El partido de ultraderecha Vox pretendía que a los niños y jóvenes migrantes no acompañados que malviven en un centro de protección de menores sobresaturado de Madrid no se les permitiera sentarse en las paradas de autobuses de esa zona, para descansar o pasar el tiempo. En vez de proponer soluciones para resolver su mala situación, el partido de Santiago Abascal presentó una propuesta en la Junta Municipal del distrito de Hortaleza para que se adoptaran «medidas inmediatas ante la ocupación inapropiada por menores no acompañados de los bancos de espera en las paradas de autobuses de la EMT».
Esta vez no han conseguido que prospere su propuesta racista, porque PSOE, PP y Más Madrid han votado contra. Pero esto no es nada nuevo: Ese partido siempre ha hecho de sus acusaciones a la inmigración sin papeles un eje de su acción política. Santiago Abascal lleva años repitiendo siempre que puede -en mítines, en entrevistas en medios de comunicación y en el Congreso- que la mayor parte de las agresiones sexuales y violaciones individuales o en grupo las cometen personas inmigrantes. Lo dice sin datos o manipulándolos.
Las estadísticas desmienten a Santiago Abascal y su partido
Las estadísticas del Consejo General del Poder Judicial, de la Fiscalía General del Estado,del Ministerio del Interior y de Europa desmienten esas afirmaciones, que en ocasiones se sustentan en datos manipulados de algún informe o, simplemente, no tienen ninguna base mínimamente seria. Pero, incluso después de esos desmentidos con datos, Santiago Abascal y otros dirigentes de Vox continúan repitiendo esas acusaciones falsas.
El centro de protección de menores de ese distrito madrileño es uno de los 102 que hay en la Comunidad de Madrid para acoger y asumir temporalmente el cuidado y la educación de niños y jóvenes menores de 18 años que no tienen un entorno familiar adecuado para satisfacer sus necesidades biológicas, afectivas, educativas y sociales. No están destinados solo para inmigrantes, también los hay de otras nacionalidades y españoles.
Debería acoger a un máximo de medio centenar de menores, pero muchas veces tiene más de 100 e incluso hasta 200. Este último verano, la mitad eran marroquíes y el resto subsaharianos, lo que ha provocado peleas e incidentes entre ambos grupos y hace la convivencia tan difícil que es habitual que buena parte de los trabajadores se encuentre de baja médica.
Colchonetas en el suelo, suciedad…
La legislación autonómica establece que cada menor debe disponer en esos centros de un espacio útil mínimo de 5,5 metros cuadrados en el dormitorio, pero el Gobierno que preside Isabel Díez Ayuso, ante la falta de plazas por la habitual sobresaturación, en 2023 autorizó a la gestora encargada del centro a no cumplir esa norma legal, según publicó en su día el diario El País. El resultado de esa decisión ha sido desastroso: literas en habitaciones sin una mesa, una silla o un armario porque no caben; colchonetas en el suelo en las que duermen algunos cuando son demasiados los menores -casi siempre-, necesidad de hacer turnos para comer o ducharse, suciedad generalizada en las instalaciones, falta de ropa limpia…
Los menores de ese centro no realizan ninguna actividad y tiene que salir a las cuatro de la tarde para regresar a las nueve de la noche para la cena. Por eso, es habitual ver a grupos de ellos charlando sentados en las marquesinas de los autobuses -el Ayuntamiento quitó los bancos públicos que había en la zona para evitar que los ocuparan-, en el amplio vestíbulo de un centro comercial próximo y deambulando por la zona. Así pasan el tiempo.
En Vox sostienes que esos menores «escupen y acosan a las niñas», que con ellos ha aumentado la inseguridad en la zona y que hay personas que, ante esa situación, han modificado sus rutas diarias. Estas acusaciones, un vez más sin pruebas, las demiente el numeroso grupo de vecinos que asistió a la reunión de la Junta Municipal. «Ustedes son los racistas, los que traen el miedo y el odio a Hortaleza, dijo una mujer de la asociación Somos Acogida a los concejales de Vox.
Una parte del vecindario lleva años reclamando respuestas y medidas de seguridad. Pero, en vez de hacer alguna propuesta para resolver los problemas de ese centro madrileño, el partido de Santiago Abascal ha retrocedido 70 años hasta los tiempos en que en el Estado de Alabama y otros de Estados Unidos, los autobuses tenían unos asientos destinados a las personas negras separados de los que ocupaban las de piel blanca y, cuando para los blancos no quedaban sitios libres, tenían que cederles los suyos los negros.
Aquellas normas racistas e inhumanas, afortunadamente superadas, parece que son añoradas por algunas personas en pleno siglo XXI.