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martes, 26 de noviembre de 2024
Dos consejeros del partido morado y nueve socialistas - 10 agosto 2017 - Castilla-La Mancha
Agustín Yanel Agustín Yanel

En contra de lo que Podemos ha dicho desde que nació como partido político -que no formaría parte de gobiernos con el PSOE-, su secretario general en Castilla-La Mancha, José García Molina, ha tomado posesión como vicepresidente segundo del Ejecutivo regional e Inmaculada Herranz Aguayo como consejera. A partir de ahora tendrán sobre ellos muchas miradas, porque una jugada como ésta puede salirles bien o rematadamente mal. De momento todo es una incógnita y merecen un margen de confianza.

Cuentan que un histórico dirigente socialista, el día que Felipe González le nombró ministro, llamó por teléfono a su madre y le dijo: «Mamá, ya soy ministro». Dicen que, como llevaba más de 40 años de lucha política, primero contra el franquismo y después en el PSOE ya en democracia, consideraba que se merecía ese puesto.


No se sabe si José García Molina habrá hecho una llamada telefónica similar a la de ese ministro socialista, pero ambos coinciden en haber logrado algo que querían: formar parte del Gobierno respectivo. Con una importante diferencia, eso sí: el ministro llevaba más de 40 años en la vida política cuando accedió a ese cargo y García Molina dejó la enseñanza universitaria hace poco más de dos años para dedicarse a la política.

Muchas críticas

No es obligado llevar muchos años de militancia política para ocupar un cargo en el gobierno, desde luego, pero conviene conocer el currículum y la experiencia de quien desde el 10 de agosto de 2017 es vicepresidente segundo de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, gracias al pacto que firmó con Emiliano García-Page y que los inscritos en Podemos ratificaron muy mayoritariamente (77,98 por 100) en una polémica votación.

Quienes conocen a García Molina dicen que tenía tantas ganas de entrar en el Gobierno como el ministro socialista que telefoneó a su madre. Lo ha conseguido, después de dar un sorprendente giro y votar en contra de los Presupuestos de la comunidad para 2017 (pese a que había negociado varias partidas con García-Page para votar a favor), de haber alcanzado un acuerdo que él ha negociado sin ninguna transparencia -en contra de lo que siempre ha proclamado Podemos de no alcanzar ningún pacto en los despachos-, de hacer una pregunta trampa en la que se mezclaban churras con merinas -no es nada serio preguntar por dos cosas a la vez, sabiendo que muchos inscritos en Podemos probablemente estarían de acuerdo con apoyar los Presupuestos pero no con entrar en el Gobierno- y en medio de muchas críticas de gente de su partido, de la dimisión en grupo del Consejo Ciudadano de Podemos de Ciudad Real y de comunicados en los que le han llamado de todo menos bonito.

José García Molina intenta justificar su entrada en el Gobierno socialista de Emiliano García-Page -que ha jugado esta partida con habilidad y ha recuperado su vitalidad política, perdida en buena parte tras la apuesta que hizo por Susana Díaz y contra Pedro Sánchez- con argumentos que muchos ciudadanos y una parte de su partido no se creen. Dice que él entra como vicepresidente segundo e Inmaculada Herranz Aguayo entra como consejera encargada de la coordinación del Plan de Garantías Ciudadanas, para hacer que se cumplan sus propuestas.

¿Y si el PSOE no cumple todo lo que proponga Podemos?

El día que voten una de esas propuestas y los socialistas decidan que no es posible aplicarla, ¿qué van a conseguir dos consejeros frente a los ocho más el presidente que tiene el PSOE? ¿Y qué van a hacer entonces García Molina y Herranz Aguayo? ¿Van a dimitir, porque el Gobierno regional del que forman parte no permite que se cumplan algunas de sus propuestas? ¿Y qué van a hacer cuando una decisión de ese Gobierno sea criticada por la ciudadanía, incluyendo a los inscritos en Podemos, algo habitual para cualquier Gobierno? ¿Van a decir que ellos dos no asumen esa decisión? No podrán decirlo, porque los acuerdos que adopte el Gobierno son acuerdos de todo el Gobierno, no solo de una parte de sus integrantes. ¿Dimitirán del cargo, si se produce ese caso?

¿Seguirá García Molina criticando las políticas -todas o algunas- del PSOE, como ha venido haciendo hasta ahora o cambiará de actitud porque ya forma parte del Gobierno que va a decidir y aplicar esas políticas?

La entrada de dos personas de Podemos en un gobierno autonómico del PSOE…

García Molina no debería presentarse como un miembro del Gobierno regional que va a estar aislado del resto y que no va a compartir sus decisiones, porque eso es considerar tontos a los inscritos en su partido y a la ciudadanía en general. A lo hecho, pecho, que dice el refrán. Si ha decidido entrar en el Ejecutivo de García-Page tiene que hacerlo con todas las consecuencias.

La entrada de dos personas de Podemos en un gobierno autonómico del PSOE es toda una incógnita. Habrá que esperar para ver qué efecto puede tener en respaldo de los votantes en las próximas elecciones, tanto para José García Molina y su partido como para el presidente Emiliano García-Page. Pues eso, a esperar. Vigilantes, eso sí.

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