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12/05/2016junio 7th, 2017
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El presidente de Castilla-La Mancha no pierde fácilmente la sonrisa. Pero, tengo para mí que la cara de plena satisfacción que mostraba el viernes 6 de mayo, en la toma de posesión de Ángel Felpeto como consejero de Educación, guardaba muchas claves externas e internas, evidentes las primeras y algo más entre líneas las segundas.

«Mi buen amigo», «un valor seguro», «no hay nadie que queriendo hablar con él que no lo consiga» fueron palabras amables pero también con varios significados.


El más evidente es que Page cesa a la consejera de Educación, Reyes Estévez, porque existía un clamoroso descontento con su gestión y, sobre todo, con su talante. En la primera semana llevaba tres jefes de gabinete y los comentarios que dejaban tras de sí algunos de los altos cargos que eran expulsados del barco hicieron pensar desde el principio que no duraría mucho y que su estilo no encajaba ni de lejos en el carácter colectivo que Page quería dar a su Gobierno. En septiembre estaba claro que sería la primera en caer y en diciembre todo el mundo intuía que el cese estaba cantado y solo faltaba saber la fecha en la que el presidente movería ficha. Personalmente me inclino a pensar que Page prolongó la estancia de Reyes Estévez en el Ejecutivo por dos circunstancias: que Podemos y Comisiones Obreras pidieron su dimisión y el retraso en la aprobación de los Presupuestos

El movimiento se hizo el 5 de mayo, horas después de aprobada la ley tributaria y, por lo tanto, de dar luz verde definitiva al Presupuesto de la Junta para 2016. No se puede culpar al nuevo consejero de los recursos disponibles para los próximos meses, lo que deja a Felpeto al margen de las críticas a los recursos disponibles para el próximo curso.

Ésa es la lectura evidente del nombramiento de Felpeto, sustituir a una consejera quemada por un hombre de concordia, con experiencia y amigo del presidente, que siempre le quiso tener en sus equipos aunque circunstancias personales no lo hicieron siempre posible.

Pero hay una segunda lectura, la interna. Con su decisión de nombrar precisamente a Ángel Felpeto de entre todos los posibles, Page ha dado un golpe de mano sobre la mesa de la Educación dentro del PSOE. Me explico.

Desde los tiempos más remotos, en el PSOE la Educación ha sido cosa siempre de los socialistas de Ciudad Real, concretamente de José María Barreda. Así fue con José Bono como presidente y la influencia se hizo total al sucederle Barreda. Éste sumó a su causa al nombrarle consejero las fuerzas de José Valverde, que había sido responsable de la Federación estatal de Enseñanza de Comisiones Obreras y este sindicato incrementó notablemente su influencia en los nombramientos educativos, tanto en la enseñanza obligatoria como en la universitaria.

Así había sido siempre y aunque los resultados, tras los muchos millones gastados, no eran del agrado de todos internamente, nadie discutía que los temas de Educación eran cosa de los de Ciudad Real. La decisión de Page trata de acabar con ese dominio, además de mejorar la situación de la educación pública castellano-manchega, en el furgón de cola nacional.

Y es que Castilla-La Mancha ha avanzado en todas las ratios que miden los servicios públicos, desde la Sanidad a la dependencia, pasando por todos los servicios sociales, pero el mucho dinero gastado en Educación por los equipos socialistas no nos han lucido, ni sirvieron para sacarnos del pelotón de los torpes de España. «Algunos no han hecho política educativa, sino ideología», me explicaba un socialista conocedor de la situación.

Dicen que sindicalmente Felpeto gusta más a CSIF y ANPE que a las federaciones de enseñanza de CC.OO., UGT o la Intersindical. Algunos comentarios que escuché y dichos en voz baja en la toma de posesión no dejan lugar a dudas. Las caras, tampoco. A Felpeto no le bastará con su fama para apagar los incendios, pero la mayoría en la sociedad educativa, el Gobierno regional y el PSOE de Castilla-La Mancha respiran más tranquilos con él tirando de las riendas de ese complicada y politizada Consejería.

Las palabras de Felpeto citando las enseñanzas de su abuelo como libro de estilo no dejan lugar a dudas: «El que tiene tienda, que la atienda y el que no la atienda, que la venda». El nuevo consejero va a entrar a fondo, sin voces, sin prisas pero a fondo. Page ha tomado el mando en la parcela más ideologizada de cuantas forman la gestión del Gobierno y lo ha hecho poniendo a uno de los suyos, al que protegerá con todas las armas que tiene como presidente y como secretario general.

Será interesante ver cómo evoluciona la situación. Y, sobre todo, será interesante ver si se mejora el sistema y se reducen las alarmantes tasas de fracaso y abandono escolar.

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