La alcaldesa de Madrid, Ana Botella, está como loca por encabezar la candidatura del PP en las elecciones municipales de 2015, porque quiere continuar en el cargo que heredó, sin pasar por las urnas, de Alberto Ruiz-Galardón. En su partido, por el contrario, son muchos los dirigentes que están como locos por encontrar un candidato o candidata potente para que no sea ella. Saben que con Botella como número uno de su lista perderían la mayoría absoluta, con toda probabilidad, debido al rechazo que el electorado muestra hacia ella en las encuestas.
La mujer del ex presidente Aznar se ha hecho más famosa por sus meteduras de pata que por su gestión al frente de la capital de España. Y ha cometido errores tan graves que en otros países la hubieran llevado a dimitir hace tiempo, pero ya se sabe que los políticos españoles no suelen conjugar el verbo dimitir, salvo contadísimas excepciones.
CUANDO HABLA, SUBE EL PAN
Sus declaraciones, frases sorprendentes y ocurrencias han trascendido más allá de las fronteras y han sido objeto de todo tipo de bromas en medios de comunicación y en las redes sociales. Como diría un madrileño castizo, es que cada vez que habla la alcaldesa sube el precio del pan.
Su última sorpresa la ha dado el lunes 2 de diciembre, con el discurso que pronunció en el Club Siglo XXI. Allí, contradiciendo la mayoría de las encuestas, no dudó en decir que su gestión al frente del Ayuntamiento de Madrid «está yendo bien». Y no sólo eso: también afirmó que mientras el PP nacional no aclare «las dudas» que tienen los ciudadanos sobre el proyecto político que representa este partido y recupere la confianza en las instituciones, «ninguna gestión municipal o autonómica, por modélica que sea, bastará para evitar una fragmentación significativa de la base del Partido Popular». Más o menos, que por mucho que ella haga las cosas bien -¡¡¡-, los madrileños no se lo reconocerán mientras el PP nacional las haga mal.
MALESTAR EN EL PP
En la dirección del PP no han caído nada bien esas palabras, que coinciden con las advertencias que José María Aznar hace de vez en cuando a Rajoy, indicándole el camino que debería seguir, porque consideran que, con una gestión como la suya al frente del Ayuntamiento, ella es la persona menos indicada para dar ningún consejo.
Cualquiera que busque en internet los errores cometidos por Ana Botella encontrará una extensa relación, sin ninguna dificultad. Uno de los más sonados, que probablemente fue el primer y principal resbalón en su carrera para ser la candidata del PP en las próximas municipales, lo cometió el 1 de noviembre del año pasado. A las pocas horas de que cinco adolescentes murieran en la tragedia ocurrida en la macrofiesta del Madrid Arena, ella se fue con su marido a un hotel de lujo en Portugal a celebrar el aniversario de boda, porque lo tenía reservado con anterioridad. Ante las críticas, incluso desde su propio partido, se vio obligada a regresar a Madrid al día siguiente.
Su defensa de la candidatura de Madrid como aspirante a sede de los Juegos Olímpicos de 2020 fue tan lamentable como la exhibición que hizo de su mal dominio de la lengua inglesa.
LA HUELGA DE LIMPIEZA
Más recientemente, durante la huelga que protagonizaron en la capital los servicios de limpieza -a los que las empresas que los tienen adjudicados habían anunciado un 25 por 100 de despidos y una reducción del 43 por 100 en sus salarios, que oscilan entre 800 y 1.300 euros al mes- , la alcaldesa dijo que era un problema entre esas empresas y sus trabajadores y no del Ayuntamiento, a pesar de que la limpieza es un servicio municipal que ha sido adjudicado a empresas privadas.
Cuando la huelga cumplió nueve días y las calles de Madrid estaban llenas de basura, Ana Botella dio 24 horas de plazo a esas empresas para que negociaran y resolvieran el problema. Hay que repetirlo, para creerlo: tras nueve días de huelga, no antes. Después cometió la torpeza de decir en una rueda de prensa -leyéndolo, como suele hacer con frecuencia ante los periodistas- que el final de ese conflicto sin despidos había sido posible gracias a la reforma del mercado laboral que aprobó el Gobierno de Rajoy. ¿No tuvo que ver nada, para que finalizara ese conflicto, la presión de los trabajadores durante 12 días, a pesar de que perdían una parte importante de su salario?
Si Ana Botella fuera alcaldesa de cualquier otra ciudad de España probablemente no estaría hoy en esta columna. Pero dirigir el Ayuntamiento de la capital es algo más que ser alcaldesa. Por eso, sus meteduras de pata son algo más que los errores que puede cometer cualquier edil y van más allá de nuestras fronteras; y por eso está aquí.
Si quisiera hacer un favor a su partido y a los madrileños, incluyendo a muchos votantes del PP, Ana Botella dejaría que transcurriera el año y medio de mandato que le queda, no haría nada para hacer ver que quiere seguir en el cargo y lo dejaría en las próximas elecciones municipales. Pero ella demuestra siempre que puede que su deseo es continuar, le pese a quien le pese. ¿Quién ganará el pulso, la dirección del PP y los madrileños que le votan o la alcaldesa, su marido y los escasos compañeros de partido que la apoyan?
Y EN CASTILLA-LA MANCHA…
En las oficinas de empleo de Castilla-La Mancha se registraron en noviembre 3.691 personas más que en octubre (un incremento del 1,45 por 100, frente al leve descenso que ha habido en España), lo que sitúa en 258.725 los desempleados inscritos en la región, que son menos de los que hay en realidad. Los afiliados a la Seguridad Social descendieron en 24.615.
Una de las primeras cosas que nos dicen a los periodistas en la Universidad es que «las opiniones son libres, pero los hechos son sagrados». Este es el dato oficial y, por eso, el PP y el PSOE castellanomanchegos deberían aplicarse esta frase de los periodistas y dedicarse a buscar soluciones juntos para crear empleo en vez de tirarse los trastos a la cabeza y acusarse mutuamente de haber destruido más puestos de trabajo.