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17/12/2015junio 7th, 2017
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Rotundamente intolerable. Que un energúmeno -porque lo es, aunque sea un chaval de 17 años- propine un brutal puñetazo en la mandíbula a un candidato a las elecciones generales, mientras éste saluda a sus seguidores para intentar ganarse legítimamente sus votos, es totalmente inadmisible y debe recibir el castigo que establece la ley. Sea quien sea la persona agredida, hay que rechazar estas actitudes violentas con toda contundencia.

Por muchas discrepancias que alguien tenga con Mariano Rajoy o con el PP -o con los candidatos de otras formaciones políticas-, la única manera que no es tolerable para expresarlas es la violencia. En ningún caso.


CRITICAR LAS IDEAS, NO LAS PERSONAS

Alberto Garzón, el candidato de Izquierda Unida-Unidad Popular -al que varios medios de comunicación han marginando de debates con otros adversarios en los que por ley debería haber participado-, lo ha dicho con la misma sensatez que viene demostrando durante toda la campaña electoral: «Hay que ser absolutamente crítico con las ideas pero absolutamente respetuoso con las personas», ha declarado. Los demás candidatos –Pedro Sánchez, Albert Rivera, Pablo Iglesias, Andrés Herzog y otros- también han condenado el puñetazo a Rajoy.

Del chaval que ha agredido al candidato del PP se han escrito en los periódicos unas cuantas cosas, algunas bastante sorprendentes. Se ha dicho que es «de izquierda radical», «independentista gallego», «joven militante de ultraizquierda», «simpatizante de las mareas», -en referencia a las candidaturas integradas por varios partidos políticos de izquierda que ganaron importantes alcaldías gallegas en las pasadas elecciones municipales- o «un radical adicto a Podemos». Parece que pretendieran decir que esas conductas son propias de la izquiderda.

Incluso ha habido quien ha opinado que esta intolerable agresión es consecuencia de las duras críticas del socialista Pedro Sánchez a Rajoy en su reciente cara a cara en televisión y del clima de crispación política que achacan a la izquierda. Y también ha habido quien ha metido en el mismo saco este caso con las recientes protestas contra desahucios en Barcelona en las que ha participado su alcaldesa, Ada Colau. ¿Hay quien dé más?

NO BUSCAR CINCO PIES AL GATO

No hay que quitar importancia a esta agresión, que debe ser castigada según la ley. pero tampoco hay que buscarle cinco pies al gato porque todo el mundo sabe que los gatos tienen cuatro pies. Incluso el candidato del PP y los dirigentes de este partido -excepto algún caso aislado- han mostrado más sensatez que algunos medios empeñados en defender al presidente hasta extremos ridículos y que han llegado a hacer conjeturas absurdas.

El chaval que ha agredido a Rajoy pertenece a una conocida y acomodada familia pontevedresa de clase media, forma parte del grupo de hinchas del club de fútbol Pontevedra denominado Mocidade Galega -en la policía dicen que no son demasiado violentos- y se define a sí mismo como «galleguista, antifascista y ultra del Pontevedra», pero no se le relaciona con ningún grupo político nacionalista o de izquierdas.

UN GALLEGUISTA QUE NO ESCRIBE EN GALLEGO

El joven demuestra que es bastante torpe cuando, en su cuenta de Twitter, ha difundido mensajes diciendo que iba a «hacer un atentado» contra la sede del PP y otros similares. Eso sí, los escribe en español o en inglés, pero no en gallego aunque diga que es galleguista.

La realidad es la que es, aunque hay quienes parecen estar interesados en deformarla. Mariano Rajoy ha recibido un tremendo puñetazo de un joven conflictivo, educado en un buen colegio privado y miembro de lo que se considera una buena familia. Pero el agresor podría haber sido un muchacho conflictivo sin educación o de una familia desestructurada o con todos sus miembros en paro o vaya usted a saber. Tanto en uno como en otro caso, intentar aprovechar la agresión para sacar rédito electoral o para apoyar al partido con el que se simpatiza es un error. Ni siquiera Rajoy lo ha hecho. Hace bien. Lo procedente, y es lo que ha está ocurriendo, es que actúe la Justicia.

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