El entrevistado de esta semana en encastillalamancha.es reconoce que las conversaciones para la nueva ley electoral han comenzado ya informalmente entre PP y PSOE. En la entrevista que pueden ver en portada, el portavoz del Grupo Popular en las Cortes de Castilla-La Mancha, Francisco Cañizares, así lo confirma.
No se ha empezado a hablar en serio, pero sí se han trazado puentes. Y más allá de si en el PSOE hay una sola postura sobre este tema o varias, como malmete Cañizares, lo importante es que se aproveche la ocasión para hacer un ley electoral como Dios manda.
A ver si a la tercera va la vencida, porque ésta será la tercera ley electoral que salga del parlamento de Castilla-La Mancha en cinco años.
¡Vaya cachondeo!
La primera de la serie fue obra de José María Barreda. La tristemente famosa ley Barreda, una norma infame que el Tribunal Constitucional bendijo, porque ni el TC entró a fondo ni los recurrentes, entonces el PP, presentaron un recurso digno de ser tomado en serio.
El caso es que nada más ganar las elecciones de 2007 y pese a haber pactado solo unos meses antes un Estatuto de Autonomía según el cual las leyes electorales no se podían cambiar solo con los votos de un partido, Barreda se puso su primera y última mayoría por montera y sacó una ley infame que dejaba en inferioridad de condiciones a cuatro de las cinco provincias de la región. El que ganase en Ciudad Real (la Andalucía de los socialistas castellano-manchegos) podía gobernar, aunque perdiese en las otras cuatro.
Las urnas le hicieron un corte de mangas a esta ley pensada para que no gobernase María Dolores de Cospedal, que ganó y gobernó.
El PP juró en arameo contra la trampa electoral de Barreda y prometió no hacer jamás una que no se aprobase por los dos grandes partidos y que no tuviese un mecanismo de redistribución automática de escaños en función del crecimiento o descenso de población en las provincias. Lo normal, vamos.
Pero el PP obtuvo su mayoría en 2011 y si te he visto, no me acuerdo. Hizo una ley indudablemente mejor, con la que no se puede gobernar sin ganar las elecciones y con la que tal y como están los tiempos podría ganar o perder cualquiera.
Pero el Partido Popular se olvidó de las promesas de unanimidad con el PSOE y de la de reasignación automática de escaños, un mecanismo que va de suyo en cualquier ley electoral moderna y democrática.
Ahora, a cuenta del discurso de Cospedal en el Debate del Estado de la Región de septiembre de 2012, se prepara una tercera ley, la que dejará el parlamento en la mitad de escaños.
Más allá de si es bueno o malo, caro o barato, corresponde al partido en el Gobierno tomar iniciaivas de este tipo y desde luego éste es el momento para leyes como ésta.
Reducir diputados sí me parece austero y ejemplar. Eliminar sueldos para llamarlos dietas y no cotizar o para dejar la puerta abierta a otros atajos no me parece ni austero ni mucho menos ejemplar.
El PP está obligado a cumplir sus promesas y negociar hasta el último minuto para facilitar al PSOE su voto. Y el Partido Socialista, aunque no comparta la reducción de base, está obligado a hablar y a esforzarse en pro de un acuerdo si la ley es buena. Ahora tienen la oportunidad de redimirse de una ley infame que unos pocos socialistas aprobaron y los demás acataron.
Los castellano-manchegos nos merecemos una ley electoral como Dios manda. ¿A la tercera irá la vencida? Que así sea.