en retroceso, puede ser sin embargo el partido decisivo, algo que no debe complacer sin más a Albert Rivera, que se ha quedado muy lejos de parecer ni siquiera una alternativa, aunque nadie le discute su carisma y capacidad de liderazgo. Tendrá que mejorar mucho su partido para que Cs siga en España una evolución similar a Cataluña.

El resultado nacional tiene su reflejo en Castilla-La Mancha sumando los factores propios. María Dolores de Cospedal brinda a Rajoy un respaldo propio de otro tiempos, que supera el 40 por 100 de los votos y suma dos diputados más que en diciembre, arrebatados a Ciudadanos, el gran derrotado de estas elecciones generales en Castilla-La Mancha. El PP lo gana todo y Ciudadanos lo pierde todo, podría decirse para resumir.

Victorioso en las cinco provincias, en las cinco capitales y en Talavera y subiendo en Puertollano, los “populares” se encontraban eufóricos en CLM, porque de propina consideran conseguido un objetivo que piensan reforzará su posición en esta región de cara a las autonómicas: que gobierne Rajoy y haga ministra a Cospedal. Sería un error, sin embargo, automatizar que la conducta de los castellano-manchegos sería la misma que en las generales si hoy se repitieran las autonómicas. Pero me da que es una tentación demasiado fácil como para evitarla.

Los socialistas resisten en escaños en CLM, pero retroceden levemente y no llegan al 30 por 100 de los votos. Desde luego aquí el sorpasso no es una opción y eso refuerza su autoridad sentados a la mesa con Podemos en su acuerdo de investidura para que Emiliano García-Page sea presidente de Castilla-La Mancha. Los socialistas le dicen a Podemos, que suele coquetear con el PP para humillar al PSOE cada vez que la vida de las Cortes lo permite, que la estrategia no les sirve en carne propia, sino en la ajena del Partido Popular. Tampoco creo que en el caso socialista las generales –que suelen perder en la región- sean extrapolables a las autonómicas -que suelen ganar-, pero sí son datos muy a tener en cuenta, dado que el PSOE no puede contar aquí con que Cs debilite al PP.

Parecía por las encuestas que el sorpasso en CLM iba a ser de Podemos a Ciudadanos, pero ha sido del PP al partido de Albert Rivera, que lo ha perdido todo el 26 de junio. Además de pagar las consecuencias del voto útil y el miedo a Podemos, Cs tributa muy negativamente por sus diferencias internas, especialmente en Toledo, donde ha perdido el único escaño que tenía seguro. Rivera pierde en Castilla-La Mancha 3 de los 8 diputados que ha restado en toda España. Para hacérselo mirar, sin duda. La crisis de Toledo, entre otras cosas, revela una mala gestión de la situación desde la dirección nacional, que no supo prever y mucho menos atajar los problemas aquí. Si no se asienta territorialmente es difícil que Cs crezca y en CLM tiene una de sus mayores preocupaciones en ese objetivo, pese a que las municipales y las generales del 20-D les habían colocado muy bien.

Ahora toca formar Gobierno y Mariano Rajoy lleva en esas todas las de ganar, aunque tendrá que hacer concesiones porque necesita sumar muchos escaños aún para conseguir la mayoría absoluta. Que los españoles le hayan perdonado al PP la corrupción ante el temor de lo que pensaban sería un mal mayor no significa que le den un cheque en blanco.

Aún es pronto para medir las consecuencias de los pactos futuros en las instituciones de Castilla-La Mancha que dependen de ellos: la Junta, tres diputaciones y las principales alcaldías. Pero estoy convencida de que haberlas, las habrá.

Además del efecto de los acuerdos postelectorales tendremos que seguir con atención la estrategia que adoptan los principales damnificados por ellas: Podemos y Ciudadanos, los partidos sobre los que se asientan los pactos de PP y PSOE en los gobiernos regional y locales que ostentan.

Permanezcan atentos.

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