domingo, 22 de septiembre de 2024
19/12/2013junio 9th, 2017
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Descansa en paz el líder africano en Qunu, su pueblo natal, pero supongo que a lo largo del año seguiremos viendo homenajes y reconocimientos a la extraordinaria figura de Nelson Mandela. Sentimos por él la admiración y respeto de los que ha hecho gala estos días la humanidad entera, pero no se trata de repetir aquí lo que los más importantes líderes del mundo o los más sencillos sudafricanos han ido diciendo desde que el 5 de diciembre se supo que Mandela había muerto.

Nuestro homenaje hoy es recordar lo que este hombre extraordinario pensaba sobre la prensa, un campo en el que, como en todos los demás sobre los que opinó o dejó su ejemplo dio en el clavo.


Mandela habló de la prensa y dijo así:

“Una prensa crítica, independiente y de investigación es el elemento vital de cualquier democracia. La prensa debe ser libre de la interferencia del Estado. Debe tener la capacidad económica para hacer frente a las lisonjas de los gobiernos. Debe tener la suficiente independencia de los intereses creados que ser audaz y preguntar sin miedo ni ningún trato de favor. Debe gozar de la protección de la Constitución, de manera que pueda proteger nuestros derechos como ciudadanos”.

¡Cuánta razón y cuántas verdades en una sola frase! Un pensamiento que refleja las esencias del periodismo, todas ellas amenazadas hoy.

El poder interfiere cada vez más en los medios de comunicación, cuya capacidad económica merma como el sector más dañado por la crisis económica y financiera que lastra a España más que a la mayoría de los países occidentales. Por lo tanto, hacer frente a los intereses creados resulta cada vez más difícil en unos medios sometidos al hundimiento de la publicidad, acuciados por la reconversión obligada por la revolución tecnológica de las TIC y de internet e impotentes por parar los efectos de la globalización de los intereses de las grandes multinacionales y de los gigantescos grupos económico-financieros que imponen su ley a los gobiernos, ya saben esa de acabar antes la deuda que con el hambre.

Las preguntas, querido Mandela, cada vez son más difíciles y las comparecencias sin ellas se imponen ante la timorata profesión periodística que lo consiente, atemorizada por el paro, los bajos salarios y, en definitiva, por las calamidades que acechan a la vuelta de la esquina.

Gozamos eso sí de la protección de la Constitución, pero la Carta Magna es insuficiente para garantizar por sí misma los derechos que reconoce.

Nuestro homenaje, no obstante, consistirá en luchar para que tu pensamiento se cumpla. Como hiciste tú, sin descanso, sin desánimo, sin rencor y con la puerta siempre abierta a la esperanza de un tiempo y un mundo mejores.

Descansa en paz, Nelson Mandela.

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