Los socialistas franceses están que trinan con su presidente y con su primer ministro, los también socialistas François Hollande y Manuel Valls, respectivamente. Y no es para menos. El anuncio de que el Gobierno galo se propone recortar 50.000 millones de euros y, para ello, va a congelar las pensiones y los sueldos de los funcionarios hasta 2017, recortar en sanidad y dar un buen tajo a otros servicios sociales ha llevado a buena parte de los diputados del Partido Socialista francés a rebelarse contra sus jefes.
Por si alguien en España todavía tenía dudas de que Europa manda y decide en la política y la economía de cada país miembro tanto como sus propios gobiernos, el tremendo recorte anunciado por el Ejecutivo francés puede servir para aclarárselas: la Comisión Europea y la Alemania de Angela Merkel dijeron a Francia que tenía que recortar más y, con toda rapidez, Hollande y Valls anunciaron que cumplirán esa orden, le pese a quien le pese e incluso con la oposición de buena parte de su partido.
LOS RECORTES EN ESPAÑA
Los españoles sabemos muy bien lo que significa padecer recortes económicos y de derechos sociales para cumplir las exigencias de Europa. Empezó a aplicarlos José Luis Rodríguez Zapatero en mayo de 2010, cuando anunció unas medidas duras obligado por Bruselas, y después siguió haciéndolo Mariano Rajoy con medidas mucho más duras. Y con ellas continuamos.
La diferencia entre los dos casos, el francés y el español, es que allí una parte de los dirigentes y diputados socialistas se ha levantado casi en armas contra sus jefes, afeándoles que hayan anunciado los recortes sin siquiera haber hablado antes con ellos -y queda por ver si votarán a favor de esas medidas en el Parlamento o se opondrán a ellas-, mientras que aquí a los dirigentes del PP y a sus diputados no se les ocurre levantar la voz ante Rajoy por nada del mundo. Por no molestar, ni siquiera le preguntan en las reuniones del partido sobre los asuntos que puedan resultar incómodos para el líder.
NO CUMPLIR LOS COMPROMISOS
Tanto en Francia como en España, y tanto en el caso de Zapatero como en el de Rajoy, hay una coincidencia muy preocupante para la ciudadanía: unos y otros incumplen sus promesas o sus programas electorales y siguen gobernando en vez de marcharse a su casa cuando ven que no pueden cumplir sus compromisos. Se limitan a decir que las circunstancias de la crisis económica les obligan a adoptar medidas contrarias a lo que ellos han ofrecido pero continúan en el cargo a la espera de lo que decidan los votantes en las siguientes elecciones. En el caso de Zapatero decidieron echarle de La Moncloa.
El ejemplo de los dos últimos presidentes españoles y el de los actuales gobernantes franceses demuestran de manera bien clara el gran poder que tiene Europa en cada uno de los países que integran la Unión Europea. Conviene pensar en ello.
La Unión Europea dice a los gobiernos de sus países lo que tienen que hacer en materia económica, como ya hemos visto aquí y en otros Estados; los tribunales europeos dictan sentencias como la de la llamada doctrina Parot, que han obligado a excarcelar a etarras y peligrosos delincuentes porque España tiene que cumplir esas decisiones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, aunque no nos gusten; la UE y la señora Merkel nos dicen hasta dónde hay que reducir nuestro déficit público, aunque para conseguirlo haya que reducir salarios, pensiones, prestaciones sociales y derechos de la ciudadanía conseguidos con mucho esfuerzo… Y así hasta que se quiera.
LAS ELECCIONES DEL 25 DE MAYO
¿Y todavía hay quien duda de que Europa manda mucho en España? Los hechos demuestran lo contrario. Por eso son importantes las elecciones que se celebrarán el 25 de mayo en la Unión Europea para elegir a los miembros del Parlamento Europeo.
A los dos grandes partidos, el PP y el PSOE, les preocupa más que un nublado que la abstención sea muy elevada. Y tienen razón: si los ciudadanos no aprovechan la ocasión para colocar en el Parlamento de Europa a las personas que consideren que van a defender mejor sus intereses, no podrán protestar después cuando España se vea obligada a cumplir órdenes europeas, por mucho que nos perjudiquen.
Por eso es de desear que los socialistas, los «populares» y los líderes de los demás partidos aprovechen los 15 días de la inminente campaña electoral para explicar a los votantes lo importante que es Europa para España y la incidencia directísima que tiene en nuestra vida diaria.
E igual de importante es que cada ciudadano, desde su total libertad para votar a quien considere oportuno, tenga claro que no todos los partidos de derecha son iguales -los nacionalistas del PNV o de CiU, por ejemplo, no son como el PP aunque coincidan en algunas cosas- ni tampoco son iguales todos los partidos del sector de la izquierda: el PSOE se parece bastante poco a Izquierda Unida, por citar sólo un caso.
Sabiendo que las decisiones de Europa nos afectan y que existen soluciones a la crisis distintas a las que está aplicando el PP en España y las que va a aplicar el Partido Socialista en Francia, cada elector podrá decidir a quien apoya el próximo 25 de mayo.