¿Dónde van los euros con más frecuencia?
Los míos sin duda, a llenar dos carros. El de la compra de comida y el que circula por carreteras y calles. Ambos cada día, me piden más efectivos (nunca mejor dicho) para realizar el intercambio por comida o combustible. El poder adquisitivo de los euros se debilita y mina su capacidad para canjearlos por productos básicos.
El valor de los depósitos mengua
El valor de los euros que has conseguido mantener en el banco como «ejercito de reserva», obviamente también mengua. Un problema que se agrava con la poca disposición a renumerar las cuentas corrientes o depósitos por parte de muchas entidades financieras. Si vas a la oficina del banco a solicitar que te remuneren tus ahorros, lo normal es que te hablen de que existen otras alternativas como los fondos, seguros de ahorro u otros productos. En este caso, lo conveniente es insistir en que no has venido a hablar de inversiones financieras. Estás planteando que te paguen un tipo de interés por esa parte de tu patrimonio financiero que prefieres mantener en liquidez. Bien porque estás más cómodo así, o por si surge un imprevisto. Uno al final, se queda perplejo al observar cómo sube el tipo de interés de préstamos e hipotecas en comparación con el dinero (depósitos o cuentas) que se «presta» al banco.
¿Y de los préstamos, qué?
Ahora más que nunca debido a la subida de tipos, es conveniente a la hora de formalizar un préstamo, hacer el ejercicio rápido de multiplicar la cuota mensual (que comprende capital e intereses) por el número de meses. Para situarnos y hacer una primera comparación entre lo que nos prestan y lo que devolveríamos a lo largo del tiempo. Si el tipo de interés es variable, conviene realizarlo cada año al conocer la nueva cuota. Pongamos especial cuidado en vigilar el alto coste de una combinación de plazos largos y tipos altos, independientemente de que los procesos inflacionarios beneficien al deudor.
Si quieres consultar más artículos del autor, entra en su blog: vicentedelrio.com