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23/01/2014junio 9th, 2017
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El Gobierno está echando demasiado azúcar a una realidad que todavía es muy amarga para millones de ciudadanos y, por eso, en los últimos días ha recibido dos sonoros bofetones: uno de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y otro de la organización no gubernamental de cooperación para el desarrollo Intermón Oxfam. La realidad es muy firme y en ocasiones da una buena bofetada a quien trata de endulzarla en exceso para que parezca distinta a como es de verdad. Como en este caso.

Precisamente para no dibujar una realidad distinta a la que vivimos, es justo reconocer que ya empiezan a asomar unos cuantos síntomas del inicio de la ansiada y necesaria recuperación económica: leve mejora del Producto Interior Bruto (PIB), más ventas al extranjero, cifras récord en el turismo, importante bajada de la cada vez más conocida prima de riesgo, entre otros datos.


DEMASIADA AUTOCOMPLACENCIA

Pero esos datos todavía no crean empleo y, con casi seis millones de parados y una brutal pérdida de derechos sociales y salariales en los últimos años, no conviene instalarse en la autocomplacencia. El Gobierno ha cometido el error de poner demasiado color verde esperanza al pintar el cuadro de una situación que todavía es bastante oscura y, como respuesta, la realidad le ha propinado unas bofetadas.

Primera bofetada: la OIT –una agencia de Naciones Unidas dedicada a defender los derechos laborales, las oportunidades de trabajo decente, la mejora de la protección social y el diálogo como herramienta para abordar los asuntos laborales- ha dado a conocer el informe Tendencias mundiales del empleo 2014, en el que indica que, pese a que se registra una leve recuperación en la economía mundial, todavía no es suficiente para crear empleo. Un dato demoledor: el año pasado aumentó en cinco millones el número de desempleados en el mundo, con lo que llega al 6 por 100 de media de la población activa. Este porcentaje se eleva entre los jóvenes al 13 por 100.

Si esas cifras son malas en todo el mundo, lo son mucho más en España, donde se multiplican: existe un 26% de paro y entre los jóvenes supera el 54 por 100. Además, aquí y en Grecia se tarda el doble en encontrar trabajo que en los años anteriores a la crisis… quien lo encuentra.

EL DRAMA DEL PARO

El director general de la OIT, Guy Ryder, ha dicho que a España le queda todavía «un camino muy largo por recorrer» hasta que mejoren sus cifras de empleo porque, aun reconociendo los primeros síntomas de recuperación, el nivel de desempleo es «dramático».

Segunda bofetada: Intermón Oxfam -una organización no gubernamental de cooperación para el desarrollo, que trabaja en más de 100 países y nada sospechosa de actuar por intereses partidistas- ha denunciado que las 85 personas más ricas del mundo acumulan en su poder tanta riqueza como los 3.570 millones de personas que constituyen la parte más pobre de la población mundial.

Se podrá afirmar que, para elaborar el informe titulado Gobernar para las elites. Secuestro democrático y desigualdad económica, Intermón Oxfam ha utilizado datos procedentes de la lista de millonarios elaborada por la revista Forbes que son únicamente las estimaciones de esa publicación, y ha comparado otros que no son comparables. Pero, incluso aceptando que pueda haber algunos errores, no cabe duda de que esas cifras reflejan que durante los últimos años de crisis económica ha aumentado la desigualdad entre los ciudadanos ricos y los pobres en beneficio de los primeros, se ha incrementado la concentración de riqueza en muy pocas manos y, como señala el informe, «las elites económicas están secuestrando el poder político para manipular las reglas del juego económico, que socava la democracia».

LA DEMOCRACIA SECUESTRADA

Como ocurre con el texto de la OIT, este informe también refleja que la situación de España es peor que la de otros muchos países. El director de Intermón Oxfam, José María Vega, ha afirmado: «La crisis económica, financiera, política y social que padece España hoy tiene buena parte de su origen precisamente en esas dinámicas perniciosas donde el interés público y los procesos democráticos han sido secuestrados por los intereses de una minoría». Y lo dice alguien que tampoco es sospechoso de actuar movido por intereses políticos.

Mariano Rajoy y el Gobierno habían decidido aprovechar los síntomas de recuperación, que existen y no hay que negarlos, para hablar únicamente de la incipiente mejora de la situación económica y no del recorte de derechos sociales y laborales de la ciudadanía en general y de los trabajadores en particular. Pero esos dos informes han venido a situarlos frente a la realidad, que ellos conocen aunque a veces da la sencación, por lo que dicen, que están alejados de ella y encerrados en una burbuja de cristal.

Si a esos dos informes añadimos que los bancos continúan ganando dinero en plena crisis, como siempre; que los banqueros reciben indemnizaciones multimillonarias cuando se van o son destituidos de sus cargos, mientras sus empresas despiden a centenares de trabajadores con módicas indemnizaciones gracias a la reforma del mercado laboral; que el president catalán, Artur Mas, sigue dando la tabarra a diario con su propuesta de independencia para no hablar de los recortes que ha llevado a cabo ni de la grave situación económica de Cataluña, queda patente que esa estrategia del Ejecutivo ha sido atacada en su línea de flotación.

Además, a ese ataque han contribuido debates tan estériles y tan peligrosos como el que provocado el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, con una propuesta de reforma de la Ley del Aborto que ha sido criticada por varios barones del PP y por una parte del partido por ser demasiado retrógrada e incluso superar lo que planteaba el Partido Popular en su programa electoral. Así se entiende el cabreo de algunos miembros del Gobierno con su colega de gabinete, por inoportuno.

Rajoy, el Gobierno y el PP tienen motivos reales para hablar de los primeros síntomas de recuperación económica y para mostrarse esperanzados. Pero hacerlo con la autocomplacencia que muestra el presidente cada vez que dice algo -las últimas, en una entrevista en Antena 3 y en la sesión de control al Gobierno el 22 de enero en el Congreso- sólo lleva a que la realidad le responda de vez en cuando con una bofetada. Y eso no es bueno, porque hace que disminuya la ya muy menguada confianza de la ciudadanía en los políticos. Esperanza y optimismo sí, pero con moderación.

Y EN CASTILLA-LA MANCHA…

Si hubiera que juzgar la situación de Castilla-La Mancha por lo que declaran cada día su presidenta y sus consejeros, haría que concluir que es la región que más progresa, la que resuelve más problemas y la más de lo más en todo: los colegios de enseñanza primaria y secundaria serán bilingües en 2018, se incrementará el número de profesores, las listas de espera sanitarias se reducen…

La realidad dice que exageran y, para comprobarlo, les bastaría con preguntar a los ciudadanos en general y no sólo a sus seguidores o a sus colaboradores de confianza. Lo dicho también sirve para ellos: esperanza y optimismo sí, pero con moderación, por favor.

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