Como habrán podido ver, hoy publicamos una entrevista con el diputado toledano del PP Agustín Conde, que fue a finales de los años 90 del siglo pasado el encargado de arrebatar al PSOE el trono castellano-manchego. No logró éxito en esa tarea. En la entradilla y el adelanto de la entrevista he tenido oportunidad de comentar aquella época y algunas de las razones por las que, a mi juicio, los votos se quedaron con José Bono en vez de irse con Conde.
Pero traigo a esta columna a ambos personajes porque quienes tuvimos la oportunidad de asistir a sus debates parlamentarios y seguimos los que tienen lugar hoy en esas mismas Cortes, echamos de menos aquellas citas, que nada tienen que ver con las contemporáneas, ni en el fondo ni en las formas.
No es que cualquier tiempo pasado fuera mejor, no me abono a la escuela de la nostalgia.
Es que ellos fueron mejores, insisto, en el fondo y en las formas. Hasta me permito sugerir a la Mesa de las Cortes y a su presidente, Vicente Tirado, regalar a sus señorías de la actualidad un curso de formación parlamentaria que incluya una colección con los mejores discursos del parlamento, entre los que los de Bono versus Conde (y viceversa) ocuparán un lugar privilegiado.
Que les enseñe Tirado a sus señorías, del PP y del PSOE, cómo se puede defender en la tribuna lo que uno piensa pareciendo un parlamentario/a en vez de un vocero/a.
Que les enseñe Tirado a sus señorías, del PSOE y del PP, cómo criticar al contrario sin caer en el insulto permanente.
Que les enseñe Tirado a sus señorías, del PSOE y del PP, que no son lo mismo argumentos que frases hechas. Y que no es lo mismo insistir en una postura que repetirla cual cotorra.
Hoy todos los que seguimos la actividad parlamentaria comentamos que el nivel es muy bajo. Hay unanimidad en esa respuesta, pero lo que más me preocupa es que no veo en la dirección de los partidos ninguna intención de mejorar. Ni en el fondo ni en las formas.
Aún así, insisto en mi sugerencia a la Mesa de las Cortes. Desempolven los libros de actas y recuperen los videos de Bono versus Conde y viceversa.
Ambos contendientes, ni más ni menos que el presidnte del Gobierno regional y el jefe de la oposición de entonces, preparaban sus debates con el firme propósito de ganarlos convenciendo a la audiencia.
Desde luego, iba en el carácter de ambos personajes acabar primero en cualquier disputa, pero se proponían lograrlo en el parlamento por la vía del discuro, los argumentos y los datos. Ambos preparaban a conciencia sus intervenciones, no solo cuando se trataba de un cara a cara entre ellos, y dotaban su presencia en la tribuna de oradores de cargas con profundidad parlamentaria que no se han vuelto a ver, aunque buenos parlamentarios ha habido siempre, que quede claro.
No es que «los buenos» no buscaran el titular de prensa. Es que llegaban a él mediante el noble arte de la oratoria parlamentaria, que no es ni más ni menos que el arte de hablar con elocuencia. ¡Casí ná pa estos tiempos!
Los cara a cara de Bono y Conde, que fueron pocos, se recuerdan tres lustros después por todos los que asistimos a ellos. Y eso que el reglamento de las Cortes, antes como ahora, está genéticamente adulterado, porque lleva en su ADN el gen que hace invisible a la oposición, que dispone de mucho menos tiempo que cualquier miembro del Gobierno y no digamos si es el presidente
Incluso adulterados por ese fatalismo reglamentario, y aún a riesgo de que la memoria haya edulcorado aquel recuerdo, me permito citar los debates entre el expresidente socialista y el ex jefe de la oposición «popular» como los mejores de la corta y casi siempre triste historia parlamentaria de Castilla-La Mancha.
Han sido pocos los que han dejado el pabellón alto, pero, como decía anteriormente, buenos parlamentarios ha habido siempre. Hoy recordaré a algunos de ellos, aún a riesgo de que mi memoria deje a alguno en el injusto olvido.
El PP, siempre en la oposición, era el que tenía la carga de la prueba; es decir, el que buscaba la eficacia parlamentaria. De aquellas filas y la primera época (que yo no viví directamente) se recuerda mucho a Francisco Cañizares, padre del actual portavoz «popular». El hoy síndico de Cuentas, Miguel Ángel Cabezas de Herrera, goza también de general conocimiento en sus funciones parlamentarias o el ciudadrealeño Pedro Peral. Hay que incluir en esa lista a Leandro Esteban, cuyos mejores registros de fondo y formas se le han conocido en los bancos del Grupo Popular en la oposición y durante varias legislaturas, desde que llegó con Conde en 1999.
El Grupo Socialista, siempre a la defensiva del Gobierno, no tenía como función sacar nota en la tribuna. Pero hay varios nombres que han pasado a la historia parlamentaria como protagonistas más lucidos y lúcidos. De la primera época Juan Pedro Hernández Moltó. Después dejaron un gran recuerdo el fallecido Jesús Alemán o el también albacaceteño José Jerez.
Se ganó un hueco en la historia por su frescura, su contundencia y su hiperactividad parlamentaria José Molina, que era diputado único de IU en las Cortes. Hoy no parece ni su sombra.
En fin, no pretende ser una lista oficial sino un recuerdo, aunque sea incompleto, de quienes supieron estar a la altura de lo que es el parlamento, la institiución depositaria de la soberanía popular.