Es indudable que los 750.000 millones de euros que la Unión Europea va a distribuir entre los Estados que la integran -390.000 millones como ayudas directas a fondo perdido y otros 360.000 como préstamos a devolver- son un hecho histórico. Nunca hasta ahora Europa había hecho caer tan importante lluvia de millones sobre sus países. Ha sido un acuerdo muy difícil, en el que todos han tenido que ceder algo como ocurre en cualquier negociación. Pero la cantidad de dinero que va a llegar a España es tan ingente que todos los políticos deberían alegrarse, con independencia de que el Gobierno que ha negociado sea de un partido u otro.
Pablo Casado y el PP, que parecen no haber asumido aún del todo su derrota -primero en una moción de censura legítima y constitucional y después en unas elecciones generales-, se han resistido a reconocer la importancia que tiene este acuerdo. Finalmente han tenido que hacerlo pero, eso sí, exagerando las cesiones que ha hecho España para lograrlo. Y, convertidos en videntes, ya vaticinan las condiciones que la Unión Europea impondrá a este país para que se pueda beneficiar de esas ayudas.
España, el segundo país que más dinero recibirá
Para hacerse una idea de lo que supone este acuerdo hay que decir que España recibirá 140.000 millones de euros en los próximos seis años, de los que 72.700 millones serán ayudas directas a fondo perdido y el resto es un préstamo a devolver, lo que equivale en total a más del 11 por 100 del Producto Interior Bruto (PIB) español. Es el segundo país que más dinero obtiene, detrás de Italia, porque se ha distribuido en proporción a la intensidad con que ha afectado la pandemia a cada Estado. Un dato para comparar: los fondos de cohesión que recibió España de Europa entre 2014 y 2020 sumaron 7.800 millones de euros; la ayuda de ahora que no devolverá es casi diez veces superior a esa cantidad, a lo que hay que contar el préstamo.
El acuerdo alcanzado por los 27 países de la UE en Bruselas, tras casi cinco días de intensas y duras negociaciones, no incluye exactamente todo lo que Pedro Sánchez planteó porque, como ya se ha dicho, en todas las negociaciones hay que ceder. Pero sí contempla la mayor parte de su propuesta. «No estamos satisfechos en transferencias al 100 por 100, lo estamos al 95 por 100. Bueno, pero eso es la negociación», afirmó el presidente del Gobierno en Bruselas tras concluir la reunión del Consejo Europeo.
Nunca llueve a gusto de todos, y ahora tampoco. Siempre habrá quien vea la parte negativa de cualquier acuerdo y se sienta perjudicado. En este caso, las organizaciones de agricultores y ganaderos dicen que España pierde 5.000 millones de euros en fondos para la Política Agraria Común (PAC) respecto al periodo anterior, porque esa partida se reduce en un 13,3 por 100; por el contrario, el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, se muestra satisfecho y defiende que España ha logrado mantener la misma cuantía porque ha aumentado la dotación final del Fondo Europeo de Desarrollo Rural y el Fondo de Garantía Agrícola.
Gestionar bien la ayuda europea
Habrá que aclarar esa y otras discrepancias y, sobre todo, habrá que gestionar muy bien la ayuda a fondo perdido y el préstamo que va a recibir España. Pero lo que no se puede negar es que 140.000 millones es mucho dinero, que jamás en la historia Europa ha dado una cantidad tan elevada y que, sin duda, esos fondos ayudarán mucho a afrontar la crisis económica que padece este país como consecuencia de la pandemia del coronavirus.
El 22 de julio, en la sesión de control al Gobierno en el Congreso, Pablo Casado habló de ese acuerdo europeo como si en él no hubiera participado Pedro Sánchez. Y, de paso, se colgó la medalla de esa negociación como un éxito del Partido Popular en Europa. «Mientras usted ha sido el convidado de piedra en una negociación en la que ha tenido el curioso método de la escucha pasiva, tres mujeres del Partido Popular defendían los intereses de España: [Ursula] Von der Leyen y [Angela] en Bruselas, y [Christine] Lagarde desde Fráncfort», afirmó, en referencia a la presidenta de la Comisión Europea, la canciller de Alemania y la presidenta del Banco Central Europeo, respectivamente.
Finalmente, ante la evidencia de que la ayuda aprobada por Europa es muy importante, el líder del PP no tuvo más remedio que reconocer que «el acuerdo es bueno para España».
Conviene recordar que hace ya varias semanas Pablo Casado se alineó con los países de la Europa del norte más duros y más partidarios de reducir la ayuda a España e Italia (Países Bajos, Austria, Dinamarca y Suecia) y pidió que la Unión Europea condicione esas ayudas a que España lleve a cabo determinadas medidas y no revoque la reforma del mercado laboral que aprobó el Gobierno de Mariano Rajoy.
Es lógico, y así será, que Europa ponga en marcha mecanismos para controlar que cada país gaste ese dinero para reactivarse tras la crisis de la pandemia según lo acordado en Bruselas. Pero el líder del PP ha ido más lejos y ha pedido que se exijan unas condiciones concretas a España. Eso se llama poner palos en las ruedas para dificultar la marcha del carro. Y eso en política no es precisamente lo más correcto, aunque sea una práctica frecuente en Pablo Casado. Debe ser su particular sentido del patriotismo, esa palabra que tanto utiliza en sus discursos.