Mientras la mayor parte de los salarios han disminuido o han permanecido congelados durante la última década de crisis económica, las retribuciones de los presidentes y consejeros de las grandes empresas que cotizan en Bolsa se han incrementado de manera espectacular. Los ricos han ganado más dinero durante la crisis, y la clase media y los pobres se han empobrecido aún más, según reflejan los datos oficiales y denuncian cada año organizaciones no gubernamentales como Cáritas, Oxfam/Intermón y otras.
En últimos años, el Producto Interior Bruto (PIB) ha crecido en España por encima del 3 por 100, más que en ningún otro país de la Unión Europea. El expresidente Mariano Rajoy y su Gobierno utilizaron reiteradamente este dato para presumir de su política económica, y Pablo Casado y los dirigentes del PP lo repiten con frecuencia en sus críticas a Pedro Sánchez y al PSOE. Pero se olvidan de decir que esa importante mejora de la economía no ha beneficiado por igual a toda la ciudadanía sino que ha habido un escandaloso aumento de la desigualdad social, un terreno en el que España también se ha situado, lamentablemente, a la cabeza de Europa.
Subidas salariales del 43 por 100
La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), el organismo oficial encargado de supervisar e inspeccionar las operaciones que se realizan en el mercado de la Bolsa, ha hecho público su informe anual con las remuneraciones que perciben los miembros de los consejos de administración de las 35 grandes empresas que integran el Ibex35. Llama poderosamente la atención que entre 2013 y 2017, años todavía de crisis económica aunque menos intensa, la retribución de esas personas se incrementó un 29 por 100 de media. Y un dato incluso más escandaloso: los sueldos de sus presidentes y consejeros delegados subieron un 43 por 100.
Habrá quien diga que, si esas empresas ganan dinero, sus presidentes y consejeros tienen todo el derecho a disfrutar de salarios tan elevados. Y también habrá quien diga que ese incremento medio ha sido tan grande porque en esos años vencieron los planes de pensiones que tenían los consejeros de varias empresas y, como son planes multimillonarios, eso hizo que subiera mucho la media de aumento de sus retribuciones. Eso es cierto. Pero también lo es que, mientras ellos se beneficiaban de esos elevados incrementos, miles de trabajadores de esas 35 empresas han tenido sus sueldos congelados o con aumentos muy pequeños y, en algunas, incluso ha habido recortes salariales y despidos. Y los beneficios, cuando los hay, habría que repartirlos con justicia y algo debería ir destinado a subir los salarios de las plantillas, ¿no? Así se empezaría a combatir la desigualdad social.
Con esa desigualdad como retrato de la actual sociedad española, Pedro Sánchez ha pactado con Pablo Iglesias unos acuerdos, para incluirlos en los Presupuestos Generales del Estado del año próximo, que han levantado ampollas en el PP y en Ciudadanos. En el Gobierno y el PSOE dicen que son unos presupuestos más sociales, y ahora tienen que negociarlos con los demás grupos parlamentarios de la oposición porque no tienen votos suficientes en el Congreso para sacarlos adelante. Pero Pablo Casado y Albert Rivera no han esperado al inicio de esas negociaciones y se han lanzado desde el minuto uno a la yugular del presidente del Gobierno, al que reclaman que convoque elecciones generales ya.
Reclaman elecciones generales anticipadas
Nadie puede asegurar que Pedro Sánchez convocará elecciones generales antes de 2020, que es cuando terminará la actual legislatura y correspondería celebrarlas si la vida política transcurriera con normalidad. Tampoco se puede decir con certeza que no vaya a hacerlo. Pero lo que sí es seguro es que, mientras muchos periodistas y politólogos especulan en las tertulias de radio y televisión sobre lo que hará el presidente del Gobierno, Casado y Rivera han iniciado una campaña electoral en la que todo vale: la crítica legítima y necesaria, sí, pero también crispar la vida política, sobreactuar, mezclar churras con merinas en los discursos, hablar buscando titulares en los medios y, por qué no, decir alguna que otra falsedad de vez en cuando.
Metidos ya en esa precampaña, aunque no se sabe cuándo habrá elecciones generales, Pablo Casado no ha dudado en viajar a Bruselas para criticar allí los Presupuestos del Estado que ha entregado el Gobierno a la Comisión Europea -ha presentado solo las líneas generales de esas cuentas, como corresponde, para que den el visto bueno-, porque dice que contienen datos falsos y que acarrearán más déficit y más paro. Parece que el presidente del PP sigue los pasos de su admirado José María Aznar, que cuando dejó de ser presidente de España no dudó en criticar en el extranjero al Gobierno español, su Gobierno, cada vez que salía de España. Y después se proclaman patriotas.
Desde la campaña de las elecciones primarias en el PP que le llevó a la presidencia de su partido, Pablo Casado ha dado un giro desde el centro derecha hacia una derecha más dura, que puede darle resultados a corto plazo en los sondeos pero no se sabe lo que le acarreará a medio plazo. En el PP dicen que, según sus encuestas, en los cinco meses últimos han recuperado 3,5 puntos de votos, procedentes sobre todo de personas que se abstuvieron en las últimas elecciones porque no compartían algunas decisiones de Rajoy o que votaron a Ciudadanos.
Pero, según ha publicado El Mundo, los votos que recuperan proceden de personas mayores de 55 años y no logran convencer a votantes más jóvenes, pese a que el presidente del partido tiene 37 años. Esto preocupa a algunos dirigentes del PP, que ya dicen en privado que Pablo Casado debería ser más moderado en su discurso. Él está satisfecho, dicen, porque en las encuestas va recuperando votos. El tiempo dirá si acierta o se equivoca.