Una vez más, se repite la misma historia. Cuando faltan solo cuatro meses para las elecciones municipales, autonómicas y europeas -y sigue ahí la posibilidad de que Pedro Sánchez anticipe las generales- salen a la luz problemas, enfrentamientos personales y algunos trapos sucios de los partidos de izquierdas. Ocurre siempre que se acerca la hora de votar. Pero en esta ocasión tampoco se han librado en el PP, un partido en el que lo habitual era intentar mantener esos asuntos de puertas para adentro. La división está servida.
En Izquierda Unida están acostumbrados a problemas y peleas poco antes de las elecciones. En esta ocasión, el caso más llamativo ha sido el enfrentamiento entre la dirección federal que dirige Alberto Garzón y el excoordinador general y actual portavoz de IU en el Parlamento de Asturias, Gaspar LLamazares. Pero no es el único asunto preocupante. Que se lo pregunten, por ejemplo, a su coordinadora local y concejala en el Ayuntamiento de Talavera de la Reina, Sonsoles Arnao.
Iglesias y Errejón, dos amigos enfrentados
Pablo Iglesias se ha encontrado con que la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena -que no pertenece a Podemos, como ella ha aclarado en reiteradas ocasiones- exigió, como condición para volver a presentarse, designar ella personalmente los 10 primeros puestos de su candidatura, que se denomina Más Madrid. Y ha puesto entre ellos a seis concejales que eran de Podemos y que no se presentarán a elecciones primarias por su partido, por lo que han sido expedientados. Poco después, Íñigo Errejón -a quien Iglesias y su equipo defenestraron y casi humillaron cuando perdió las votaciones frente al líder hace dos años, en la asamblea de Vista Alegre II- ha dicho a su amigo Iglesias que aspira a la Presidencia de la Comunidad de Madrid no por Podemos, cuyos inscritos le votaron en elecciones primarias, sino por Más Madrid.
Podemos no presentará una lista frente a Manuela Carmena, porque quieren que ella siga de alcaldesa, pero sí van a presentar su propia candidatura a la comunidad autónoma frente a la de Errejón. Pero una parte del partido considera que eso sería un gravísimo error, porque dividiría más el voto de la izquierda, cuyo electorado tendría que elegir entre Ángel Gabilondo (PSOE), Íñigo Errejón (Más Madrid), el nombre que presentara Podemos y quién sabe si quizá también una candidatura de Izquierda Unida, si no llegan a un acuerdo para presentar una lista única con Podemos y otros grupos, tal y como habían pactado Pablo Iglesias y Alberto Garzón. Los partidos de la derecha -PP, Ciudadanos y Vox- deben estar frotándose las manos y tan contentos. Ya lo dice el refrán: divide y vencerás.
Para colmo de males, el secretario general de Podemos en Madrid, Ramón Espinar, ha dimitido de ese cargo y también como diputado autonómico y senador. Y al mismo tiempo que se conocía esa dimisión, el 25 de enero, los secretarios regionales de Podemos afines a Errejón, que se han reunido en Toledo para analizar la situación, han reclamado a su partido que busque candidaturas unitarias de la izquierda tanto en Madrid como en otras comunidades, en vez de tanta división como está aflorando en Podemos en distintas regiones.
Los inoportunos problemas electorales
En el PSOE también tienen lo suyo. No solo en Madrid, donde todavía no han encontrado un nombre con suficiente peso para aspirar a la Alcaldía de la capital de España, sino también en otros lugares. En Madrid ya han rechazado la propuesta de ser candidatos Alfredo Pérez Rubalcaba y el ministro de Defensa, Fernando Grande-Marlaska, entre otros.
Pero en esta ocasión el PP tampoco se ha librado de los inoportunos problemas preelectorales. Hasta ahora, quien ganaba el congreso regional de ese partido y ocupaba la Secretaría General en una comunidad era el candidato o candidata a la Presidencia de esa autonomía. Pero llegó Pablo Casado y decidió imponer a dedo a la saltadora olímpica Ruth Beitia en Cantabria y a Teresa Mallada en Asturias, frente a las dos secretarias regionales a las que había votado la militancia en sus respectivos congresos.
Esas designaciones a dedo han provocado un fuerte malestar en el PP de ambas comunidades y, sólo 15 días después de esa decisión de Casado, Ruth Beitia ha renunciado a ser candidata, ha dejado su escaño en el Parlamento autonómico, ha dimitido en la Comisión Ejecutiva Nacional del PP y abandona la actividad política. Ha dicho que se va por «motivos personales», como siempre, pero lo cierto es que desde que fue ungida por el dedo del nuevo líder de los populares ha recibido críticas y presiones desde dentro y fuera del partido. Y José Ramón Bauzá, expresidente del PP de las Islas Baleares y de esa comunidad, también ha dimitido como senador y ha dejado el PP, con una carta pública en la que no ahorra críticas a su partido.
¡Vaya panorama! Con tantas dimisiones, enfrentamientos personales, ambiciones, trapos sucios y nombramientos a dedo, ¿serán capaces los políticos, unos y otros, de analizar qué es lo mejor para mejorar la vida de la ciudadanía y trabajar por ello? Y si no, que se dediquen a otra cosa porque la política debe ser algo mucho más serio que lo que se ve a diario en los platós de las televisiones.