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domingo, 24 de noviembre de 2024
UN ALCALDE DEL PP A LA PRESIDENTA DE LA DIPUTACIÓN, DEL PSOE - 12 octubre 2018
Agustín Yanel Agustín Yanel

Si existiera un carné por puntos para controlar lo que dicen los políticos cuando tienen un micrófono delante, más de uno los perdería en poco tiempo. Al alcalde de Vilanova de Arousa, Gonzalo Durán, del Partido Popular, habría que quitarle todos los puntos de una sola vez y hacer que deje ese cargo, porque alguien que llama «chacha para todo» a una oponente política y se burla de otro alcalde porque le considera «anciano» no debe estar al frente de ninguna ciudad o pueblo.

Hace unos días, cuando los periodistas preguntaron a ese alcalde por un conflicto que existe entre su Ayuntamiento y la Diputación de Pontevedra -que preside la socialista Carmela Silva-, el alcalde respondió así: «Ya no es un órgano administrativo [la Diputación]. Es un órgano político, gobernado por el Ayuntamiento de Vigo, por el anciano Abel Caballero y su chacha para todo que es Carmela Silva».


Le descalifica por ser un «anciano» de 72 años

Además, habló varias veces en tono despectivo del «anciano» alcalde de Vigo y de las «vergonzosas apariciones públicas de Caballero últimamente» que él, por lo que se deduce de sus palabras, atribuye a la edad. Abel Caballero, que fue ministro de Transportes con Felipe González y diputado, actual presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) y miembro de los órganos de dirección del PSOE, tiene 72 años.

Dirigentes del PSOE han exigido que Gonzalo Durán dimita; la Diputación provincial ha anunciado que le denunciará en los tribunales por injurias, calumnias e incitación al odio; alcaldes y concejales socialistas han pedido al presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, que le cese; los partidos de la oposición gallega, también… Incluso el portavoz del PP en el Parlamento autonómico, Pedro Puy, ha criticado los «exabruptos» pronunciados por su compañero de partido, ha dicho que son unas palabras «profundamente desafortunadas» y ha hecho un llamamiento a que los políticos cuiden el lenguaje y no caigan en descalificaciones personales. No le ha pedido que dimita.

El alcade de Vilanova de Arousa ha escuchado ese aluvión de críticas como el que oye llover y no ha hecho ni caso. «¿Dimitir? Ni de coña» ha dicho, además de reafirmarse en sus palabras. «Quien tiene que dimitir es Carmela Silva, por no hacer su trabajo en la Diputación de Pontevedra, que lo hace su jefe que no es ningún diputado», ha añadido.

Crítica política, sí; insultos y machismo, no

Gonzalo Durán tiene todo el derecho a criticar a Carmela Silva, si considera que no desempeña correctamente su trabajo como presidenta de la Diputación de Pontevedra. Pero no tiene ningún derecho -y, además, demuestra poca educación- a insultarla con una frase tan machista y rancia como la que dijo. Por eso no debería seguir en el cargo que ocupa.

Ese alcalde no es el único político que ha provocado polémicas por declaraciones desafortunadas, impresentables o directamente insultantes. Hoy viene él a esta columna porque su caso es reciente, pero no son infrecuentes los cargos públicos y dirigentes de partidos que de vez en cuando sueltan por su boca algún que otro disparate.

A los políticos no se les puede exigir que hablen todos como Emilio Castelar, el presidente de la Primera República a finales del siglo XIX que está considerado uno de los mejores oradores de la historia parlamentaria española. Pero sí hay que exigirles que destierren de su vocabulario -y también de sus mensajes en redes sociales- los insultos, las palabras soeces y el machismo.

Considerar esas palabras del alcalde de Vilanova de Arousa como una crítica política es como confundir la velocidad con el tocino. Y eso, confundir, es lo que ha hecho el presidente del Gobierno gallego, Alberto Núñez Feijóo, en este caso. Reconoce que las palabras de Gonzalo Durán «no son acertadas» pero añade que, después de las «auténticas barbaridades» que se han dicho contra el propio Núñez Feijóo en el Parlamento gallego durante el reciente Debate sobre el estado de la Autonomía, nadie puede exigir a ese alcalde que dimita ni dar lecciones de nada. Ante estas declaraciones hay que preguntarse: ¿Y qué tiene que ver la velocidad con el tocino? Pues eso, que se trata de confundir.

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