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Artículo 30/01/2012junio 14th, 2017
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El dicho popular haría temblar a los más supersticiosos sobre el resultado que tendrá el 38 Congreso Federal del PSOE que se celebra en Sevilla este fin de semana. Muchos, en efecto, perderán su silla en Sevilla cuando se conozca el resultado de la votación el próximo domingo, 5 de febrero.

Otros la encontrarán y se aferrarán a ella durante los próximos años en la dura oposición. No sabemos quién se sentará en la silla de la Secretaría General, si Alfredo Pérez Rubalcaba o Carmen Chacón, pero sí suponemos que el resultado afectará notablemente al alcalde de Toledo, Emiliano García-Page.


Su silla ni la perderá, ni la encontrará en Sevilla, porque le está esperando en Toledo, donde probablemente lo elegirán secretario general del PSOE de Castilla-La Mancha dentro de unas semanas. Ese es su sitio para los próximos años si no saltan sorpresas gordas. Pero la comodidad o dificultad de su empeño en el Partido Socialista castellano-manchego dependerá mucho de quién salga elegido en Sevilla.

Ni Rubalcaba, ni Chacón le discuten el liderazgo natural que ejerce en el partido en la región, pero las compañías de uno y otra distan mucho de gozar por igual de la confianza política y personal del alcalde. Tengo la sensación de que en Toledo temen que si gana Chacón, José María Barreda y sus hombres pudieran tener una segunda oportunidad que iría encaminada a debilitar el poder de Page.

Creo que la intención de ser el más fuerte, indiscutible e indiscutido interlocutor con Ferraz está detrás del atracón de apariciones mediáticas que Page ha protagonizado en los últimos meses y que le han granjeado algunas críticas de indecisión y de sobreactuación.

En encastillalamancha.es publicamos días atrás que no parecía probable que Page jugase a ser la tercera vía del 38 Congreso. Más bien parece que el alcalde de Toledo ha estado vitaminándose, cogiendo tamaño por si el escenario se le complicaba al día siguiente de la cita de Sevilla. Page no es enemigo ni de Rubalcaba, ni de Chacón; y viceversa. Sin embargo, los dos saben que sus simpatías están con el primero, aunque mantiene oficialmente la neutralidad. 

Sus enemigos están en el núcleo duro del barredismo, con el expresidente a la cabeza, todos ellos preparándose para refugiarse unos añitos en el PSOE de Ciudad Real y a ver si, dependiendo de quién gane la silla en Sevilla, se pueden quedar con algo más.

Page ni perderá ni encontrará su silla en Sevilla, pero la que le está esperando en Toledo podría tener incrustados alfileres para cuando se siente, según lo que pase en el reparto de sillas en la capital andaluza.

Eso sí, ya nadie le discute una silla en la próxima Ejecutiva Federal. Y quizás algo más que un asiento.

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