Por primera vez en la legislatura hay un cierto escenario de estabilidad política y presupuestaria que parece que hará que esta vez las cuentas de la Junta se aprueben en los plazos ordinarios y entren en vigor cuando deben, el 1 de enero del año para el que son pensadas. Será la primera vez que el Gobierno de Emiliano García-Page dispone de esa certidumbre. O, al menos, eso es lo que parece.
En estos tiempo todo es susceptible de empeorar sin venir a cuento y más en un mundo lleno de locos y fanáticos con armas de destrucción masiva, una España con mucha gente dispuesta a desgajarla por Cataluña y poco dinero y trabajo precario para las muchas necesidades que atender y los infinitos agujeros que la crisis abrió y que aún no se han podido tapar.
En ese escenario, por definición inestable y turbulento, las piezas vuelven a encajar más o menos en su sitio entre los socialistas castellano-manchegos, que al hilo de un acuerdo con Podemos que ha conllevado sangre, sudor y lágrimas retoman la iniciativa política en Castilla-La Mancha.
Todo ello permitirá que su líder, actual secretario general y presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, vuelva a su hoja de ruta: gobernar y prepararse para revalidar mandato en menos de dos años.
[ze_summary text=»En un escenario, por definición inestable y turbulento, las piezas vuelven a encajar más o menos en su sitio entre los socialistas castellano-manchegos»]En un escenario, por definición inestable y turbulento, las piezas vuelven a encajar más o menos en su sitio entre los socialistas castellano-manchegos[/ze_summary]
Había sonrisas, claro, en los rostros de los socialistas y de los diputados de Podemos en el exacto momento en el que quedaron aprobados los Presupuestos de 2017. Pero, sobre todo, había alivio. Suspiros de alivio.
Los Presupuestos son la columna vertebral de la acción de gobierno y ésta la mejor manera de ganar o perder unas elecciones. Con ellos vuelven a tomar el control y por lo tanto la posibilidad de llegar primeros a la meta, que son las elecciones autonómicas de 2019.
Sería exagerado decir que el tablero en el Partido Socialista se ha calmado. Pero desde luego, las incógnitas se han despejado y se sabe cuáles son las piezas y cómo están colocadas. En Ferraz está Pedro Sánchez. Y en Toledo, Emiliano García-Page.
En las comunidades autónomas los barones van revalidando sus liderazgos internos, porque en el siglo XXI cada uno elige a quien le da la gana para aquello que le parece mejor. Lógicamente.
Y querer a Pedro no significa odiar a Emiliano ni viceversa. Por lo menos, no para la mayoría, que no entiende la vida como una vendetta, una representación permanente del conmigo o contra mí o un ajuste de cuentas cuando pierden los cargos.
[ze_summary text=»En el PSOE querer a Pedro no significa odiar a Emiliano ni viceversa; por lo menos, no para la mayoría, que no entiende la vida como una vendetta»]