Es probable que muchas personas no residentes en la Comunidad de Madrid estén hartas de tener que ver, escuchar y leer cada día tantas noticias sobre las elecciones autonómicas del 4 de mayo en esa comunidad, mientras otros asuntos de sus territorios, más importantes para ellas, quedan en segundo o tercer plano. Que tengan paciencia porque, durante dos semanas de campaña electoral, van a recibir desde todos los espacios informativos un aluvión de declaraciones, ataques de unos líderes a otros más allá de la necesaria crítica, promesas creíbles e increíbles, contradicciones y algunos exabruptos y meteduras de pata.
Los comicios del próximo 4 de mayo son algo más que unas elecciones autonómicas, mucho más. Ese día, los más de cinco millones de madrileños llamados a votar no solo elegirán a los diputados y diputadas de la Asamblea de Madrid, sino que sus papeletas tendrán mucho que decir sobre el futuro político de Pablo Casado, de Pablo Iglesias y del partido Ciudadanos. Aunque oficialmente son unas elecciones autonómicas, tendrán consecuencias en la vida política nacional y por eso ocupan tanto espacio en todos los medios de comunicación cada día.
Isabel Díaz Ayuso aspira a multiplicar sus resultados de 2019 y ganar, como vaticinan todas las encuestas. Pero es difícil que logre los 69 escaños de la mayoría absoluta, por lo que tendrá que pactar con Vox o con Ciudadanos para seguir ocupando la Presidencia de la comunidad. No tendrá inconveniente en negociar con la ultraderecha, como ha dicho, o con el partido naranja, pese a lo mal que terminó con los de Inés Arrimadas.
Ciudadanos, entre lograr escaños o desaparecer de la Asamblea de Madrid
Pero Ciudadanos corre el riesgo de no alcanzar el 5% de votos necesario para entrar en la Asamblea, según vaticinan muchos sondeos, y Vox podría perder el apoyo de algunos votantes que ahora opten por Díaz Ayuso para evitar que los tres partidos de izquierda (PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos) puedan sumar escaños suficientes para desbancar al PP del Gobierno regional tras 26 años en él.
Si Díaz Ayuso perdiera la Presidencia, Pablo Casado vería muy perjudicadas sus aspiraciones de ganar las próximas elecciones generales a Pedro Sánchez. El fracaso de ella, que fue una apuesta personal de Casado para encabezar la candidatura del PP en 2019, sería visto como un gran fracaso de él. Y si ella triunfa y puede gobernar, en el Partido Popular preocupa que le haga sombra a él.
También se juega mucho Pablo Iglesias, que decidió dejar la vicepresidencia segunda del Gobierno para encabezar la candidatura de Unidas Podemos en estas elecciones, ante los malos pronósticos de algunas encuestas que vaticinaban la posibilidad de que la formación morada no lograra el 5% de los votos y no entrara en la Asamblea, como le ocurrió en las últimas elecciones de Galicia. Muchos analistas consideran que este paso de Iglesias es el primero hacia el final de su carrera política, no a corto pero sí a medio plazo.
¿Un empate entre la izquierda y la derecha?
El PSOE ganó las anteriores elecciones autonómicas con Ángel Gabilondo -aunque no pudo gobernar por el pacto del PP con Ciudadanos y Vox-. Más Madrid espera mejorar sus resultados de 2019 (por encima de Unidas Podemos) y la irrupción de Pablo Iglesias en las listas asegura que la formación morada ya no está en peligro de desaparecer. La clave está en saber si entre estos tres partidos de izquierda lograrán escaños suficientes para poder pactar el futuro Gobierno autonómico de Madrid, porque algunas encuestas prevén un empate técnico entre ese bloque y el de PP, Vox y Ciudadanos.
Ahora que algunos dirigentes políticos acostumbran a responsabilizar a los periodistas y los medios de comunicación de todo aquello que les molesta o perjudica a sus intereses -y algunos los ponen en el centro de la diana, al señalarles con nombre y apellidos para que sean objeto de un impresentable acoso en las redes sociales más allá de la crítica legítima-, hay que decir que los periodistas y los medios no tienen la culpa de esta saturación de informaciones sobre las elecciones madrileñas. Es fruto de la importancia que estos comicios tienen para la vida política nacional y, por tanto, para la ciudadanía de toda España.
Los informadores deben estar sometidos a la crítica, claro que sí, pero por lo que hagan mal, por mentir, por manipular la información o por no respetar las normas deontológicas de su profesión, no porque a un político no le guste lo que un periodista dice de él o por la línea editorial de un medio de comunicación.