Lo decía el sentido común. Lo sostenían premios Nobel de Economía. Lo sabían los que los hacían, gobernantes de uno y otro partido. Pero tiene que insistir el Fondo Monetario Internacional para que hasta el mismo Luis de Guindos diga sin decir que quizá lo mejor sea replantearse el objetivo del déficit. Lo ha dicho Cristine Lagarde, la jefa del FMI: hay que levantar la mano con España o… Témanse lo peor, como les cuenta Agustín Yanel en su última columna en encastillalamancha.es.
El primer problema de España es el paro. El segundo, la deuda y, en especial, el precio al que se paga, porque pintamos cada vez menos en una Unión Europea más latente que presente, una UE incapaz de contener los ataques especulativos de los tiburones del dinero y que se aferra a la verdad a medias de la austeridad que imponen Alemania y los estados germanófilos de Finlandia y Holanda.
El primer problema de España es el paro. Y el segundo es la deuda. España se desangra por los seis millones de personas desempleadas y el déficit infecta esa herida hasta hacerla mortal. Porque solo con recortes no se va a ningún lado, más que a peor. Los hechos lo demuestran y dejan vacíos de contenido real los programas electorales y las buenas intenciones de los gobernantes, que yo se las sigo suponiendo a casi todos.
El primer problema de España es el paro y el segundo es la deuda y solo hay una manera de arreglar los dos: ganar más plazo para pagar lo que debemos poniendo a trabajar a los españoles. Si no nos dan más tiempo a corto plazo deberemos cada vez más y trabajaremos menos personas, hasta que el círculo vicioso sea irreversible y se lleve por el desagüe al país que una vez fue la novena economía del mundo.
Solo con recortes no vamos a ningún lado, salvo a peor. Necesitamos más tiempo para pagar lo que debemos y que con ese margen se anime la economía a producir puertas adentro, porque solo con las exportaciones y el turismo no tenemos ni para empezar, por mucho que crezcan (es lo único positivo de esta crisis).
Y luego habrá que revisar qué es austeridad. ¿Es austero despedir funcionarios en vez de cargos políticos? Yo no tengo nada contra los políticos, al contrario, pero si hay que tener 36 alumnos por clase porque no nos podemos permitir otra cosa, no sé a cuento de qué tantos asesores y cargos públicos para hacer un trabajo que los funcionarios están más que cualificados para desarrollar y, además, guiados por la independencia que da, generalmente, saber que tu plaza es tuya.
Si los pensionistas de poco más de 400 euros por familia tienen que adelantar algunos euros para el pago de sus medicinas porque el dinero del Estado no da para más, no sé porqué las administraciones públicas siguen pagando a casi 3.000 euros a cargos públicos que no hacen otra cosa que dictados, fichas de no se qué o elegir el color de las cortinas de los actos y el papel de las cartas protocolarias.
Si las becas escasean para los que no tienen otra oportunidad de estudiar, porque no hay dinero suficiente para todo, no debería haberlo tampoco para traer y llevar a la puerta de su casa a tantos cargos públicos con derecho a conductor. Y más.
Y así podría estar unos cuántos párrafos más. Si los políticos quieren salir de ésta con más crédito del que tienen en la actualidad tienen que dejarse de gestos y empezar con los gastos. Pero también con los suyos y de verdad, del recorte que duele porque toca hueso, algo que ya hemos experimentado el resto de los ciudadanos.