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05/09/2013junio 12th, 2017
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Si el PP y el PSOE, tal y como aseguran en ambos partidos casi a diario, están de acuerdo en que la corrupción política es uno de los problemas más graves de España, ¿por qué no dejan de una vez por todas de practicar el habitual «y tú más» y se dedican a buscar soluciones al más serio de los males que padece nuestra democracia? Misterios de la política o, mejor dicho, misterios de algunos dirigentes de los partidos políticos mayoritarios.

En el Gobierno y en el PP juran una y otra vez que ellos son los que más combaten la corrupción, los que más colaboran con la Justicia y los primeros en exigir que se persigan estas prácticas delictivas tan dañinas. Pero estas rotundas afirmaciones quedan desmentidas casi a diario por lo que hacen en la práctica. Un ejemplo de incoherencia entre lo que dicen y lo que hacen: mientras un día sí y otro también realizan esas declaraciones contra las prácticas corruptas, la mayoría del PP en la Junta de Portavoces del Congreso de los Diputados acaba de impedir -con su mayoría absoluta- que esta Cámara pueda debatir y votar una propuesta del PSOE de crear una comisión parlamentaria para investigar la presunta financiación ilegal del Partido Popular.


PROTEGER A RAJOY

Los representantes «populares» en ese órgano del Congreso saben que el Pleno de la Cámara, donde tiene mayoría el PP, habría tumbado dicha propuesta cuando fuera discutida; pero ni siquiera han aceptado que llegue a ser debatida. También han rechazado que Mariano Rajoy pueda ser interpelado sobre este asunto, para protegerle de las críticas de la oposición en el Congreso, y se han negado a que la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, comparezca para explicar cómo es posible que el presidente del Tribunal Constitucional, Francisco Pérez de los Cobos, fuera nombrado para tan alto cargo pese a que fue militante y cotizante del PP cuando ya era magistrado en ese relevante órgano constitucional y lo ocultó al ser «examinado» por el Senado para ver si, tal y como establece la ley, era idóneo para ese puesto. Dicen en el PP que no aceptaron ninguna de estas propuestas por razones de forma y porque no son asuntos de interés general: queridos lectores de encastillalamancha.es, pueden reírse a carcajada limpia ante tan sorprendente y ridículo argumento.

Pero no sólo eso. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se comprometió en febrero último -durante el Debate sobre el Estado de la Nación- a crear una comisión para estudiar medidas contra la corrupción. Ésta fue aprobada por el Pleno y quedó constituida el pasado 13 de marzo, pero desde entonces no se ha vuelto a reunir hasta el reciente 3 de septiembre, precisamente horas después de que el PP se negara en el Congreso a constituir la citada comisión de investigación parlamentaria. ¿Casualidad? ¿No es el mismo Gobierno y el mismo PP que han presentado en el Parlamento un proyecto de Ley de Transparencia?

EL PSOE Y LOS ERE EN ANDALUCÍA

En el PSOE, sin que se trate de establecer comparaciones, también aseguran que están en contra de la corrupción, que la combaten, que hay que erradicarla de la vida pública y que el que la haga la pague. La nueva presidenta socialista del Gobierno de Andalucía, Susana Díaz -que, recordémoslo, ha llegado a ese cargo legalmente pero no porque los andaluces la hayan elegido en las urnas sino porque ha dimitido del mismo José Antonio Griñán ante el temor de ser imputado en el escándalo de los ERE falsos-, se ha comprometido en su investidura a «combatir la corrupción desde todos los frentes» y ha anunciado que promoverá diversas medidas para erradicar esta lacra de la vida política española. Ha dicho, también, que la primera vez que hable con Rajoy le propondrá firmar un pacto nacional para la regeneración política en España.

¿Por qué no lo ha propuesto antes?, le puede preguntar la ciudadanía. O, al menos, ¿por qué no le pidió a su antecesor y jefe político, Griñán, que llevara a cabo esa importante iniciativa? No obstante, hay que aclarar que su propuesta es positiva aunque se le pueda criticar que haya tardado tanto en plantearla. Lo importante, ahora, es que la ponga en práctica, algo que es más fácil teniendo en cuenta que Izquierda Unida forma parte del Gobierno andaluz y, en contra de lo que dicen algunos, la federación que lidera Cayo Lara está consiguiendo que el Gobierno de Andalucía apruebe medidas de carácter más social y más beneficiosas para el conjunto de la ciudadanía que cuando el PSOE gobernaba en solitario en esa comunidad.

CONTRADICCIONES E INCOHERENCIAS

Con estas contradicciones e incoherencias entre lo que los partidos mayoritarios dicen y lo que hacen -otras formaciones políticas también, pero quienes tienen la sartén por el mango son el PP y el PSOE y por eso es de las que más se habla-, no es de extrañar que buena parte de la ciudadanía se muestre cada vez más alejada de la política. Y que despotrique de los políticos y los descalifique a todos por igual y en general, sin distinguir entre unos y otros, metiéndolos en el mismo saco. Pero no nos engañemos: ni todos los partidos tienen los mismos comportamientos ni todos los políticos son unos corruptos. Cada elector, cuando le llegue la hora de introducir su voto en la urna, debería distinguir entre quienes deciden dedicarse a la política para forrarse y colocar su capital en bancos extranjeros para no pagar impuestos y los que entran en ella para trabajar honradamente por su pueblo, su comunidad o su país, que son la mayoría, por cierto.

Hace ahora un año, un artículo en esta columna se titulaba «Un otoño al rojo vivo». Hoy podría repetirse ese mismo título, porque el otoño de 2013 comienza como si no hubiera habido un verano por medio: los mismos casos de corrupción -Gürtel, Bárcenas, los ERE en Andalucía, los asuntos turbios y presuntamente ilegales de CiU en Cataluña, las escuchas a políticos con espías de por medio, las acusaciones de unos a otros y de estos a los anteriores, las mismas broncas entre los dos partidos mayoritarios -tanto los del Estado como los de Castilla-La Mancha-, las mismas promesas siempre retrasadas y nunca cumplidas, la misma crisis económica aunque con algún síntoma positivo y siempre bienvenido aunque todavía no sirva para crear empleo, los mismos e igualmente graves recortes salariales y de derechos a los trabajadores en sus empresas… En definitiva, una situación prácticamente igual a la de hace un año: se presenta un otoño más que caliente, al rojo vivo.

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