domingo, 22 de septiembre de 2024
12/12/2013junio 9th, 2017
César del Río César del Río

Al director del periódico The Guardian le preguntaron en el Parlamento británico, después de publicar los famosos papeles en los que se denunciaban millones y más millones de actos de espionaje en Estados Unidos y Gran Bretaña (hasta donde yo sé, escuchar a los demás sin permiso ni razón de ser alguna es violar su intimidad y, por lo tanto, un delito) si amaba a su país. O, lo que es lo mismo, el Gobierno lo que quería era practicar el sofismo de iniciar un debate partiendo de una premisa completamente falsa que, es evidente, debía terminar en lucir «su» verdad. Una verdad que era relativa porque, hete ahí, cada uno puede ver las cosas de manera distinta e incluso opuesta a los demás, no hay una verdad absoluta.

Y me refiero a estadounidenses e ingleses porque son los que han salido a la palestra, pero a nadie se nos escapa que no están solos.


Resulta que denunciar un delito, porque eso es el espionaje sin sentido e indiscriminado venga de donde venga, pero todavía más si quien lo ordena es un Estado, debería estar premiado y no penado. Pero aquí, como ocurre con tantas y tantas cosas, se persigue a un medio de comunicación por publicar y demostrar que hay Estados que en su desaforado celo profesional se valen de delitos para controlarnos. Y en vez de reconocerlo, pedir disculpar y responder ante la Justicia (la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero) como a cualquier hijo de vecino le obligarían a hacer, van directos a por el mensajero. La táctica de que lo que no se publica no llega al ciudadano y por lo tanto no existe.

Amar a tu país, por lo que se ve, es no publicar lo que no les conviene a ellos, aunque hablemos de delitos. Y si no, ya sabes, presiones desde el minuto uno hasta la prórroga e incluso en los penalties, te elaboran un traje de miserable y hala, si no quieres una taza… Que siempre habrá pelotas, hablo de periodistas también, que les bailen el agua.

¡Vaya tropa!

Las cifras que se manejan al respecto no tienen límite, engullen todo lo que pasa a su alrededor. Porque todo lo publicado, nos enteramos hace unos días, ¡¡¡apenas es un 1 por 100 de los casi 60.000 documentos que el repudiado Edward Snowden les facilitó a los periodistas!!!

Estamos en(tre) pelotas, señoras y señores, no nos engañemos. O sí, porque esto es una engañifa, algo artificial, las escuchas indiscriminadas e ilegales, que nos quieren hacer pasar por algo útil.

El periodismo, tan fácil pero tan difícil.

@CesardelRioPolo

cesardelrio@encastillalamancha.es

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