Isabel, vecina de Puertollano (Ciudad Real), ha llamado a Radio Nacional de España y ha dicho que España «no va tan bien» como dice el Gobierno, que su pueblo se muere y que su marido, de 58 años, no encuentra un hueco para trabajar en ningún sitio. Seguro que Mariano Rajoy no la ha escuchado.
En su última comparecencia en el Congreso de los Diputados, antes de disolver las Cortes por las elecciones generales, a Rajoy le han llamado de todo menos bonito. Pero el presidente del Gobierno ha escuchado el aluvión de críticas como quien oye llover, no ha aceptado ninguna, no ha hecho nada de autocrítica y, una vez más, se ha aferrado a la recuperación económica que empieza a vivir España como único argumento para justificar el incumplimiento de muchos de sus compromisos electorales y los sacrificios que ha impuesto a la ciudadanía.
El miércoles 21 de octubre era la última sesión de control al Gobierno por parte del Congreso y los tres diputados a quienes les tocaba preguntar al presidente prepararon especialmente bien sus intervenciones para despedirle como creen que corresponde: descalificando su gestión, acusándole de haber mentido a los ciudadanos y de incumplir sus promesas, recordándole los graves casos de corrupción que afectan al PP y a unos cuantos ex cargos de ese partido -entre ellos, el ex tesorero Luis Bárcenas– y diciéndole que lo mejor de esta legislatura es que, por fin, acaba.
BALANCE AUTOCOMPLACIENTE
Al diputado Aitor Esteban, del PNV, le pareció que el balance de la legislatura que hizo Rajoy era «autocomplaciente». Y lo contrarrestó recordándole las altas cifras del paro, el aumento de las personas que son pobres aunque trabajan, los recortes en beneficios sociales, los casos de corrupción, la aplicación de leyes apoyadas solo por el PP…
El presidente, como quien oye llover, respondió que España estaba al borde de la ruina cuando él llegó al Gobierno y ahora es el país de Europa que más crece y donde más baja el desempleo.
«Es usted fiel a sus principios: inició la legislatura mintiendo y acaba la legislatura mintiendo», le lanzó Rosa Díez (UPyD). Y le recordó una docena de promesas en las que, según dijo, Rajoy ha mentido: cuando dijo que no había corrupción en España ni en el PP, ni tampoco una caja B en su partido; que iba a mantener el poder adquitivo de las pensiones, pero han perdido tres puntos; que bajaría el recibo de la luz, pero sigue subiendo (es de los más caros en Europa); que bajaría los impuestos y los subió…
ROSA DÍEZ: «RAJOY DESACREDITA A LA DEMOCRACIA»
La líder de UPyD, como en todas sus intervenciones, fue dura en sus críticas al presidente. «Es una pena para España tener un presidente que miente a los españoles cada vez que habla y desacredita, por tanto, a la democracia. Éste es su legado: más desigualdad, más pobreza, más corrupción y mentiras, muchas mentiras», concluyó.
Rajoy debió recordar eso de que «el mejor desprecio es no hacer aprecio» y, en vez de utilizar los dos minutos largos que le quedaban para responder a Díez, como es su obligación en la sesión de control, empleó solo 15 segundos para recomendarla «para su futura vida un poquito de humildad, porque así le iría un poquito mejor». ¿Desde cuándo la sesión de control sirve para que el Gobierno aconseje sobre el comportamiento personal y no para que rinda cuentas de lo que hace?
PEDRO SÁNCHEZ: «MIENTE MÁS QUE HABLA»
El líder del PSOE, Pedro Sánchez, tampoco se fue por las ramas. «Usted miente más que habla», dijo. Y reprochó a Rajoy los recortes en el estado del bienestar, la subida de impuestos, el aumento de la deuda pùblica…
El presidente, de nuevo como quien oye llover, le respondió volviendo a recordar los logros económicos de los que presume y que ya había dicho al diputado Aitor Esteban. Y, para despedir la legislatura, no faltaron
referencias a la herencia que recibió de Zapatero y a lo mal que el presidente socialista dejó a España.
Minutos después, Rajoy se marchó del Congreso sin detenerse para responder a los periodistas, que esperaban que les sorprendiera con unas declaraciones -no es su costumbre, pero en los últimos meses se ha prodigado más- por ser su última comparecencia en esta legislatura. Pero no lo hizo y, mientras caminaba rodeado de cámaras y micrófonos, quizá iba escuchando las preguntas como el que oye llover.
El presidente del Gobierno probablemente no ha escuchado las palabras de Isabel, la vecina de Puertollano que dice que su pueblo se muere, ni tampoco escucha a decenas de miles de ciudadanos que están en su misma situación o peor -casi cinco millones de parados, según la última Encuesta de Población Activa-. Pero, a juzgar por lo que ha dicho en la última sesión de control al Gobierno, si la hubiera escuchado quizá lo habría hecho como quien oye llover, sin prestar atención.
Muchas personas, cuando hablan de alguien que ha fallecido, dicen: «Que Dios le tenga donde se merezca». A Mariano Rajoy no se le puede aplicar esa frase, porque no es un cadáver político, pero sí ésta: «El 20 de diciembre, que los electores le pongan donde se merezca». Pues eso, todos a votar.