Mar G. Illán
Por más que la figura de Emiliano García-Page no tenga hoy ninguna de alcance similar en el seno del PSOE de Castilla-La Mancha, algo que es muy obvio visto desde fuera, ganar las elecciones primarias a la Secretaría General de su partido no era ningún trámite de solución fácil y rápida.
La contundencia de los datos que conocimos la noche del sábado no esconde una batalla fácil ni ganada a priori. Mucho menos decidida en esas cifras incontestables. Las primarias las carga el diablo, suelen decir los socialistas, para reflejar que en el PSOE actual cualquier resultado es posible, especialmente si se va contra el aparato. Y ese, en Castilla-La Mancha, era Page.
«He llegado al ecuador de la legislatura…», dijo Page al comparecer ante la prensa tras hacerse pública su victoria. La frase, no por obvia deja de tener enjundia. Primero, porque muchos pronósticos han estado en contra de que fuera cierta.
Y, segundo, porque yo tuve la sensación de que se calló la segunda parte, pero la tenía en la cabeza. Algo así como “he llegado a la mitad de la legislatura y ya nadie me va a parar en la segunda parte”. Con los Presupuestos de la Junta bloqueados en abril y las primarias federales perdidas en mayo, ya que él apoyó a Susana Díaz, no fueron pocos los que dieron a Page por amortizado, incluso en el seno del PSOE de Castilla-La Mancha.
Se equivocaron. Ahora todo el mundo dice que era evidente que ganaría, pero lo cierto es que hasta no hace mucho algunos apostaban que, cuando menos, podría llevarse un buen susto.
José Luis Blanco, a estos efectos un producto de temporada favorecido por las condiciones climatológicas que se dan en el PSOE del último quinquenio, dista mucho -por lo menos en estos momentos- de reunir las condiciones que se exigen a un líder político regional. Pero pasar por el sitio adecuado en el momento oportuno es a veces una baza suficiente para ganar. Y él nadaba a favor de la corriente. Sin embargo, para el exconcejal de IU y hoy alcalde de Azuqueca, esta vez no bastó con el viento de cola.
Es verdad que los pronósticos internos y externos estaban claramente a favor de Page, pero en los porcentajes con los que se le suponía la victoria la horquilla variaba mucho entre los del optimismo extremo y los del pesimismo radical.
Si tenemos en cuenta que la victoria de Pedro Sánchez en las primarias en la federación de Castilla-La Mancha se consideró incontestable por los sanchistas y por los susanistas, la de Page, que ha sacado 22 puntos más de respaldo en la federación castellano-manchega que el secretario general del PSOE, habla por sí misma. Page ha ganado en todas las provincias y en cada una de ellas con más apoyo que Sánchez, tanto en votos totales como en porcentaje.
[ze_summary text=»Page ha sacado 22 puntos más de apoyo que Sánchez en Castilla-La Mancha, ha ganado en las cinco provincias y en todas con más porcentaje de votos que el secretario general»]Page ha sacado 22 puntos más de apoyo que Sánchez en Castilla-La Mancha, ha ganado en las cinco provincias y en todas con más porcentaje de votos que el secretario general[/ze_summary]
Ahora queda sacar conclusiones y aplicar las decisiones y consecuencias que de ellas se deriven. No creo que sea justo concluir que el presidente de Castilla-La Mancha y secretario general electo es un líder discutido, al menos como debe interpretarse en el siglo XXI, en el que las organizaciones monolíticas no caben y mucho menos el ordeno y mando, el dedazo y el «porque yo lo digo y punto».
Pero tampoco creo que su segundo mandato pueda ser como el primero al frente del PSOE de Castilla-La Mancha. Da la sensación de que él lo sabe. Y los demás averiguaremos cómo lo lee Page cuando sea la hora del Congreso Regional (28 y 29 de octubre); y,muy especialmente, en los congresos provinciales, donde están depositadas todas las miradas, ambiciones y expectativas.