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31/10/2011junio 14th, 2017
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El alcalde de Toledo, Emiliano García-Page, se ha quedado solo al frente del pequeño -pero poderoso- estado que es la capital regional en medio de un mapa coloreado de azul; es decir, de instituciones y poderes gobernados por el Partido Popular de la imparable María Dolores de Cospedal. Su victoria el 22 de mayo no solo fue el premio al esfuerzo y a una manera de hacer política cercana y antisectaria. Además, por ganar donde siempre perdían los socialistas y en el peor momento posible para sus siglas, Page se ha convertido en el único as de la baraja que le queda al PSOE para jugar la partida en Castilla-La Mancha.

Eso no lo discute nadie, ni en su partido, ni fuera de él ni a medio camino. Lo que está en cuestión es en qué momento da el paso. Hasta ahora él había dicho claramente que se descartaba para la batalla regional y que sus aspiraciones personales no pasan por el escenario autonómico sino por el nacional, donde parece inevitable una derrota electoral sin precedentes y una posterior reconstrucción del PSOE. En ese futuro proceso gente de su perfil, que no ve metas imposibles si se trabaja lo suficiente, tendría mucho que decir. Y el PSOE de Toledo le apoya plenamente en esa idea. Le quieren en Ferraz antes que en Santa María la Blanca, la sede de los socialistas toledanos y castellano-manchegos.


Piensan que en Ferraz hay futuro y poder. En Toledo no queda más que contaminación por los efectos de la polvareda del derrumbe del poder socialista y por la nube tóxica que levantan los cadaveres políticos que quedan bajo los escombros aún sin recoger.

Existe la sensación en el PSOE de que para reconquistar Castilla-La Mancha a corto plazo habría que venir desde el escenario nacional, más o menos como ha ocurrido con Cospedal en el PP, que a su impronta política en el Partido Popular castellano-manchego sumó la potencia de fuego que le daba ser la número dos de su organización y una figura imprescindible en el día a día del escenario nacional.

Así las cosas, Page y los suyos tenían claro que la batalla del próximo congreso regional socialista sería para opinar pero no para tomar las riendas.

Sin embargo, los últimos acontecimientos en Toledo han llevado al alcalde a replantearse la cuestión. Y en la entrevista que publicamos deja claro que si el PP lo «acorrala» en Toledo negándole el pan y la sal; es decir, un acuerdo en el POM para dar licencias a la instalación de empresas -sí han leído bien, en Toledo se están abriendo negocios-, se plantearía ser candidato. Al menos así interpreto yo su enigmática frase: «algunos del PP se están empeñando en que sea candidato a la Junta».

La entrevista, podrán comprobar, aporta también nuevas pistas sobre el pasado, el presente y el futuro del PSOE. Por primera vez Page reconoce, aunque sea subliminalmente, que las cosas con José María Barreda no iban bien cuando éste era el presidente de Castilla-La Mancha. Y es que Page perteneció al primer Gobierno Barreda porque José Bono se lo había pedido a su sucesor, pero el nuevo presidente le creó una Consejería sin contenido y lo asiló políticamente. Un año después lo tuvo que llamar de urgencia para convertirlo en vicepresidente y portavoz, pero las cosas entre ellos no mejoraron.

Page tuvo claro que tenía que salir del Gobierno y se arriesgó a ser candidato en Toledo en 2007. Acertó de lleno. Pero las cosas con el «jefe» fueron a peor. La camarilla de Barreda y él mismo fueron percibiéndole como un enemigo, porque Page en los sanedrines siempre era el que veía las cosas de otra manera. Ahora ya sabemos todos quién tenía razón. Aunque muchos consejeros temían más a Page que a Barreda y la Junta le fue dando casi todo lo que pedía, aún a trancas y barrancas.

Hoy confiesa que ahora que Barreda ha perdido el poder se llevan mejor. Y de paso se deshace en elogios hacia la personalidad política de Bono y su autoridad sobre el PSOE de Castilla-La Mancha. A mí me sonaba a una especie de «aquí solo hemos tenido un jefe de verdad», pero eso es una interpretación maliciosa mía, no lo dice él.

Y sobre el futuro, Page es el primer socialista que aporta con rotundidad un nombre al próximo PSOE, Patxi López. Lo dice con claridad, «no sería una sorpresa» su candidatura a la Secretaría General del partido en el próximo congreso federal. Se le nota que simpatiza, aunque él apuesta porque sea Alfredo Pérez Rubalcaba el que pilote el cambio.

Hay más, como las relaciones con Cospedal o el llamado aeropuerto de Toledo; pero eso se lo dejo para otro día.

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