Ni todos los catalanes son independentistas, ni todos los funcionarios son vagos, ni todos los periodistas están vendidos, ni todos los políticos son corruptos, ni todos los empresarios son unos explotadores, ni todos los trabajadores son la panacea del buen hacer… Pero sí, lunáticos éramos muchos, como el amigo de Borrell.
Pues no, aquello de que generaliza que algo queda es tan habitual en este país que nos hemos medio acostumbrado a ello y ya es difícil quitárselo de encima, pero lo cierto y verdad es que la manifestación de Barcelona del domingo demostró que, efectivamente, cuando se utiliza aquello de que los catalanes son tal y cual, generalmente en sentido despectivo por aquello del independentismo, es un equívoco, que son muchos los que preferían guardar silencio (durante más tiempo del debido, eso sí), pero que están ahí…
Sí, de ahí el dilema que tenían muchos españoles cuando se les preguntaba qué votarían en el caso de que pudiera decidir Cataluña independiente o Cataluña española. Porque muchos que están más que hartos del asunto les darían voleta en un minuto, queréis independencia, pues tomadla; pero se echarían atrás cuando pensaran que son más los catalanes constitucionalistas que quieren seguir en España que los que no, y que no se los puede dejar tirados.
Admito que tras la manifestación del domingo me generaba, a priori, más interés el discurso de Mario Vargas Llosa que el de Josep Borrell. No digo que el Nobel no estuviera a la altura, no, pero la claridad, contundencia y perspicacia de sus palabras nos hicieron ver a un político que, seguro que muchos lo pensaron, debería ser el secretario general de los socialistas en Cataluña desde ya.
«Amigo de la Luna, ahora sí que nos ves», dijo Borrell
Entre otras cosas, Borrell dijo…
«Tengo a un amigo que vive en la Luna. Y como nos ve desde muy lejos, cuando nos mira por su telescopio me dice: Josep, en Cataluña solo hay independentistas. Claro que no, le respondo. Pero él nos ve desde muy lejos y solo ve independentistas. Y me pregunta que dónde están los otros, que nos los ve. ¡Pues aquí estáis! Amigo de la Luna, ahora sí que nos ves».
Lunáticos éramos muchos, creo. Pero no por culpa nuestra, no… Porque lo cierto es que mirábamos y no los veíamos.
Si primero fueron el Sabadell y Caixabank los que asomaron la cabeza, luego la patita y finalmente el cuerpo entero para denunciar, ya está bien, que veían sus dineros en peligro (antes de eso no habían dicho absolutamente nada, hasta que comprendieron, ahora mejor que nunca, que la pela es la pela), después fueron los catalanes españoles los que o salían o los sacaban.
Joder los que había…
Mientras, la independencia porque sí se ha desinflado y todo el mundo sabe cómo ha sido.
A ver cómo acaba el cuento.
@CesardelRioPolo
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