Si alguien hace caso a lo que ha dicho el diputado del PP José Ignacio Echániz sobre la eutanasia, habría que echarse a temblar: asegura que el PSOE quiere aprobar una ley de eutanasia para «empujar» a morir a los enfermos sin posible curación y, así, ahorrar mucho dinero al Estado. Y lo peor es que lo dice el portavoz del Partido Popular para asuntos de Sanidad en el Congreso y estará convencido de que es así. Ahora que buena parte de la actividad de los políticos consiste en hacer declaraciones, los dirigentes del PP nacional y de Castilla-La Mancha deberían hacerlas para desmarcarse de esas palabras de su compañero.
El día que alguien decida publicar una antología de los disparates que dicen algunos políticos -unos más y otros menos, pero de todos los partidos-, en el capítulo dedicado al PP no podrá faltar lo que Adolfo Suárez Illana dijo en Onda Cero hace un año, cuando afirmó que los neandertales también practicaban el aborto, pero «esperaban a que naciera y entonces le cortaban la cabeza». Añadió que en Nueva York acababan de aprobar una ley «por la cual se permite el aborto después del nacimiento, que es curioso». Y tan curioso como que es falso.
Un lugar destacado en esa antología ocuparían también las perlas que, con frecuencia, suelta la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Tanto en sus intervenciones en la Asamblea de Madrid como en sus respuestas a los periodistas, rara es la ocasión en que sus palabras no sorprenden.
Echániz: «Un recorte clarísimo de servicios»
Y, sin duda, también figuraría en ese libro lo que ha dicho Echániz sobre la eutanasia. «Cada vez que una persona es empujada al fallecimiento por la vía de la eutanasia, el Estado está ahorrando muchísimo. Nos tememos, aunque no lo va a reconocer el PSOE, que detrás hay una filosofía de la izquierda para evitar un coste social que tiene el envejecimiento en nuestro país. Y también es un intento de evitar costes de nuestro estado de bienestar y un recorte clarísimo de servicios. Para el Partido Socialista, la eutanasia es una política de recortes». Es algo así como decir que los malvados socialistas van a decir a las personas enfermas sin curación: «¡Muérete, que nos cuesta mucho dinero mantenerte vivo!».
Este diputado del PP ha hecho esas afirmaciones sin sonrojarse el 11 de febrero, cuando el pleno del Congreso aprobó tramitar una proposición de Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia presentada por el PSOE, por 203 votos a favor, 140 en contra (de PP y Vox) y dos abstenciones. A juzgar por las palabras de este diputado del PP, habría que pensar que Ciudadanos se ha convertido de repente en un partido de izquierdas y también quiera ahorrar a costa de que mueran las personas sin posibilidad de sanar, porque votó a favor de tramitar esa ley.
Juan Ignacio Echániz no tuvo su mejor día ese martes, no estuvo muy fino cuando los periodistas le preguntaron y respondió con esas afirmaciones. Y tampoco en el pleno, cuando defendió la oposición del PP a tramitar esa ley y dijo que su partido ha presentado una proposición de ley de cuidados paliativos, como alternativa a la de los socialistas sobre la eutanasia.
No mezclar churras con merinas
La diputada del PSOE María Luisa Carcedo, exministra de Sanidad y médico de profesión como Echániz, le contestó así: «Usted es profesional como yo y sabe y conoce perfectamente que no tiene nada que ver la vocación de los cuidados paliativos con los de la eutanasia; en los cuidados paliativos hay una muerte inminente y, en el caso de la eutanasia, no. Ese es el problema, no hay una muerte inminente predecible, es indefinida y no se sabe los años o los tiempos que va a durar esa situación de sufrimiento. Por tanto, no tiene nada que ver una con la otra; no mezclemos churras con merinas».
Sorprende que sea Juan Ignacio Echániz quien acusa ahora al PSOE de querer recortar servicios, porque cuando él fue consejero de Sanidad y Asuntos Sociales de Castilla-La Mancha, en el Gobierno de María Dolores de Cospedal, llevó a cabo importantes recortes en prestaciones sanitarias, disminución del personal, trabajadores sociales y dependencia, con lo que se ganó la crítica de todos los colectivos profesionales y sociales, no solo los de la oposición política. El recuerdo de su gestión en esta región no puede ser peor -hay quien le llama «el recortador»-, pero ya se sabe que en la vida política es frecuente eso de decir algo y después hacer lo contrario; o ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el ojo propio.