El último trasvase de aguas del río Tajo al Segura que ha autorizado la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, es otra puñalada trapera más a los castellanomanchegos, asestada con la complicidad de la también ministra y presidenta del PP de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal. Una traición en toda regla a estas tierras. Y no sirven como justificación las bochornosas excusas con las que dirigentes regionales del Partido Popular responden al aluvión de críticas, porque la realidad de un río que han convertido en una ciénaga los desmiente a diario.
Las normas que regulan el trasvase -con las que Cospedal benefició en 2013 a los regantes de Murcia y Valencia y perjudicó a Castilla-La Mancha, cuyo Gobierno presidía entonces- permiten trasvasar agua aunque los embalses de la cabecera del Tajo se encuentren en una situación hidrológica excepcional de nivel tres (el más grave es el cuatro), con el único requisito de que en ese caso debe autorizarlo la ministra.
24 trasvases en dos años
En los dos últimos años han autorizado 24 trasvases de agua desde los embalses de Entrepeñas y Buendía, la cabecera del Tajo. Este último, de 7,5 hectómetros cúbicos, se ha publicado en el Boletín Oficial del Estado el día 10 de mayo. En vísperas de la popular Feria de San Isidro Labrador, en Talavera, el Gobierno y la ministra Tejerina no podían encontrar un regalo más humillante y perjudicial para los habitantes de la ciudad de la cerámica -la más castigada por el paro de toda la comunidad y una de las que tiene más desempleo en España-, para los pueblos ribereños de la cabecera del río y para los de toda la cuenca.
El día 1 de mayo los embalses de Entrepeñas y Buendía contenían 376,9 hectómetros cúbicos de agua, lo que significa que estaban al 15 por 100 de su capacidad. A pesar de tan escaso nivel, las normas que negoció el Gobierno de María Dolores de Cospedal con los de Murcia y Valencia permiten autorizar trasvases teniendo en cuenta no solo el agua que hay embalsada sino también «las aportaciones previsibles para los próximos meses». ¿Quién asegura a la ministra Tejerina que van a llegar esas «aportaciones» en tiempos de sequía como los que vivimos?
A Cesárea Arnedo, diputada del PP en las Cortes de Castilla-La Mancha, le ha tocado el papel de defender este trasvase. Ha rechazado todas las críticas y ha recordado que a partir del 1 de enero de 2018 no se podrá trasvasar agua cuando los embalses de la cabecera estén por debajo de 400 hectómetros cúbicos. Y lo cuenta como un gran logro de Cospedal, que costó «mucho trabajo» conseguir, ha dicho. ¿Pero cree que, a este ritmo de trasvases, quedará en esos embalses algo más que lodo y cieno el año próximo, y algo que no sea dolor y desolación en los pueblos ribereños y en otros de la cuenca? Una vez más, la realidad desmiente declaraciones como esas.
Barro, mosquitos y peces muertos
Quienes defienden este último trasvase olvidan que todavía se está trasvasando agua del autorizado en abril, por lo que el nivel real de los dos embalses de la cabecera del Tajo es inferior al que dicen para justificar el envío de otros 7,5 hectómetros cúbicos; olvidan, también, que una parte del agua embalsada es barro; que las plagas de mosquitos afectarán pronto a las ciudades ribereñas; que el río es una cloaca a su paso por Toledo; que han empezado a aparecer peces muertos…
[ze_summary text=»No se puede compartir lo que no se tiene, y Castilla-La Mancha no puede compartir más agua»]No se puede compartir lo que no se tiene, y Castilla-La Mancha no puede compartir más agua[/ze_summary]No se puede compartir lo que no se tiene, y Castilla-La Mancha no puede compartir más agua porque la necesita para sobrevivir. Hay otras soluciones para resolver el problema de la sequía en Valencia y Murcia, pero para ponerlas en práctica es preciso primero olvidarse de intereses partidistas y alcanzar un pacto de Estado sobre un asunto tan grave como éste. Y, por lo que se ha visto hasta ahora, el Gobierno y el PP no están por esa labor aunque digan lo contrario.
Los representantes de PP y PSOE por Toledo en las Corrtes Generales están obligados a olvidar sus discrepancias políticas en este asunto y sentarse a hablar, con urgencia, para promover medidas que no arruinen a Castilla-La Mancha y que resuelvan el problema de la sequía en el Levante. Para eso han sido elegidos, no para dedicarse al juego del «y tú más» que tanto les gusta practicar. Si no lo hacen, la ciudadanía debería no olvidarlo cuando llegue la próxima ocasión de introducir el voto en la urna.