Tiene que ser muy duro tener más de 20 años, ofrecer tu fuerza de trabajo a la sociedad con el objetivo de ganarte la vida después de años de formación y encontrarte con una demanda escasa o precaria por parte de los creadores de empleo. Sobre todo porque esto ocurre al inicio de la vida laboral, en una edad en la que la ilusión por conseguir un trabajo aún está intacta. Muchos jóvenes se encuentran atrapados por la falta de opciones al no funcionar la conexión de oferta y demanda. Debe ser complejo en el plano personal seguir viviendo con y de tus padres cuando ves que te acercas a los 30 años y te faltan oportunidades.
Los cuellos de botella
No solo es el desajuste entre oferta y demanda que genera altas cifras de paro juvenil, o la dualidad de nuestro mercado laboral que perjudica principalmente a los jóvenes, víctimas en muchos casos del exceso de temporalidad en los contratos.
Hay también otros cuellos de botella o barreras que influyen en esa fase previa a encontrar un trabajo. La falta de redes de contactos es una de ellas. Tener una buena agenda favorece el acceso al mercado laboral, en muchas ocasiones por delante de la formación de la persona que busca empleo. Los jóvenes, tanto por edad como por la falta de experiencias profesionales, no han tenido las opciones ni el tiempo necesario para crear su propia red de personas o empresas que les ayude a encontrar una ocupación. Si tenemos en cuenta esta cuestión, parten en una posición de desventaja quienes no tengan unos padres con una agenda de contactos que les dé un empujón aunque cuenten con una formación sólida.
Otro factor que puede generar desigualdad de oportunidades es la localización geográfica de origen. Los focos de empleo e industria se concentran alrededor de las grandes áreas metropolitanas. Muchos jóvenes que viven en zonas despobladas del interior tienen que plantearse al inicio de su carrera laboral un cambio de residencia, que está asociado normalmente a un incremento de costes.
Encontrar la salida
Se necesita más industria en zonas despobladas y con baja renta per cápita para favorecer la creación de áreas de población con menos desempleo. A lo anterior se puede unir una apuesta decidida por la conexión y establecimiento de redes de contacto entre los centros de formación públicos y empresas. Una ayuda para que los conocimientos, las habilidades, las actitudes y las aptitudes de todos los jóvenes tengan la misma oportunidad en el inicio de la búsqueda de empleo.
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