Si alguien pensaba que el clima político se va a serenar en España tras las vacaciones de verano, y que todos los políticos van a arrimar el hombre y a sumar esfuerzos para resolver los muchos problemas que padece la ciudadanía, que pierda toda esperanza. Se avecina un otoño caliente, como lo han sido el verano, la primavera y el invierno desde hace tiempo. Las discrepancias del PSOE y Unidas Podemos en el Gobierno, la oposición errática y de declaraciones huecas que practica el PP y los exabruptos de Vox son los ingredientes perfectos para que la vida política continúe crispada, entre el «y tú más» y las críticas sin fundamento a todo lo que haga el adversario, incluso aunque sea positivo.
A esa lamentable situación también contribuye el periodismo de trinchera que practican muchos medios de comunicación, sobre todo los más importantes. Es un periodismo dañino para la ciudadanía -que es la legítima titular del derecho constitucional a recibir información veraz y plural-, porque no refleja la realidad como es sino como más le conviene al medio para sus intereses económicos e ideológicos, estos últimos coincidentes siempre con lo que defiende algún partido político, ya sea del Gobierno o de la oposición.
Afganistán, los menores de Ceuta y la subida de los precios
El drama de Afganistán, tras la llegada al poder de los talibanes, y la situación de los menores que entraron en mayo en Ceuta y que el Gobierno ha empezado a devolver a Marruecos -hasta que un juez le ha parado los pies y le ha dicho que eso debe hacerlo respetando la legalidad y no saltándosela, como ha hecho en los primeros casos- han centrado el rifirrafe político en agosto.
A esos dos graves problemas hay que añadir la escandalosa subida del precio de la energía eléctrica, que ha batido varias veces su récord histórico; la quinta ola de la COVID-19, que está descendiendo pero produce cada día contagios, muertes e ingresos en las UCI de los hospitales, y el encarecimiento de la gasolina, el gasóleo y algunos alimentos de primera necesidad.
El Índice de Precios de Consumo (IPC) ha subido en julio un 2,9 por ciento, en buena parte debido al incremento de la electricidad, el gas y el petróleo. Eso se traduce en que llenar de gasolina un depósito de 50 litros cuesta ahora 70,25 euros frente a los 60,7 que costaba enero de este año, según los cálculos que ha publicado El País; si es de gasóleo, 63,20 euros en vez de 54,85; el aceite de oliva es un 22 por ciento más caro que hace seis meses; los huevos, un 3% de aumento, y también se han encarecido otros alimentos.
Lo lógico, ante esa situación, sería que el Gobierno y la oposición trabajaran juntos -cada uno en lo que le corresponde, y sin ahorrar la crítica y el control al Poder Ejecutivo que debe hacer la oposición parlamentaria-, para intentar resolver esos y otros problemas. Pero no parece que sea eso lo que algunos están dispuestos a hacer, sino más bien a seguir calentando el ambiente con la esperanza de ganar votos cuando lleguen las elecciones.
¿Interesa todo lo que dicen los políticos cada día?
Hubo un tiempo, hace años, en que los medios de comunicación temían que en el mes de agosto no hubiera suficientes noticias para llenar las páginas de los periódicos o el tiempo de los informativos de radios y televisiones, pero siempre ocurría algo para mantener el interés informativo. Ahora no existe ese temor, porque se sabe de antemano que el Gobierno y, sobre todo, los partidos de la oposición van a hablar y a polemizar todos los días. Deberían preguntarse si todo lo que dicen -sobre todo, por las redes sociales- interesa a la ciudadanía, porque parece que cada vez interesa menos.
Y algunos medios de comunicación tendrían que preguntarse si deben continuar practicando un periodismo de trinchera y dar amplio espacio a todo lo que dicen determinados políticos con los que coinciden o si tendrían que ofrecer información más plural para que el ciudadano saque sus conclusiones y construya su propia opinión. Lamentablemente, tampoco hay esperanzas de que esto vaya a ocurrir.