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14/11/2013junio 12th, 2017
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Basta con verle la cara en las fotos. O en los telediarios. Refleja emoción e indisimulada satisfacción. Probablemente son esos sus estados de ánimo en estos momentos, junto a la sensación de responsabilidad por el efecto de la decisión que definitivamente vaya a tomar. El alcalde de Toledo y secretario general del PSOE, Emiliano García-Page, lleva tiempo tratando de calar por todos lados el mensaje de que es urgente la renovación de su partido, convencido de que si no se arregla la «casa madre», las regiones poco o nada van a tener que hacer en las próximas elecciones.

Bajo esa filosofía de arreglar primero la primera vivienda se ha convertido en el ariete más decidido e incómodo para los planes continuistas de Alfredo Pérez Rubalcaba, al que viene solicitando primarias cuanto antes. Su frase-aviso con la formulación de «¡que se nos pasa la vez!» ha calado y ha hecho mella dentro, porque Page es de los que apoyó al secretario general para el puesto que ocupa y es considerado uno de los suyos. Desde luego, no es su enemigo; pero la afirmación del alcalde de Toledo de que «ha empezado la cuenta atrás en la renovación del liderazgo» ha sido una de las frases más repetidas de la cita.


Las voces que urgen primarias también se están escuchando desde hace tiempo en figuras como Carmen Chacón o Tomás Gómez, pero a estos, los perdedores del congreso federal, se les suponen desde el aparato aviesas intenciones. A Page no le pueden echar en cara que pida la segunda vuelta porque perdió el Congreso Federal, porque Emiliano estaba con Alfredo.

El caso es que por hache o por be, Page se ha colado como un imprescindible en la foto de los VIP del PSOE. Según cuentan las crónicas de la Conferencia Política, todo el mundo le saludaba y se paraba a hablar con él en el cónclave socialista, donde el cupo vasco se ha llevado el estrellato. Las cámaras le buscan y los analistas le incluyen en sus apuestas, donde le sitúan como la alternativa más moderada y centrista, aunque la mayoría piensen que no dará el paso definitivo.

Mi teoría, como he contado muchas veces en esta columna, es la de que Page no se presentará a las primarias nacionales, sino que tiene decidido hace tiempo que le toca ser candidato en Castilla-La Mancha, esa tarea que él ha definido como un «deber moral» más allá de sus responsabilidades políticas. Sin embargo, mantiene la incógnita.

Seguramente porque en su fuero interno no ha descartado del todo dar el paso nacional si ninguna de las alternativas que se presenten le pareciera una solución para el PSOE. En segundo lugar, porque estando en las quinielas se asegura entrar en la cocina de los debates y las decisiones. Su ambigüedad crea zozobra entre los socialistas de Castilla-La Mancha, ansiosos de verle coger la bandera autonómica y embarcarse a esta orilla del Tajo a la conquista del territorio que gobierna María Dolores de Cospedal.

Pero él piensa que debe arriesgar y mantener su estrategia hasta el final. Y ahí está, compartiendo cuadrilátero con Patxi LópezEduardo Madina y Carmen Chacón. Dé el paso o no, se ha colocado entre las referencias del PSOE que viene, el que está a la vuelta de la esquina. Y el creciente peso de su figura política le vendrá muy bien para dar alcance mediático a Cospedal en la batalla castellano-manchega que se prepara para 2015.

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