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16/06/2016junio 7th, 2017
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Castilla-La Mancha está dentro del perfil sociológico donde predominan los votantes del bipartidismo. La suma que consiguen PP y PSOE, muy lejos de sus mejores marcas (sobre todo los segundos) sigue marcando un abismo con los nuevos partidos en cuanto a su penetración real en la sociedad castellano-manchega. Así sucede muy especialmente en el mundo rural, el predominante en la comunidad, pero no es ajeno en las ciudades.

Eso es tan cierto hoy como que con poca representación los nuevos partidos han conseguido ejercer una gran influencia en la política regional y en la local aupados por los pactos de investidura. Pocos escaños pero muy necesarios por los que PP y PSOE pagan su precio en oro -es una metáfora (o quizás no tanto)- para asegurarse gobiernos y gobernabilidad.


El caso es que todas las encuestas que tratan de anticipar el escenario que dejarán en España las elecciones generales del 26 de junio perpetúan el bipartidismo como el fenómeno político dominante en Castilla-La Mancha. La Meseta, más isla que nunca, políticamente hablando.

Unos 17 de los 21 escaños que eligen las cinco provincias de la región se los llevarán los de siempre. Sin embargo, los viejos conocidos ceden terreno a lo desconocido, incluso en una región que les es tan leal como la nuestra. Inevitable y creciendo, el mutlipartidismo también forma parte de la realidad castellano-manchega, pero aquí el segundo puesto no está en disputa, es del PSOE; los rivales del primero, el PP, son los socialistas, no los podemitas. Y el sorpasso, que también existe, es de Podemos sobre Ciudadanos y no sobre el PSOE.

El partido de Albert Rivera quedó tercero en las generales del 20 de diciembre de 2015 en esta región y el puñado de votos que sacó más que Podemos le permitió una jugosa renta de dos diputados más: 3 escaños naranjas por uno morado. Todo parece indicar, sin embargo, que el 26 de junio la alianza de Podemos e IU dejará al partido de Abert Rivera con solo un escaño en CLM y serán los de Pablo Iglesias los que se lleven al menos tres: Toledo, Guadalajara y Albacete. Las diferencias internas dentro de Ciudadanos, las luchas de poder por hacerse con el control de la organización en CLM y la ausencia de referentes en política regional al no estar en las Cortes de Castilla-La Mancha no hacen más que facilitar el particular sorpasso manchego.

La supremacía de PP y PSOE en las urnas de CLM, sin embargo, no debería ser interpretada como un éxito de los partidos tradicionales y mucho menos como una ley inmutable. El debilitamiento de ambos partidos es evidente y aunque lo que pase el 26-J el 26 de junio no es extrapolable a las próximas elecciones autonómicas, sí dibuja escenarios de preocupación para el partido de Emiliano García-Page y el de María Dolores de Cospedal. La supremacía del bipartidismo en Castilla-La Mancha, incluso si se mantuviese en las actuales diferencias, no es un antídoto contra la ingobernabilidad.

Eso por no hablar de que los pactos que sustenten el futuro Gobierno de España pueden traer enormes consecuencias para todas las comunidades autónomas y ayuntamientos importantes que se apoyan en acuerdos de varios partidos. Y eso nos toca de lleno en la comunidad autónoma, en tres diputaciones y en todas las capitales de provincia.

Como die Tita García en la entrevista que hoy publicamos: “Las mayorías absolutas y el bipartidismo se han terminado; cuanto antes nos acostumbremos, mejor”. Avisados quedan.

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