En los ocho años que van desde 2004 a 2012, el hijo mayor de Jordi Pujol, también Jordi, efectuó más de 100 operaciones en bancos de 13 países extranjeros, en las que movió nada más y nada menos que 32,4 millones de euros. Entre esos países había varios paraísos fiscales, como Suiza, Islas Caimán, Liechtenstein o Andorra. Salvando las distancias, se podría decir que Jordi Pujol hijo es algo así como un «Bárcenas catalán», en referencia al exgerente y extesorero del PP que llegó a atesorar hasta 38 millones de euros en bancos suizos.
Uno de sus hermanos, Oriol, utilizó su influencia política -es diputado en el parlamento autonómico catalán y era secretario general de Convergencia Democràtica de Catalunya, uno de los dos partidos que integran CiU- para aprovechar la información que conocía debido a ese cargo y, con ella, dar consejos a un buen amigo suyo, que de esa manera consiguió ganar 6,9 millones de euros sólo por asesorar a tres empresas internacionales ubicadas en Cataluña en sus procesos de reconversión. Por supuesto, siempre según el juez. Suma y sigue.
UN PAÍS DE PÍCAROS
España siempre ha sido un país de pícaros; y lo sigue siendo. Pero una cosa es el pícaro al estilo tradicional como el clásico Lazarillo de Tormes, esa persona astuta, muy pobre y de los bajos fondos del siglo XVI que sobrevivía a costa de engaños y artimañas, y otra bien distinta es el que, en pleno siglo XXI, utiliza su apellido y la condición de ser «hijo de» para montar un imperio multimillonario en el extranjero como el que poseen varios hermanos Pujol, que incluye negocios inmobiliarios en Argentina, un hotel de lujo en México y otros importantísimos negocios.
Aspirar a ser rico no es ilegal, si eso es lo que alguien pretende en la vida y utiliza métodos legales para ello. Y operar con cantidades millonarias en el extranjero tampoco, siempre que se informe de ello a la Agencia Tributaria española, como ha hecho el primogénito del «molt honorable» ex presidente catalán Jordi Pujol. Pero, respetando escrupulosamente su presunción de inocencia, a la que tienen derecho los hermanos Pujol como cualquier ciudadano, nadie podrá negar que en este caso existe cierto tufillo de irregularidad cuando dos jueces investigan a esos hermanos en sendos procesos judiciales relacionados con la corrupción.
Según dicen quienes conocen bien al clan Pujol, parece que el Jordi primogénito se dio cuenta muy joven de que podía utilizar en su propio beneficio la poderosa influencia de su apellido y, gracias a ello, logró que el Gobierno que presidía su padre concediera sustanciosos contratos públicos a empresas que había creado él -en medio de denuncias de la oposición por presuntas irregularidades y trato de favor, como es lógico-, lo que le reportó cuantiosos beneficios.
Hace unas semanas, cuando su hermano Oriol fue imputado por un juez por su presunta implicación en el supuesto amaño llevado a cabo para lograr la concesión de las estaciones de inspección de vehículos -el llamado caso de las ITV-, tuvo que dimitir como secretario general de CDC.
LA SOMBRA PROTECTORA DE SU PADRE
Tanto Jordi como Oriol Pujol Ferrusola son inocentes, mientras no se demuestre lo contrario. Pero uno y otro saben perfectamente que su espectacular enriquecimiento en pocos años de su vida, con un imperio empresarial montado sobre todo en el extranjero, siendo aún jóvenes, no puede explicarse sólo porque los negocios les hayan ido muy bien o porque ellos hayan sido unos auténticos linces a la hora de dirigir sus empresas. La sombra de su padre, el todopoderoso presidente catalán durante dos décadas, sobrevuela sobre ellos como paraguas protector y benefactor.
Si a eso añadimos que otros dos hermanos Pujol, Josep y Oleguer, se han acogido a la amnistía fiscal que les permitió declarar con muy bajo coste el dinero que tenían en el extranjero sin pagar impuestos en España, parece bastante claro que el citado tufillo de irregularidad se convierte en un apestoso olor a presunta ilegalidad.
Pero hay que esperar, porque los jueces tienen la última palabra.
¿Qué pensará la ciudadanía de estas actuaciones de algunos cargos públicos o de hijos de gente de la política tan importante como Jordi Pujol padre? Esta es la cuestión. El ejemplo de varios vástagos del matrimonio Pujol Ferrusola sólo sirve para reforzar en la ciudadanía la opinión de que todos los políticos son iguales y, lo que es peor, que todos son unos corruptos. No es verdad, porque la mayoría de los políticos son honrados y no se aprovechan de esa actividad pública para enriquecerse, pero es comprensible que mucha gente piense así.
Ellos tienen la solución.
Y EN CASTILLA-LA MANCHA…
Vivir para ver… y para sorprenderse. Resulta que el secretario de Estado de Medio Ambiente, Federico Ramos, se ha permitido firmar un acuerdo o memorándum con las comunidades de Valencia y Murcia, para constituir un foro de debate sobre el problema del agua y el polémico trasvase Tajo-Segura, en el que no participa Castilla-La Mancha.
El Gobierno castellanomanchego ya ha dicho que eso no va con él, pero la presidenta, María Dolores de Cospedal, debe dar explicaciones urgentes a la ciudadanía. ¿Qué es eso de que la región perjudicada por el disparate del trasvase desde hace muchos años va a ser “invitada” a participar en ese foro de debate? Ya está bien de que los castellanomanchegos sufran desde hace décadas la injusticia de tener que ceder agua que no les sobra para que otros, a veces, rieguen campos de golf. Cuando sobra, es de justicia repartir; pero sólo cuando sobra.