«No soy un Batman con alzacuellos, no me hice valiente por un acto de chulería».
Reconozco que hablar con Christopher Hurtley por teléfono la tarde del viernes 9 de noviembre ha sido una de las experiencias periodísticas más gratificantes que uno puede lucir, 22 años después de comenzar a batallar, en todos lo sentidos, con lo que uno se encuentra a diario con tal de conseguir una historia que contar. O una entrevista que desmenuzar, por muy irreverente que ésta sea.
Qué curioso, en apenas 45 minutos de conversación telefónica. Qué digo conversación, más bien un monólogo a un lado del cable y un oído atornillado al auricular por lo que escuchaba en el otro.
Si mis sensaciones espirituales siempre estuvieron con quienes se arremangan hasta los codos y se embadurnan en el barro, siempre pienso que la teoría jamás podrá con la práctica militante (tan distantes que están la una de la otra), Christopher le puso la guinda. El mérito añadido es que casi muere por ello.
Este misionero de padre inglés y madre española, Sartorius de segundo apellido (van bien dirigidos por pensar en la estirpe en la que están pensando), que quiso ser sacerdote de la diócesis de Toledo porque aquí conoció «el mejor seminario de España» y se enganchó a las misiones el día que conoció, precisamente en Toledo, a la Madre Teresa de Calcuta, es el mejor exponente de la caridad de hoy.
Tan necesaria por los desmanes vividos.
Christopher, adscrito ahora a la diócesis de Toledo, por lo tanto bajo la «jefatura» del arzobispo Braulio Rodríguez, luchó hasta la extenuación hace unos años por conseguir que los recolectores de azúcar en la República Dominicana, la gran mayoría de origen haitiano que no tenían dónde caerse muertos, supieran lo que era la palabra «derecho», puesto que desde la cuna, por llamarlo de alguna forma, sólo sabían atender órdenes.
El padre misionero se jugó la vida en el intento, le pasaron mensajes debajo de la puerta de su humilde casa en los que le decían que le mataban si continuaba en su empeño (era lo más suave que leía) y que, puestos a morir, lo iba a hacer con la boca llena de moscas.
Imaginen, sólo por un momento, si les pasa a cualquiera de ustedes. De nosotros.
Pero él siguió a lo suyo. Los Vicini, una de las tres familias que controlaban el negocio de la esclavitud y amparados por cualquiera de los poderes fácticos, fueron a por él. Hubo incluso quien le encañonó escopeta en mano como aviso para que no siguiera «jodiendo», pero este misionero toledano, puesto que así se considera él, lo tenía claro: la esclavitud era cosa de siglos pasados, pero no del que le había tocado vivir.
Solidaridad, que diría otro toledano comprometido, como es Fernando Redondo y quien, dicho sea de paso, fue la primera persona que me habló de Christopher y me facilitó su contacto. Lo que agradezco.
El padre misionero comprobó cómo los techos de los barracones de los esclavos tenían alambres con espinas para que no se escaparan, las raciones de comida eran propias de la miseria más miserable, las horas de trabajo no tenían fin e incluso los niños tenían que ponerse manos a la obra.
Y he sido suave para aligerarles el relato.
El padre Christopher Hartley ha sido protagonista de un libro que se titula «Esclavos en el paraíso», cuyo autor es Jesús García, y que narra precisamente las peripecias que le tocó vivir en Dominicana. De donde la Iglesia le tuvo que sacar en 2006 porque de lo contrario hoy, seguro, ya no seguiría entre nosotros.
Libro que se presenta en Toledo el lunes 19 de noviembre. Sí, el padre misionero toledano, aunque les rechine por aquello del idioma su nombre y su primer apellido, estará con nosotros. Justo antes de regresar a su nueva misión, en Etiopía, «en lo más parecido al infierno», tal y como me detalló. Entre traficantes, terroristas, muerte, desierto…
Así es la vida, la que cada uno elige. Para conocer más de la historia del padre Christopher Hartley en el país caribeño, pinche en este enlace, donde además verá casi 200 estremecedoras fotografías. Por calificarlas de alguna forma suave:
http://www.encastillalamancha.es/noticia/15319/wwwencastillalamanchaes
@CesarDelRioPolo
cesardelrio@encastillalamancha.es