¿Qué pretenden algunos políticos cuando dan vueltas y más vueltas a las palabras y hacen juegos de malabarismo dialéctico para no llamar a las cosas por su nombre? En algunas ruedas de prensa dan una imagen patética cuando intentan explicar lo inexplicable y, ante las reiteradas preguntas de los incrédulos periodistas, se limitan a repetir una y otra vez las mismas frases y los mismos e inconsistentes argumentos. Si creen que de esa manera van a engañar a la ciudadanía, se equivocan; si esperan convencer así al electorado para conseguir muchos votos, tampoco aciertan.
Un ejemplo, que ha contado El País: en el PP temen que el catalán Albert Rivera y su partido, Ciudadanos, pueda quitarles votos en las próximas elecciones generales, porque pesca en el mismo caladero ideológico que ellos, en la derecha. Y no se les ha ocurrido otra cosa que recomendar a sus dirigentes que, cuando se refieran a ese partido, digan su nombre en catalán -Ciutadans- y no en castellano. Suena a chiste que pretendan criticar a una formación política resaltando que es un partido catalán.
UN NOMBRE MALDITO PARA EL PP
Al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, le costó muchos meses y mucho esfuerzo pronunciar un nombre que consideraron muy respetable durante años pero que ahora es maldito para su partido: Luis Bárcenas, extesorero del PP, exsenador y defraudador confeso a la Hacienda Pública, que ha estado 17 meses en prisión preventiva y está a la espera de ser juzgado. A José Luis Rodríguez Zapatero, su predecesor, también le costó mucho trabajo pronunciar la palabra «crisis», pese a que todos los españoles la estábamos sufriendo: tardó casi un año en decirla.
Pablo Iglesias y otros dirigentes de Podemos no dicen que éste es un partido de izquierdas, aunque él personalmente afirma que sí lo es, y se mueven entre guiños al régimen de Venezuela y declaraciones de admiración hacia las socialdemocracias del norte de Europa. ¿No saben, pese a proceder de la Universidad, que los electores quieren saber la ideología de cada partido para depositar la papeleta en la urna? La derecha y la izquierda política existen y no son lo mismo, aunque en ocasiones haya partidos opuestos que coinciden más de lo que deberían?
UNA PALABRA MALDITA PARA EL PSOE
Algo similar, en cuanto a la utilización confusa de algunas palabras, ha ocurrido con los expresidentes de Andalucía Manuel Chaves y José Antonio Griñán. Han sido citados por el Tribunal Supremo para declarar «en calidad de imputados» -es decir, asistidos por un abogado-, porque jurídicamente es la única manera en que podían prestar la declaración que habían solicitado voluntariamente, pero no están acusados de haber cometido un delito concreto. Cada cual puede decir lo que quiera, pero la verdad jurídica es que la juez Mercedes Alaya no los ha acusado aún, porque no tiene competencias para interrogarlos e investigarlos, y el Tribunal Supremo -que es el competente para hacerlo porque son aforados-, tampoco los ha investigado todavía porque acaba de dar el primer paso al citarlos a declarar.
Esta palabra tan polémica, «imputados», ha provocado una avalancha de reacciones en su propio partido, en el PP y en las tertulias de radio y televisión, que ha llevado a algunos dirigentes del PSOE a meterse en camisa de once varas cuando han intentado explicar por qué motivos no deben dejar ahora sus escaños en las Cortes a pesar de que su líder, Pedro Sánchez, y la todopoderosa presidenta de Andalucía, Susana Díaz, habían dicho que en cuanto fueran «imputados» les pedirían que lo hicieran. Sería injusto que tuvieran que dimitir ahora, sí, porque todavía no han sido acusados, pero esta exigencia de sus adversarios políticos es consecuencia de que a algunos líderes se les calienta la boca cuando tienen un micrófono delante y piden dimisiones precipitadas en los casos de sus oponentes, y después se ven obligados a matizar, precisar o rectificar cuando les toca a su gente y tratan de justificar por qué no exigen lo mismo.
LAS CONTRADICCIONES DE TANIA SÁNCHEZ
Tania Sánchez, ex diputada autonómica madrileña de Izquierda Unida, también ha hecho una curiosa utilización de otra palabra, «unidad»: tras abandonar esa federación y dimitir de su cargo cuando faltan sólo tres meses para las elecciones municipales -después de haber ganado unas elecciones primarias para ser la candidata de IU a la Presidencia de la Comunidad de Madrid y haber sido ratificada para ello por su organización madrileña y federal-, ha tardado sólo dos semanas en presentar lo que denomina «plataforma de unidad popular». También ha hecho un llamamiento urgente para acabar con la división de los partidos de izquierdas y ha pedido que se integren en esa plataforma otros partidos de su ideología e incluso Podemos, pese a que hasta ahora ha reiterado que nunca se integrará en el partido de Pablo Iglesias.
Con independencia de que ella considere que ha sido muy mal tratada por Izquierda Unida de Madrid y por la dirección federal, como ha dicho, y de que tiene todo el derecho a marcharse de esa formación, debería responder con claridad meridiana a varias preguntas:
1) ¿Por qué propone a Podemos que se integre en su candidatura, si sabe que este partido ya anunció que se presentará a las elecciones autonómicas con listas propias? ¿No está incumpliendo su palabra y, de manera indirecta, intentando trabajar con el partido de Pablo Iglesias en contra de lo que ha venido declarando, como algunos dirigentes de IU sospechaban y decían en privado desde hace tiempo?
2) Como integrante destacada de IU -todavía la tercera fuerza política de España en número de votos, aunque previsiblemente dejará de serlo en las próximas elecciones generales, según las encuestas-, ella también sabe que esta federación siempre ha buscado la unidad de la izquierda, que en su último congreso en 2012 aprobó un proyecto de convergencia con otras fuerzas políticas y sociales de izquierdas y que, cuando planteó también a Podemos la posibilidad de concurrir juntos a las distintas elecciones, fue este partido el que puso una condición difícil de cumplir: que IU y los demás partidos o colectivos que se presentaran juntos aceptaran ir en asociaciones de electores y sin las siglas de cada uno de ellos. ¿No cree Tania Sánchez que si alguien ha hecho ahora daño a la izquierda madrileña es ella,en contra de la unidad que dice perseguir, al dejar IU después de ganar unas primarias y a falta de tan poco tiempo para las municipales? ¿No hubiera sido más sensato y responsable discutir los problemas internos dentro de IU hasta encontrar una solución, en vez de abandonar el barco?
TRANSPARENCIA Y EXPLICACIONES
Hay otros casos similares casi a diario, pero estos pueden servir como prueba de que hay políticos que parecen aplicar eso que dicen algunas personas supersticiosas de «no mentar la bicha», porque creen que hacerlo les acarreará mala suerte.
Frente a esa superstición sin fundamento alguno, la ciudadanía cree más en refranes tan conocidos como los de «al pan, pan y al vino, vino», «las cosas claras y el chocolate espeso», «ir al grano»… Transparencia en todo, también en la utilización del lenguaje. Lo juegos malabares, aunque sean dialécticos, no son buena estrategia para conseguir votos. Al tiempo.