Santiago Abascal ha dejado el PP. Un caso más de cómo los gobernantes, y reconozco que mira que tiene que ser difícil llegar a un acuerdo común en este desgraciado asunto que nos ha acompañado durante las últimas décadas de nuestras vidas, no han sabido todavía cerrar la herida que en forma de grieta infinita ha dejado en la sociedad vasca y española la banda terrorista ETA.
Cerrar el proceso. Tan cerca, tan lejos. Cuándo. Pero sobre todo cómo. Hay varias perspectivas. Una, la de las familias de las víctimas, quienes en su inmensa mayoría claman venganza y solicitan cárcel de por vida cuando no pena de muerte para quienes amparándose en la independencia política recurrían a las balas como una forma muy peculiar de entender la democracia. O me entiendes o me hago entender. Quizás la opinión más caliente, la de las víctimas, pero la que debemos tener más presente. Nunca sabremos lo que se siente quienes por fortuna no hemos tenido que vivir una situación igual. Ellas mejor que nadie saben lo que es que te tiemblen las piernas.
Dos, la de los gobernantes. Paz a toda costa, que es lo que se les exige, y para ello han de ejercer de árbitros. Pero los jugadores de un equipo no tenían nada que ver con los del otro. Unos salían al campo sólo con su ropa deportiva y los contrarios utilizaban machetes y bombas. El desenlace del partido no puede ser el mismo. No pueden ganar todos por igual. Porque al final siempre pierden los mismos.
Y tres, la de quienes lo vemos desde la «lejanía». En la década de los 80 alguien, las responsabilidades política y penal últimas se «desconocen» porque quisieron que así fuera, se inventó los GAL. El ojo por ojo, como también aplican, pero de forma «legal» los israelíes con el consentimiento, firmado, del primer ministro. Menos mal que aquella chapuza se paró, aunque no a tiempo de cometer las mismas estupideces que el «rival».
Los hay quienes piensan que la paz definitiva sólo puede llegar con un acuerdo de partes en el que todos cedan un poco. Si así fuera, algunos cederán mucho más. A las familias de las víctimas me refiero. Pero los asesinos y sus lugartenientes sólo tienen un camino común, que paguen en la cárcel por lo que han hecho. Todo proceso de paz comienza con el arrepentimiento de quien quita la vida a otro. Luego purga sus penas y después se reincorpora, reinsertado o no (ésa es otra cuestión) a la sociedad. Como cualquier delincuente común.
Lo demás es saltarse la ley. Que dicen que está para cumplirse.
Santiago Abascal ha dejado el PP. Pero antes lo hicieron otros por el mismo motivo. Igual que en el PSOE hubo grandes discrepancias internas por las formas de llevar el llamado proceso de paz. El terrorismo, que todavía provoca «peleas» entre los pacíficos. No debe ser fácil gobernar, no…
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