Si el escritor y matemático británico Charles Lutwidge Dodgson -conocido por el seudónimo de Lewis Carroll– hubiera vivido en la actualidad y no en el siglo XIX, habría tenido un gran competidor en Mariano Rajoy como experto en presentar una realidad que sólo existe en su imaginación.
En el verano de 1865, en Oxford (Reino Unido), Carroll publicó una obra muy conocida en todo el mundo, «Alicia en el País de las Maravillas», en la que narra lo que un día soñó Alicia, una niña que siguió a un conejo blanco hasta llegar a un país imaginario como si fuera real.
El 8 de mayo de 2013, en el Congreso de los Diputados de Madrid, el presidente del Gobierno ha presentado la fotografía de una España que se parece bastante poco a la España real, esa de los recortes y de los 6.200.000 parados. Parecía que estaba hablando de una España imaginada, como el País de las Maravillas que soñó la Alicia de Lewis Carroll, y no de la real.
UN DISCURSO TRIUNFALISTA
Rajoy había pedido voluntariamente comparecer ante sus señorías, para explicarles el Programa de Estabilidad y el Plan de Reformas que aprobó el Consejo de Ministros el pasado 26 de abril. Pero, más que informar, lo que hizo fue exponer un discurso triunfalista y decir que, aunque los ciudadanos todavía no lo notan, las cosas han mejorado. «Hemos avanzado muchísimo en muy poco tiempo», llegó a decir, sin sonrojarse, ante la sorpresa de todos los grupos de la oposición e incluso de algunos diputados del PP.
Y no sólo eso: también afirmó que en España «estamos logrando resultados objetivos», que «hemos dejado atrás lo peor», que «estamos realizando la mejor política de empleo posible», que es necesario «perseverar en las reformas y dar tiempo para que produzcan su efecto», que «esto empieza a funcionar» aunque «nos queda todavía mucha tarea que atender, pero llegará la cosecha»… En definitiva, su conocida teoría de que los ciudadanos deben tener «paciencia», más paciencia aún.
Como consecuencia de las medidas adoptadas, según el presidente, hemos ahorrado bastantes millones de euros por la reducción del déficit público, la prima de riesgo ha disminuido notablemente y ya nadie pregunta si España va a tener que ser «rescatada» por Europa.
¿QUÉ PENSARÁN LOS PARADOS?
Todo eso es verdad. Pero, ¿qué habrán pensado, en el caso de que tuvieran ánimo para escucharle, los más de 6.200.000 parados que, según el presidente, son los que le han llevado a adoptar una serie de medidas que piensa mantener contra viento y marea, a pesar de que con ellas no sólo no va a cumplir el compromiso del PP de crear 3,5 millones de puestos de trabajo en esta legislatura sino que terminará con 1.300.000 desempleados más?
Los portavoces de todos los grupos de la oposición le tacharon de triunfalista. Varios le pidieron que lidere un pacto de Estado con el objetivo primero y prioritario de crear empleo y salir entre todos de la crisis, pero quedó bien claro que Rajoy no quiere ese pacto. Ni lo va a promover. Repitió varias veces que no va a cambiar el rumbo de la política económica que ha mantenido hasta ahora, a pesar de los malos resultados que ha provocado y que él no reconoce. Dijo que está dispuesto a dialogar con la oposición, ¡qué menos!, pero no para rectificar y buscar conjuntamente otras soluciones a la crisis sino para que los demás se sumen a sus propuestas y las apoyen.
Resulta un tanto cansino tener que escribir con tanta frecuencia las mismas o similares opiniones sobre el presidente y las políticas que está aplicando, pero su empecinamiento en mantenerlas, su afán por gobernar en gran parte a golpe de decreto y su falta de conexión con la ciudadanía obligan a hacerlo. Aun a riesgo de cansar a unos lectores que ya están más que cansados de la interminable crisis.
Y EN CASTILLA-LA MANCHA…
Este curso escolar, muchos colegios públicos de Castila-La Mancha han visto reducido a la mitad el número de alumnos que se quedan en ellos a comer al mediodía, porque el Gobierno de María Dolores de Cospedal suprimió las ayudas de comedor que concedía antes -ya se sabe, los recortes- y los padres que se han quedado sin trabajo no pueden pagar los cuatro euros diarios que les cuesta la comida.
Esos padres, ¿seguirán teniendo la paciencia que les pide Mariano Rajoy hasta ver que las medidas adoptadas por el Gobierno central y los autonómicos empìezan a dar su fruto, como vaticina el presidente?