El recibo de la luz se quedó congelado para los españoles hace ya muchos años, en época de Rodrigo Rato, porque había que ganar elecciones. Y al «popular» le copiaron los demás Gobiernos sucesivos, incluido el del socialista Zapatero, porque había que seguir ganando elecciones. Se maquilló el recibo para no subirlo y que no afectara directamente al bolsillo, pero lo pagábamos mediante impuestos indirectos, que parece ser que se nota menos. Pero no.
Y el déficit de la tarifa (la diferencia entre lo que a las eléctricas les cuesta producir electricidad y lo que nos cobran a los consumidores) ha ido creciendo de tal manera que si ahora queremos ponerlo al día y dejarnos de trampas que, repito, han ido haciendo todos y cada uno de los que han ido pasando por La Moncloa, tendríamos que pagar nada menos que 26.000 millones. Poco más o menos lo que nos ha costado Bankia, para que se hagan una idea. Lo cual es inasumible. Inasumible a no ser que aceptemos que el famoso recibo va a subir durante los próximos 14 años. Un año sí y otro también. Sólo para ponernos al día.
Olé. Esto es España y no hay más tu tía.
Cuenten lo que nos cuenten, la luz no para de subir cada 1 de enero. Y si uno mira el recibo que nos llega todos los meses y trata de descifrarlo para saber exactamente qué nos están contando, pues como que se convierte en una tarea imposible. No hay por dónde cogerlo. Hagan la prueba y verán.
¡Que se haga la luz!
Ahora se avecina un aumento del 11 por 100, que no está pero que nada mal, ¿eh?, a no ser que haya una rectificación y las Eléctricas cedan. Aunque el Gobierno no esté de acuerdo, si ellas quieren, pueden. Sólo en los últimos 10 años el recibo le ha subido a cada español un 80 por 100, lo que, se mire como se mire y se explique lo que se explique, es una auténtica barbaridad. Pero de las bárbaras.
Nos dejan a oscuras.
cesardelrio@encastillalamancha.es