Desde que Pedro Sánchez ganó la moción de censura contra Mariano Rajoy el pasado 1 de junio, y fue investido presidente, los dirigentes del PP han repetido una y mil veces que el líder de los socialistas ha llegado al Gobierno gracias a un «pacto de perdedores» porque no ha ganado unas elecciones generales. Ahora, Pablo Casado ha perdido las elecciones primarias en su partido frente a Soraya Sáenz de Santamaría, pero ha sido elegido presidente gracias a su pacto con los perdedores María Dolores de Cospedal y otros, que se presentaron a esas primarias y perdieron. ¿Dónde está la coherencia que debería caracterizar a cualquier político?
Por mucho que se empeñen algunos políticos en criticarlos, los pactos entre distintos partidos después de unas elecciones -sean estas para que la ciudadanía elija cargos públicos o por primarias en un partido- son legales. Se puede y debe criticar cuando se unen formaciones de ideología totalmente contraria para gobernar, porque probablemente van a estar como el agua y el aceite cuando se intenta mezclarlos, pero incluso en esos casos son pactos legales. Siempre. Tanto los que ha alcanzado el PSOE como los del PP y las demás fuerzas políticas.
Pedro Sánchez ganó la moción de censura en el Congreso de los Diputados con el apoyo de ocho partidos políticos y los votos en contra de PP, Ciudadanos, Unión de Pueblo Navarro y Foro Asturias. Pablo Casado perdió las elecciones primarias en su partido pero después fue elegido presidente gracias al apoyo de los otros cuatro candidatos que se presentaron a las primarias y perdieron: María Dolores de Cospedal, José Manuel García Margallo, José Ramón García Hernández y Elio Cabanes. Así han ganado los perdedores en las primarias del PP.
Pensar antes de hablar
En esa situación, las críticas de los dirigentes del PP al «pacto de perdedores» que, según dicen, ha llevado a Sánchez a La Moncloa son incoherentes con lo que ellos han hecho con Pablo Casado, porque también se ha beneficiado de un «pacto de perdedores» para sustituir a Mariano Rajoy al frente de su partido. Los políticos, todos, deberían pensar lo que van a decir en público o a los medios de comunicación, porque todo queda registrado y la hemeroteca no perdona.
María Dolores de Cospedal ha dicho, durante la campaña de las elecciones primarias en las que quedó en tercer lugar, que los «populares» no quieren «llegar a La Moncloa a cualquier precio», en referencia a los apoyos de nacionalistas catalanes y vascos y de Unidos Podemos que ha tenido Pedro Sánchez. Pero a ella no le ha importado apoyar a Pablo Casado para que ganara en la segunda vuelta la presidencia de su partido, con tal de castigar a su «enemiga» Sáenz de Santamaría, aunque ese apoyo era contrario a lo que había votado la afiliación del PP, que dio más votos a la exvicepresidenta del Gobierno que a Casado.
Habrá quien diga que esas dos situaciones no son comparables, porque Casado quedó en segundo lugar en las primarias tras Sáenz de Santamaría pero después fue elegido presidente por el congreso de su partido. Sí, eso es así, pero nadie puede negar que su triunfo en el congreso del PP se debe al apoyo que, en la segunda vuelta, le brindaron los cinco perdedores citados. Y después de haber reclamado en cada campaña electoral que siempre debería gobernar la candidatura más votada, e incluso de haber pedido que se modifique la Ley Electoral para que eso sea así, no parece muy coherente que él haya hecho en su beneficio lo mismo que ha criticado a los demás.
Los dirigentes del PP en Castilla-La Mancha también se han hartado de decir que Emiliano García-Page preside la comunidad gracias a su «pacto de perdedores» con Podemos. Y que utilizó ese pacto para modificar la Ley de Radio Televisión de Castilla-La Mancha y cambiar la dirección de esa empresa pública.
No hace falta citar declaraciones concretas de políticos que han criticado los «pactos de perdedores» cuando los han alcanzado otros pero no han tenido inconveniente en hacerlos ellos cuando les beneficiaban. Son innumerables en todos los partidos. Pero ahora llama especialmente la atención la incoherencia del PP, porque desde el pasado 1 de junio no hay día en que no hagan declaraciones varios dirigentes de ese partido criticando una moción de censura que es constitucional y diciendo que Pedro Sánchez ha entrado en La Moncloa «por la puerta de atrás», una de las frases favoritas en Ciudadanos. Deberían criticar al presidente del Gobierno por lo que ha hecho o haga mal, y no les faltarán motivos para ello, pero sin hacer afirmaciones falsas. Y con un coherencia, siempre con coherencia.
El refranero español es muy rico. ¿Recuerdan? «Consejos vendo que para mí no tengo». Pues eso, un poco más de coherencia