¡Quién no ha vibrado de emoción tras la contemplación de las imágenes de la manifestación de ayer en París! El salvaje y fanático atentado que ha causado la muerte de 12 personas y dejado heridas otras 11 en el asalto a la redacción del satírico semanario francés Charlie Hebdo ha conmocionado al mundo y generado una ola de condenas contra tan brutal acción criminal. Se ha desatado una tormenta de solidaridad a favor de la defensa de libertad de expresión en general y con las víctimas y supervivientes de este medio de comunicación, en particular. La presencia de 50 jefes de estado y responsables de gobiernos de todo el mundo arropados por más de un millón y medio de personas es la imagen que para siempre quedará en nuestras retinas como recuerdo y reacción a tan trágico suceso.
Encastillalamancha.es también se sumó al #JeSuisCharlie, al rechazo y la condena a la ejecución que los fanáticos de Al Qaeda efectuaron contra el semanario por secundar al primer dibujante que se atrevió a caricaturizar a Mahoma, el danés Kurt Westergaard, que vive desde entonces protegido y ha logrado escapar de varios atentados contra su vida.
Es cierto que quienes dan su vida por una noble causa, y entre ellas la libertad de expresión nos parece de las mayores, merece reconocimiento, gestos y actos como los que se están viviendo en todo el mundo (especialmente en París) desde el 7 de enero y con el crimen contra Charlie Hebdo de fondo. Han muerto por defender la libertad de expresión y, como digo, merecen cada momento de reconocimiento que reciben estos días, aunque muchos de ellos vengan de los que en la práctica también la persiguen aunque no sea con bombas y fusiles.
Desgraciadamente en el siglo XXI y en el mundo civilizado, desde luego en España, hay muchos “charlies” que caen cada día víctimas de la intolerancia de los poderosos con la libertad de expresión.
Desde luego en los medios de comunicación, donde en todos lados de España y también en Castilla-La Mancha los periodistas son cesados o destituidos de sus responsabilidades o condenados al ostracismo en su entorno laboral por ser críticos con los poderes establecidos, más allá de su color y aunque éste sea el verde del dinero. Hay muchos “charlies” cotidianos entre los medios de comunicación y los periodistas que no pierden la vida física pero sí la bolsa y la vida profesional por ser incómodos o simplemente por no someterse al catecismo oficial.
También hay “charlies” entre los funcionarios o los políticos cuyas carreras no avanzan al ritmo de su talento por no nadar a favor de la corriente que impere en cada momento, sino en defensa de sus ideas, de lo que creen mejor para la sociedad a la que representan o para la que trabajan.
Hay muchos “charlies” entre las empresas y empresarios que no tragaron el anzuelo en los años de los excesos y del todo vale si da dinero y que perdieron contratos y vieron truncadas sus trayectorias.
Nous Sommes Charlie con los asesinados, pero también con todos los que sufren agonía por defender la libertad de expresión. Por todos los que en algún lugar, en cualquier momento de cualquier día corriente tienen que apagar con su futuro o su bienestar la sed de los intolerantes.
Desgraciadamente, la intolerancia no solo anida en montañas lejanas.