Las previsiones de los más pesimistas se cumplen inexorablemente con CCM, que perece lenta y agónicamente en el grupo Liberbank, su salvador y su verdugo al mismo tiempo.
Cada vez crece más la sensación de que la intervención pudo evitarse. Las recientes afirmaciones de Miguel Ángel Fernández Ordóñez de que la CAM era la Caja peor gestionada con diferencia y la que peor se encontraba no hace más que confirmar la sospecha que ya se tuvo entonces, que no era otra que CCM debía servir de chivo expiatorio tras los abusos de la Caja y la elegida tenía que ser del PSOE, para no parecer una afrenta ideológica y además encontrarse en una comunidad políticamente irrelevante, que era la Castilla-La Mancha de José María Barreda.
El desastre de MAFO, la debilidad de Barreda y la inconsistencia del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y su ya por entonces híperquemado ministro de Economía, Pedro Solbes, precipitaron el veredicto de muerte para la antigua CCM, que adolecía de los males de otras muchas entidades del sector, pero que no era la peor ni la única.
Las gestiones de José Bono, a la sazón presidente del Congreso, llegaron tarde. Alertado por Juan Pedro Hernández Moltó de que Unicaja había dicho nones el viernes 27 de marzo de 2009 a la fusión con CCM porque el Banco de España no quería ayudar a la operación con el dinero necesario, el expresidente castellano-manchego se puso manos a la obra.
(Ni qué decir tiene que todo se ha desorbitado después, en millones, en despidos y en riqueza regional perdida o desasistida).
El hecho es que Bono, alertado por Moltó, habló con Zapatero y le convenció para resolver el asunto vía videoconferencia entre todos ellos y Manuel Chaves, que era el presidente andaluz entonces. La cita sería el domingo 29 de marzo. Pero… El Banco de España ya había acordado la intervención el sábado por la tarde y lo que se celebró el domingo fue la reunión del Consejo de Ministros para ratificarla.
Desde entonces todo fue de mal en peor. El Banco de España no logró que nadie con tamaño y solvencia suficientes se interesase por CCM. Fuera del plazo inicialmente previsto apareció Cajastur, la pequeña y saneada entidad asturiana, presidida por el ambicioso Manuel Menéndez, que vio en la necesidad del Banco de España una oportunidad de oro para crecer y pilotar operaciones mayores en vez de ser absorbida por ellas a medida que se fueran produciendo.
Menéndez, obvia y lógicamente, diseñó una operación a su medida. El Banco de España dijo a todo que sí. La Junta ni estuvo ni se la esperó nunca. Se limitó a apoyar la operación para que pasara el cáliz sin despidos inmediatos. Acuciado por la creciente deuda, la crisis y una María Dolores de Cospedal que daba muchos dolores de cabeza y se acercaba más que peligrosamente hacia una victoria electoral, pecó de entreguismo absoluto a los intereses de Cajastur y la inoperancia del Banco de España.
Cospedal chocó desde el minuto uno con Menéndez. El PP pidió un compromiso con el empleo antes de dar el sí a la integración de CCM en Cajastur. Se quedó solo. En parte porque llegó tarde. Incluso los sindicatos se negaron a apoyar ese documento, asfixiados por la urgencia de evitar la liquidación de CCM, una amenaza del BdE que estaba sobre la mesa y que llegó a ser muy real.
Así las cosas se optó por lo urgente, parar la liquidación, en vez de asegurar lo importante para Castilla-La Mancha, que era mantener el empleo y la implicación con la economía de la región de la que había sido su principal y más emblemática empresa.
De aquellos barros, estos lodos.
Ahora un ERTE en Liberbank se carga masivamente sobre los empleados de la antigua CCM para salvar los de las otras cajas integrantes: Cajastur, Caja Cantabria y Caja Extremadura. Y temen que tras el ERTE provisional venga otro definitivo, ya que nadie firma lo contrario.
Lo dicho, Liberbank mata a CCM y es la crónica de una muerte anunciada.