A Pablo le han tirado de la coleta, Mariano ha rejuvenecido cuatro años, Pedro ha salvado la cabeza y Albert se ha quedado a verlas venir.
Lo de las elecciones en España tiene su miga. Había que eligir entre lo menos malo, por lo que el miedo escénico a la venezolana ha podido más que la corrupción. En el PP no se lo terminan de creer y en Podemos todavía piensan que esto es una pesadilla de la que no se van a despertar. El PSOE se ha quedado en la pelea aun perdiendo diputados y el destino les ha dado una oportunidad más. Mención aparte para IU, fagocitada en la «derrota» de Podemos y ya desaparecida en combate para siempre jamás. Con el cabreo de muchos de sus históricos votantes, quienes nunca aceptaron ser literalmente ser comparsas para terminar engullidos porque sí. Que se lo pregunten ahora a Cayo Lara. Bueno, y a Garzón, si le encuentran…
Vaya «tortasso», desde luego…
De las encuestas mejor no hablar, porque visto lo visto parece que se hicieron pensando en avisar a la población de lo que se podía venir encima. Y han movilizado voto, seguro. Fueron encuestas a la contra y dejaron a muchos exvotantes del PP con la mosca posada sobre la oreja. Al final se quitaron el ex.
Estas elecciones las comenzamos comiendo turrón y han finalizado tostándonos en la piscina o en la playa. En marzo todo se dirigía a que Sánchez iba a ser el presidente con Podemos de escudero y tres meses después Rajoy se ha ganado el derecho, a base de votos, a serlo. Su «sé fuerte» lo ha puesto en práctica aun cuando casi nadie lo creía y al final la moneda le ha salido de cara.
Porque nadie en este país pensaba que conseguiría 137 diputados. Ni él.
Lo mejor de toda esta historia es que se acabará la España en funciones en la que vivimos y el «miedo a» ha vuelto a funcionar. Porque es libre y el voto siempre es imprevisible.
Lo peor es que ni la corrupción pasa ya factura.
@CesardelRioPolo
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