Cada vez que alguien agrede a un periodista o le impide hacer su trabajo en la calle, está agrediendo a la democracia. Quienes aprovechan el anonimato de las redes sociales para insultar y amenazar a un profesional de la información que no les gusta -una práctica, esta del ciberacoso, utilizada sobre todo contra mujeres periodistas-, también dañan a la democracia. Y las presiones del poder político o económico sobre medios de comunicación y periodistas la deterioran. Quien no comprenda que el periodismo es imprescindible para que la ciudadanía esté bien informada, es poco demócrata.
El 16 de septiembre, el periodista freelance Mihai Dragolea y el cineasta Radu Constantin documentaban la tala ilegal de árboles en un bosque del condado de Suceava, en Rumanía. Fueron atacados y golpeados brutalmente por un grupo de unas 20 personas, armadas con palos y hachas. También agredieron a la activista Tiberiu Bosutar, que les estaba ayudando, borraron las imágenes que habían grabado y destrozaron el equipo. Los tres acabaron en un hospital.
Varias organizaciones de Europa, entre ellas la Federación Europea de Periodistas (FEP) -a la que pertenece la Federación de Sindicatos de Periodistas (FeSP) de España-, han denunciado este ataque, han pedido a las autoridades que detengan a todos los atacantes, y han mostrado su preocupación por el incremento de agresiones a profesionales de la información.
66 periodistas asesinados en 2020
Ese ataque en Rumanía es solo un ejemplo reciente de las numerosas agresiones contra profesionales de la información que se producen cada día en todo el mundo. Parece que se ha abierto la veda contra los y las periodistas, y no solo con agresiones físicas o verbales. En 2020, la Federación Internacional de Periodistas (FIP) ha registrado 66 asesinatos de periodistas y trabajadores de medios de comunicación (16 más que en 2019). Un año más, México ha sido el país con más asesinatos (14), seguido por Afganistán, Pakistán, India, Filipinas y Siria.
Sin llegar a algo de la máxima gravedad como es el asesinato, no hace falta ir a otros países para ver agresiones frecuentes a periodistas. Aquí, en distintas ciudades españolas, hay insultos a profesionales mientras informan desde manifestaciones en la calle -sobre todo, contra los de las televisiones-, algunos actos machistas contra mujeres periodistas en esos actos, acoso por las redes sociales… Cada agresión a un periodista daña el derecho a la información de la ciudadanía.
Poner periodistas en la diana y castigar sin publicidad institucional
No hay que olvidar, tampoco, a esos políticos -afortunadamente, son una minoría- que tienen la mala costumbre de señalar públicamente a periodistas concretos porque no les gusta su trabajo o porque dicen que no les tratan bien. Así les ponen en la diana para que sus seguidores arremetan contra ellos con campañas de desprestigio, insultos y amenazas por las redes sociales.
Otra manera de dañar el derecho a la información de la ciudadanía y, por tanto, la democracia, por parte del poder político -ya sea estatal, autonómico o local- consiste en castigar en el reparto de la publicidad institucional a los medios que son más críticos con ellos. Ya se sabe: si te pliegas a mis intereses, premio; si no lo haces. no recibirás ni agua… o solo unas migajas de la tarta.
Los y las periodistas no necesitan privilegios, y deben aceptar el juicio y la crítica de la ciudadanía. Lo que necesitan es poder desempeñar su trabajo con independencia, sin agresiones de ningún tipo, en condiciones dignas y sin injerencias políticas, económicas u otras, porque trabajan para que se cumpla el derecho constitucional a la información que tiene la ciudadanía. Pero aún hay quienes no se han enterado de esto, entre ellos algunos políticos aunque se les llena la boca con la palabra Constitución.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en su reciente discurso anual sobre el estado de la Unión, ha destacado la necesidad de proteger mejor a los y las periodistas, la independencia de los medios de comunicación y el derecho a la información de la ciudadanía.
Entre otras cosas, Von der Leyen ha afirmado: «Los y las periodistas están siendo objetivos [de agresiones] simplemente por hacer su trabajo. Las empresas de medios no se pueden tratar como un negocio más. Su independencia es esencial. Europa necesita una ley que salvaguarde su independencia. Defender la libertad de los medios significa defender nuestra democracia». Queda dicho. Se puede decir más alto, pero no más claro.