La expulsión de cinco diputados del PSOE en el Pleno de Presupuestos por llevar una camiseta con la leyenda «No al cierre de Elcogas» me ha recordado algunas cosas estos díás que comparto hoy con los lectores.
Durante 28 años el PSOE (desde el Gobierno) enseñó al PP (en la oposición) a controlar con mano de hierro las Cortes. Les demostraron cómo, y legalmente, se podía hacer invisible a la oposición por mucho y bien que trabajaran en el Parlamento. La herramienta empleada era un Reglamento más propio de las Cortes castellanas de la Edad Media que de las cámaras legislativas del siglo XX o XXI, normativa aún en vigor.
Los socialistas enseñaron a los «populares» cómo minar la moral del contrario rechazando uno tras otro escritos y propuestas para debatir en las Cortes los temas candentes, los que perjudicaban al Gobierno y enardecían a la opinión pública. Cuando conseguían colar algún punto caliente en el orden del día, el debate quedaba aprisionado por unos turnos de intervención pensados para poner sordina a los mensajes de la oposición. El Reglamento de las Cortes de CLM permite al Gobierno hablar cuando quiera, así que solía pasar que las posturas del Ejecutivo y el partido que lo sustentaba disponían en la práctica de hasta hora y media para colocar sus mensajes mientras que el portavoz de la oposición que intervenía se tenía que confirmar con apenas 30 minutos, a veces menos; y, por supuesto, nunca cerraba el debate si era algo importante.
Recuerdo que una vez Agustín Conde, entonces jefe de la oposición, ya desesperado porque se le negaba la palabra una y otra vez en medio de una trifulca que acababa de producirse se levantó y dijo:
Agustín Conde: Pido la palabra, presidente.
Antonio Marco (presidente de la Cámara en aquellos momentos): ¿Qué artículo invoca?
Conde: Cualquier artículo del Reglamento que me permita intervenir.
Marco: No tiene la palabra.
La escena, si no me falla la memoria, transcurrió más o menos en estos términos. Así se saldaban las cosas, sin contemplaciones. El control de una buena parte de los medios hacía el resto.
En agradecimiento a tan útiles conocimientos para cuando ellos gobernaran, el PP enseñó al PSOE a reventar los plenos, la única manera que encontró como oposición para que el Gobierno socialista y su Grupo Parlamentario no se salieran siempre con la suya. El PP descubrió que montando numeritos con carteles o provocando expulsiones con protestas e interrupciones del debate o abandonando el Salón de Plenos como muestra de indignación por la aplicación del rodillo de la mayoría absoluta socialista, la noticia eran ellos en vez del Gobierno. Y, de paso, colocaban sus mensajes. El hecho de que la jefa de la oposición fuera al mismo tiempo la secretaria general del PP acrecentaba la notoriedad y trascendencia de aquellos hechos.
Durante más de 20 años he seguido como periodista la actividad parlamentaria en las Cortes de Castilla-La Mancha. Esto es lo que he visto y así se lo cuento.
Antaño era el PSOE el que se echaba las manos a la cabeza tachando de irresponsables o histriónicos los comportamientos del PP en esas prácticas de revientaplenos. Y el PP hace hoy lo propio. Obviamente, cada partido tiene su estilo y a cada cual le parece mejor el suyo e incomparable con el ajeno… Pero, en el fondo, hablamos de lo mismo: gamberradas en el Pleno y un Reglamento que cortocircuita la posibilidad de cualquier debate interesante.