Con las cosas de comer no se juega, dice un conocido refrán. Con la Educación no se debería jugar, dice el sentido común, padres y madres, profesorado y alumnado.También lo dicen muchos políticos cuando tienen delante un micrófono o una cámara de televisión, pero a la hora de llevar esa afirmación a la práctica parece que tienen más en cuenta sus intereses de partido que el interés general para el país de un asunto tan trascendente como éste. O, al menos, esa es la impresión que tiene la ciudadanía cuando ve su comportamiento.
Viene esto a cuento por fracaso hacia el que camina la subcomisión del Congreso de los Diputados que busca un gran Pacto de Estado Social y Político por la Educación. Se constituyó hace un año, ha escuchado a varias decenas de comparecientes -profesores, catedráticos y otros especialistas en la materia- y ahora está a punto de naufragar.
Discrepancias por la financiación
El martes 6 de marzo el PSOE se levantó de la mesa y abandonó esa subcomisión, entre otros motivos porque reclama el 5% del Producto Interior Bruto para financiar la Educación -unos 1.500 millones de euros más cada año hasta 2033-. Ahora está en el 4,1% y el PP ofrecía incrementarlo, pero a cambio de que colaboren también las comunidades autónomas.
Al día siguiente, miércoles, el grupo parlamentario de Unidos Podemos se reunió con representantes de la comunidad educativa, quienes les pidieron que no sigan en esa mesa porque no se cumple lo que la famosa marea verde de la Educación viene reivindicando en la calle en los últimos años, entre otras cosas derogar la polémica Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) y contratar a miles de profesores que han sido despedidos por los recortes. Petición aceptada: los diputados de Unidos Podemos también han abandonado esa subcomisión.
Los argumentos del PSOE y de Unidos Podemos para abandonar la subcomisión son serios. Pero también es muy seria la necesidad de llegar a ese gran pacto de Estado por la Educación del que todos los partidos políticos hablan siempre pero nunca logran.
No parece lógico, y no es bueno para los estudiantes, que cada pocos años cambie el sistema educativo porque cambia el partido en el Gobierno y decide modificar lo que ha hecho su adversario político cuando gobernaba. Conviene recordar que desde la reinstauración de la democracia en España se han aprobado siete leyes de Educación.
El PP se negó a firmar a última hora
En 2010, cuando gobernaba José Luis Rodríguez Zapatero, el entonces ministro de Educación, Ángel Gabilondo, se comprometió a alcanzar un pacto de Estado por la Educación y casi lo consiguió. Pero cuando estaban a punto de lograrlo era al final de la legislatura, se acercaban las elecciones generales y María Dolores de Cospedal, entonces secretaria general del PP y hoy ministra de Defensa, y su partido decidieron que no les convenía firmar en ese momento, probablemente porque pensaron que ese pacto sería visto como un éxito del PSOE y les quitaría votos a ellos.
Los 14 diputados que integran la subcomisión citada (cuatro del PP, dos del PSOE, dos de Unidos Podemos, dos de Ciudadanos, uno del PNV, uno de PDeCAT, uno de ERC y uno de EH-Bildu) están obligados a hacer todos los esfuerzos necesarios, y más, para alcanzar un acuerdo, aunque habrá aspectos en los que discreparán.
Por muy serios que sean los argumentos de quienes han abandonado la subcomisión o los que contraponen otros partidos, lo más importante en este asunto es responder con eficacia a las necesidades del alumnado con un Pacto de Estado que traiga estabilidad a un sistema educativo caracterizado durante décadas por los cambios y por la ideología de cada partido. Con las cosas de comer no se juega y con la Educación tampoco.