Nos acercamos al 8 de marzo, fecha de conmemoración del Día Internacional de la Mujer y se avecina una auténtica invasión de proclamas por la igualdad.
Afortunadamente, la mayoría de las opiniones públicas y publicadas serán a favor de la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Y creo que sus firmantes lo hacen convencidos, aunque no descarto otras motivaciones (no soy tan ingenua).
El regreso de las ideas más rancias sobre la mujer
Pero también es cierto que aún hay que lamentar no solo el más terrible de los males del machismo, que es la violencia de género, sino también el regreso por todo lo alto y con estruendo de las ideas más rancias sobre la mujer, su papel, su personalidad y su sitio en la sociedad del siglo XXI.
Cuando el 8 de marzo de 2018 las calles de toda España se llenaron de morado, el color que simboliza a las mujeres, de gritos en paz a favor de la igualdad y contra la violencia de género, y de mensajes generalizados para acabar con el machismo y la desigualdad, pareció que no habría marcha atrás.
Desgraciadamente la había. El salto al estrellato político de Vox puso bajo el foco sus retrógradas opiniones sobre la mujer, que amenazaban con suponer una grave regresión si partidos como el PP y Ciudadanos, con los que disputan caladeros de voto, se sumaban, aunque fuera colateralmente, a la fatídica «moda».
Las mejores cabezas del PP salieron para frenar cualquier tentación y los propios estrategas de Vox han tenido que eliminar algunas de sus consignas sobre las mujeres y suavizar otras. Pero medidas como la de pedir los nombres de quienes trabajan contra la violencia de género en Andalucía sirven de aviso para mantener activo el sistema de alerta por la igualdad.
De los bordados al máster
Pese a todo, echar la vista atrás también es positivo para ver el avance, que yo sigo considerando imparable, aunque soy consciente de que se puede ralentizar.
Hubo un tiempo en el que los fondos para financiar actividades de las asociaciones de mujeres iban a cursos de cocina, costura y excursiones. Hoy, las ayudas se piden para formación, porque las mujeres forman parte de los escenarios más exigentes profesionalmente, ya sea en la universidad, la economía, la empresa, el deporte, la banca, la política y, desde luego, en el llamado Tercer Sector, ese en el que siempre fuimos mayoría.
Ya no se habla solo del 8 de marzo, sino del mes entero como el de la mujer. Un día quizás no sea necesario, pero por el momento hay que mantener activa la alerta contra la desigualdad, pero también valorar lo conseguido. Recordar que muchas lo lograron incluso en las peores circunstancias animará a las mujeres contemporáneas y desmotivará -así lo deseo- a sus enemigos.